••••••••••• Capítulo 6 ••••••••••••
El aire se rasgó.
No fue un sonido, ni una explosión; era una vibración inversa, un tirón sutil en el tejido mismo del espacio, que hizo retroceder el color y detener el tiempo.
Némora entera quedó suspendida.
Las aguas flotaban en el aire como cristales líquidos; los pájaros, inmóviles, eran apenas ideas a medio pensar.
Y en medio de esa quietud imposible, la esfera que había surgido del cielo comenzó a expandirse lentamente.
Era bella.
Y aterradora.
Su superficie era translúcida, pero dentro de ella danzaban destellos de recuerdos universales: estrellas naciendo, mundos extinguiéndose, risas humanas, lágrimas, vacío.
Cada imagen duraba un parpadeo antes de disolverse en otra, y otra… como si toda la existencia se estuviera reescribiendo dentro de una única célula viva, un organismo capaz de contener el pasado, el presente y lo que aún no había sido concebido.
Auric dio un paso adelante, conteniendo el aliento.
—Está… respirando.
Lumi no podía apartar la mirada.
El Hilo de Ithil vibraba violentamente en su muñeca, como si tratara de advertirle algo, o de conectarlo directamente con esa nueva conciencia que se estaba gestando frente a ellos.
Entonces, la voz del Eco Oscuro se hizo escuchar de nuevo, pero esta vez no desde el aire: surgía desde el interior de la esfera misma, resonando en cada fibra de su ser:
—Así nace el Décimo Eco.
El suelo tembló bajo sus pies, y un pulso sutil recorrió Némora, como un presagio que anunciaba el cambio irrevocable.
—El reflejo de todos los reflejos.
El hijo del sonido y del silencio.
El eco que no repite… sino que crea.
Auric sintió que su corazón se detenía por un instante.
El arpa que llevaba colgada comenzó a emitir notas sin que él la tocara: suaves, etéreas, pero de una profundidad infinita, como si cada sonido contuviera siglos de pensamiento y memoria.
La esfera descendió lentamente hasta tocar el suelo.
El impacto no fue físico, sino emocional: un estallido de conciencia que recorrió cada rincón de Némora, haciendo temblar incluso los recuerdos más antiguos del mundo.
Lumi cayó de rodillas, incapaz de apartar la mirada.
Sus ojos se llenaron de imágenes imposibles: el nacimiento de los ecos originales, la primera chispa del Corazón Primordial… y luego, un vacío insondable.
Dentro de ese vacío, algo completamente nuevo abría los ojos.
Una figura comenzó a formarse en el interior de la esfera.
No tenía género ni forma definida, pero su presencia era innegablemente viva, vibrante, consciente.
Su piel —si podía llamarse así— parecía una fusión de sombra translúcida y luz líquida.
Su rostro cambiaba con cada respiración, reflejando a todos y a nadie al mismo tiempo, y emanando un magnetismo que hacía que el aire, el Hilo y sus propios latidos se doblaran a su alrededor.
De su pecho emanaba una pulsación rítmica: un latido.
No un sonido.
Un concepto.
Auric avanzó con cautela, como si cada paso pudiera romper el delicado equilibrio que sostenía la esfera.
Su voz se deslizó apenas como un suspiro:
—¿Quién eres?
La figura levantó la cabeza, y cuando habló, su voz no era de un solo ser: era un coro de miles de ecos fusionados en una sola nota perfecta, vibrando en cada fibra del Hilo:
—Soy el eco que no debía existir…
pero que el amor y el vacío concibieron al mirarse sin miedo.
Lumi lo sintió antes de comprenderlo.
Ese ser era la síntesis de todo el universo: un equilibrio absoluto entre lo que había sido negado y lo que había sido adorado.
No traía destrucción ni salvación.
Solo una presencia pura, capaz de llenar y vaciar simultáneamente el corazón de cualquier ser que la contemplara, recordándole el misterio y la vastedad de todo lo existente.
El Eco Oscuro apareció a su lado, más definido que nunca, casi humano, como si hubiera emergido de la misma esencia del tiempo.
Sus ojos eran pozos de quietud infinita, reflejando universos que habían existido y desaparecido sin dejar rastro.
—Esto no estaba escrito —dijo, su voz vibrando como un latido en el aire—.
Ni siquiera los antiguos ecos podían haber previsto algo así.
Auric dio un paso hacia él, y con cada movimiento, el Hilo que los unía temblaba con fuerza, como si advirtiera el cambio que estaba por llegar.
—¿Entonces… esto es el fin del ciclo? —preguntó, con el corazón latiendo en un ritmo que parecía resonar con toda Némora.
El Eco Oscuro negó lentamente.
—No, Auric.
Esto… —la esfera comenzó a brillar, pulsando con luz y sombra en sincronía— es el punto medio.
El universo ha estado respirando solo con un pulmón.
Y este… —su mano se extendió hacia la esfera—
es el otro.
Al decirlo, un pulso recorrió el suelo, levantando las aguas de Némora en remolinos suspendidos.
El viento se detuvo, y los árboles temblaron como si inhalaran por primera vez.
El Hilo vibró como nunca antes, conectando todo ser consciente a ese latido recién nacido.
El que siempre faltó.
Y en ese instante, cada corazón sintió que la creación misma aprendía a respirar de nuevo… pero con un ritmo que nadie había escuchado antes.
La figura recién nacida extendió su mano, y al hacerlo, el arpa de Auric se levantó del suelo, flotando con una gravedad propia.
Una de las cuerdas se desprendió lentamente, girando en el aire como un hilo de luz, y se unió a la forma luminosa que emergía del pecho de Lumi.
Las vibraciones se entrelazaron, y del contacto nació una melodía inédita:
una canción que nunca antes había sido tocada, ni siquiera soñada, resonando con la profundidad del universo mismo.
Era la voz del Latido Silente.
—¿Qué quieres de nosotros? —preguntó Lumi, la voz temblando entre miedo y asombro.
#764 en Fantasía
#58 en Ciencia ficción
fantasia amor magia mundos paralelos, amor romance misterio suspenso, fantasía ciencia ficcion suspenso
Editado: 27.10.2025