Auric: Alas oscuras, corazón de neón

Preludio

EL RECUERDO QUE DESPIERTA

En los márgenes del tiempo donde la memoria se disuelve, una vibración persiste.
No tiene forma ni nombre, pero cada estrella que nace la repite como si fuera un mantra antiguo: recuerda.

Allí, donde Ithil extendió sus hilos, nada se perdió realmente.
Solo cambió de frecuencia.

Lumi respira en un mundo restaurado, creyendo que todo ha comenzado de nuevo.
Pero en el eco invisible de su alma, un pulso dorado sigue latiendo, esperando ser reconocido.
A veces lo siente en sueños: una melodía sin fuente, una voz que pronuncia su nombre desde detrás de la calma.
A veces, cuando mira el cielo, le parece ver una figura en la distancia… una sombra luminosa que lo observa con ternura.
Y aunque no puede recordarlo, su corazón responde antes que su mente.

En otro plano —donde Némora no ha dejado de existir— Auric aún camina.
No en cuerpo, sino en resonancia.
Su esencia se ha vuelto parte del tejido mismo de Ithil: vibra en los sueños de los que aman sin saber por qué, en los pensamientos de los que buscan algo que no pueden nombrar.

Auric no ha desaparecido.
Solo se ha convertido en aquello que conecta.

Y cuando Lumi, una noche cualquiera, cierre los ojos y escuche ese leve canto en el fondo de su pecho…
entenderá que el amor nunca muere,
solo cambia de dimensión.

Porque todo ciclo que parece terminar
es, en realidad, el primer suspiro de otro que comienza.

El hilo dormido…
pronto despertará.




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