Auric: Alas Oscuras, Corazón De Neón

Distorsionador

••••••••••• Capítulo 38 •••••••••••

El aire se volvió pesado, como si el Jardín hubiese dejado de respirar.
Auric y Elián se movieron al mismo tiempo, sin pensarlo, sin cruzar una sola palabra:
Lumi quedó detrás de ellos, rodeado por ambos cuerpos como si fueran un único escudo vivo.

Auric abrió los brazos ligeramente, dejando que su luz interna encendiera una suave aureola dorada sobre la hierba.

Elián apoyó un pie adelante, adoptando esa postura silenciosa que usaba cuando se preparaba para pelear; su sombra se alargó en el suelo como si tuviera voluntad propia.

Lumi sintió un tirón en el pecho, un miedo que no venía solo de él, sino también de ellos dos… como si los tres compartieran un mismo pulso acelerado.

—Quédate detrás de nosotros —murmuró Auric, sin apartar la mirada del punto donde la sombra había cruzado.

—No te muevas, Lumi —añadió Elián, con una voz tan baja que parecía un gruñido contenido.

Un escalofrío helado recorrió el aire.

Las flores más cercanas se inclinaron hacia atrás, como rechazando aquello que estaba por surgir.

Y entonces ocurrió.

Primero, un temblor suave, casi imperceptible.
Luego, el sonido de algo rajándose… no materia, no madera… sino un sueño.

Frente a ellos, la luz se dobló como si alguien la estuviera retorciendo con las manos.
Las sombras se encogieron y estiraron.
Los colores temblaron.

Y de esa distorsión —como una grieta abierta en la realidad— emergió la criatura.

El Distorsionador de Sueños

No caminó.
No flotó.
No cayó.

Simplemente apareció, desdoblándose como un reflejo mal colocado en un espejo roto.

Su cuerpo era imposible de definir del todo:
una silueta de contornos borrosos, como si estuviera hecha de fragmentos de sueños ajenos arrancados a la fuerza.
Tenía ojos… pero no estaban en su rostro.
Se distribuían en destellos por todo su cuerpo, abriéndose y cerrándose como parpadeos de personas que estaban durmiendo en otra parte.

El mundo alrededor se apagó un instante.
Los árboles parecían perder memoria.
El aire vibró con un sonido que no era sonido… más bien un recuerdo.

Lumi soltó un leve jadeo y dio un paso atrás.

E inmediatamente, Auric y Elián se movieron.
Auric colocó una mano atrás, tocando el brazo de Lumi para asegurarse de que seguía allí.
Elián extendió el suyo por delante, con los dedos tensos, listo para atacar.

—No lo mires directo —advirtió Elián sin girarse.

Auric añadió:

—Alimenta su forma… si lo miras demasiado tiempo, usará tus propios sueños contra ti.

El Distorsionador inclinó la cabeza hacia los tres, como si intentara reconocernos.
De su cuerpo surgió un murmullo que no pertenecía a un solo ser, sino a miles de voces superpuestas.

Vocespasobajosecre…lumino…tuyomiedo…abranpaso…

Lumi tembló involuntariamente, y la criatura reaccionó como si hubiese olido el estremecimiento.

En un segundo, la distorsión se estiró hacia él.

Y en ese instante—

Auric lo agarró del brazo firmemente.
Elián se colocó justo frente a Lumi, bloqueándolo completamente.

Nunca lo habían hecho así.
Nunca con ese filo tan feroz.

Como si el mundo pudiera romperse…
pero Lumi no.

Elián habló con un tono seco, duro, como nunca antes:

—Si quieres tocarlo… tendrás que pasar por nosotros.

Auric reforzó su luz, haciendo arder el suelo debajo de él:

—Y no lo lograrás.

El Distorsionador se detuvo.
Todos los ojos sobre su cuerpo se abrieron al mismo tiempo.

Algo antiguo, algo peligroso, algo que llevaba siglos sin pronunciarse… se preparaba para hablar.

El silencio se quebró.

No como un sonido fuerte, no como un trueno.
Se quebró como un sueño que alguien despierta de golpe.

El Distorsionador se estiró de manera antinatural: su cuerpo se amplió hacia los costados, como si estuviera formado por varias versiones de sí mismo que no lograban encajar.
Sus múltiples ojos se abrieron más, mostrando un brillo húmedo, como si estuvieran llorando visiones que no pertenecían a este mundo.

Y entonces el ataque comenzó.

Desde su pecho —o lo que parecía ser su pecho— salió una onda circular, silenciosa pero visible, hecha de imágenes superpuestas:
—infancias ajenas,
—sueños rotos,
—recuerdos de personas desconocidas,
—fragmentos de risas, de llantos, de voces.

Esa onda avanzó como un latido invertido, deformando el aire a su paso.

Las flores del jardín explotaron en colores equivocados.
Los árboles se agacharon como si los hubiera aplastado un gigante invisible.
El cielo se hundió unos centímetros, como si lo estuvieran empujando desde arriba.

Auric reaccionó primero...

Su luz dorada se encendió como una llamarada viva.
Extendió ambos brazos al frente, formando un escudo que vibró con notas resonantes, como si cada uno de sus latidos fuese música pura.

La onda chocó contra él…

Y el mundo entero parpadeó.

La hierba desapareció un instante.
El lago se volvió negro.
El aire se llenó de polvo luminoso, como si existieran dos realidades superpuestas tratando de decidir cuál era la verdadera.

Auric resistió, pero su luz se quebró en ciertos bordes, como si estuviera combatiendo algo que conocía demasiado bien:

—¡Aguarda un poco más, Lumi! —jadeó sin darse vuelta.

El Distorsionador no esperó.
Tres tentáculos de sombra y luz rota se dispararon hacia Lumi, marcando líneas en el aire como grietas en un vidrio.

Elián lo vio antes que nadie.

—¡Atrás! —rugió.

Su sombra se expandió por el suelo como un charco vivo, ascendiendo por su cuerpo y endureciéndose en placas oscuras que parecían formadas de noche compacta.
Saltó hacia adelante, bloqueando los tres tentáculos al mismo tiempo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.