Un pequeño ángel

••••••••••• Capítulo 43 •••••••••••

Lumi, todavía sonrojado por la broma de Auric y Elian, finalmente se incorporó con una sonrisa desafiante:

—¡Ustedes no pueden contra mí! —exclamó con voz firme, aunque divertida—. Siempre terminan derrotados… al final siempre terminan exhaustos.

Auric y Elian intercambiaron una mirada rápida, y luego rieron al unísono.

—¿Exhaustos, dices? —bromeó Auric, frotándose la nuca con una sonrisa traviesa—. Entonces tendremos que esforzarnos más…

—Sí, sí —añadió Elian, acariciando el hombro de Lumi—. Porque si tú eres tan fuerte como dices… tendremos que demostrarte que podemos seguirte el ritmo.

Lumi, con una mezcla de nerviosismo y emoción, los miró fijamente:

—¡Pues vamos! —dijo con un guiño—.

Elián respondió seriamente. —Pero aviso… al final… ¡terminas sin poder caminar!

Auric soltó una carcajada, y Elian hizo lo mismo, mientras ambos rodeaban a Lumi con sonrisas cómplices y ojos brillantes de diversión.

El ambiente se llenó de tensión juguetona, energía y anticipación. Cada movimiento, cada roce accidental, cada mirada cargada de cariño aumentaba la cercanía entre ellos. Lumi sentía cómo su corazón latía con fuerza, disfrutando de cada segundo de esta interacción que mezclaba diversión, emoción y emoción compartida.

El juego comenzó, lleno de carreras cortas, abrazos sorpresivos, risas y pequeñas bromas. Cada intento de “derrotar” a Lumi terminaba con los tres exhaustos, jadeando, riendo y abrazados. La cercanía física, los toques suaves, las manos entrelazadas y las caricias por el cabello hacían que la conexión emocional entre ellos se intensificara a cada instante.

Lumi, aunque divertido y juguetón, también sentía la intensidad del cariño de ambos, sintiéndose totalmente protegido, amado y único para Auric y Elian. La broma sobre “no poder caminar” se convirtió en risas compartidas, mientras los tres se apoyaban entre sí, disfrutando de la emoción, la ternura y la complicidad que los envolvía por completo.

—¡Exhaustos, eh! —jadeó Auric, riendo mientras se recostaba junto a Lumi—. Te juro… eres imposible.

—Pero totalmente nuestro —susurró Elian, apoyando la frente contra la de Lumi, mientras ambos lo rodeaban con brazos —. No cambiaría este momento por nada.

Lumi sonrió, entre risas y respiraciones profundas, sintiendo que nunca había estado tan vivo, amado y seguro, atrapado entre las manos y los corazones de Auric y Elian, quienes, a pesar de todo, siempre terminaban derrotados… pero felices.

La noche había caído sobre el refugio. La luz de la luna se colaba suavemente entre las ventanas de cristal, bañando la habitación en un resplandor plateado. Auric se encontraba cepillando sus dientes frente al pequeño lavabo, con los ojos atentos al reflejo de Lumi jugando en la habitación, mientras Elian acomodaba la cama con cuidado, dejando que las sábanas absorbieran el aroma cálido de la madera y las flores cercanas.

De pronto, un destello intenso iluminó toda la habitación. Auric se detuvo en seco, con el cepillo todavía en la mano, mientras Elian giraba la cabeza, sus ojos dorados brillando con alerta. En el centro de la habitación, Lumi flotaba ligeramente, rodeado por una luz dorada y verde neón, que parpadeaba como si estuviera viva.

—¿Lumi… qué está pasando? —preguntó Auric, dejando el cepillo a un lado.

La luz comenzó a concentrarse frente a ellos, y de el emergió una pequeña figura, tan radiante como frágil: un ángel diminuto, con cabello mitad rubio como Elian y mitad oscuro como Auric, y alas negras que brillaban con reflejos iridiscentes. Sus ojos, una mezcla de ambos tonos, miraban con curiosidad y una sabiduría inesperada para su tamaño.

Lumi, con los brazos temblorosos pero llenos de asombro, sostuvo al pequeño ser con cuidado.

—¡Auric… Elian… miren! —susurró Lumi, con los ojos brillando de emoción—. Apareció… salió de mi luz.

Auric dio un paso adelante, la mandíbula ligeramente caída, mientras su corazón latía con fuerza.

—Es… increíble —dijo, extendiendo la mano con cautela, como si temiera romper algo tan perfecto—. ¿De verdad… salió de ti, Lumi?

Elian se acercó lentamente, inclinándose para observar mejor al pequeño ángel. Sus ojos brillaban con mezcla de sorpresa y ternura.

—Tiene partes de nosotros… —susurró, con un hilo de voz lleno de emoción—. Es como si… nuestra energía, nuestro vínculo con Lumi… se hubiera manifestado.

El ángel levantó sus pequeñas alas negras, batiéndolas suavemente. Un destello recorrió la habitación, y una sensación de calidez y protección llenó el espacio. Lumi lo abrazó aún más fuerte, sintiendo cómo su propia energía y la del pequeño ser se entrelazaban.

—No sé… qué significa —dijo Lumi, con un hilo de voz tembloroso—, pero siento que es… importante.

Auric y Elian se miraron en silencio, comprendiendo sin palabras que ese pequeño ángel era una manifestación de la conexión única que los tres compartían, un símbolo de su vínculo, su protección y el poder que Lumi comenzaba a descubrir dentro de sí mismo.

—Lo cuidaremos —dijo Auric finalmente, con decisión—. Juntos. Como siempre.

Elian asintió, posando una mano sobre el hombro de Lumi y otra cerca del pequeño ángel, sintiendo la vibración de su energía.

—Sí —murmuró—. Nada nos separará de esto. Este… pequeño ángel es parte de nosotros, y también de ti, Lumi.

Lumi suspiró, sintiendo cómo la responsabilidad y la ternura se mezclaban dentro de él. Con Auric y Elian a su lado, sabía que podrían enfrentar cualquier cosa, incluso los misterios que aún no comprendía del todo.

Y así, en medio de la luz nocturna y la tranquilidad del refugio, los tres se quedaron abrazados junto a su nueva y diminuta manifestación, una promesa tangible de que su vínculo era más fuerte que cualquier fuerza externa.

El refugio estaba silencioso, solo interrumpido por el leve murmullo del viento y el resplandor suave que emanaba del pequeño ángel en los brazos de Lumi. Sus alas negras reflejaban la luz de la luna, y sus ojos, una mezcla de dorado y oscuro, brillaban con curiosidad mientras parpadeaba frente a ellos.