-Gracias por tu ayuda querida Auriel -dijo aquel hombre cuando pregunté si había visto a mi tía María-. No se preocupe Max, de todos modos iba a preguntarle si vio a María.
-La verdad no, no la veo desde esta mañana y tengo entendido que iba a ver sobre ese problema en los límites del bosque, ya sabes sobre esa extraña energía que está afectando a las muchachas de tu edad. –dijo Max un tanto preocupado por la querida Auriel.
-Esta bien supongo que la esperaré en casa, después de todo no le gusta que salga mucho por esta hora. Nos vemos mañana Max –agradecí cuando supe que no estaría aquí.
Desde hace unos años para ser exactos desde que cumplí quince a mi tía no le gusta que salga sola por el atardecer, pues por esos años en nuestro pueblo estaban pasando cosas extrañas y que solo podían confiar en mi tía para saber qué era lo que estaba pasando, de todos modos ella era la única médium aquí y por eso motivo la tratan de una manera especial y también esperaban eso de mi pues ella es una mujer muy espectacular en todos los sentidos que puedo escuchar sobre ella. Solo que yo no puedo hacer nada de lo que ella hace, sus dones como ella los llama no los puedo sentir y de un modo a otro eso me decepciona.
En nuestro pueblo era normal ver a personas de todas las razas que existen en nuestro mundo, porque si bien es cierto podemos ser un pueblo chico, pero aquí sobra trabajo y amor pues de esa manera somos conocidos como el pueblito más cariñoso y trabajador de entre todos los reinos y eso que en la capital las cosas no van bien después de todo desde esa caída de los reyes ya nada se puede esperar. Pero menos mal que la princesa logro salvarse y de esa manera el linaje sigue en pie.
Lástima que no la conozcamos en persona pues ella nunca se deja ver al aire libre y no es precisamente conocida por sus buenas decisiones, si bien es cierto aquí nos sobra trabajo y cualquiera sería bienvenido a ayudar pero la princesa no deja que la gente de la capital salga o que la gente del pueblo entre, ella dice que no es bien visto que nosotros los pueblerinos nos acerquemos, que podríamos dañar la imagen con los otros reinos y hacernos quedar mal. Cosa que en lo personal no creo que sea necesario porque tengo entendido que los antiguos reyes no tenían esas reglas simplemente todos debían apoyarse y nunca haber discordia entre los unos a otros.
Por eso cuando necesitamos enviar un mensaje o algún recado a la capital yo los llevo con ayuda de otros chicos que se podría decir que estamos por la misma edad , esa es otra cosa que ella decidió. Que todos los jóvenes entre los dieciocho y veinte años de todos los pueblos sean los únicos que puedan entrar a la capital siempre y cuando la situación lo necesite, otros piensan que es raro pero que más se le puede replicar a una princesa.
Pero lo raro es que cuando nos toca hacer los pedidos mi tía hace que nos cubriéramos con una especie de capa que tengo entendido ayuda a ocultar nuestra apariencia cosa que yo no le veo el sentido pues que tiene de malo ocultar nuestra apariencia, si bien es extraño que sea así en todos los pueblos y más por aquellos que tenemos el cabello rojo no quiere decir que seamos una amenaza. No todos somos brujos malos y si lo fuéramos por este tiempo es difícil encontrarlos y mas si son buscados a muerte.
-Si no miras por donde vas chocaras de nuevo Auriel –dijo mi amigo Zed-. Hahaha que gracioso sabes que esas veces estaba apurada además no es mi culpa que esa roca estuviera en el piso.
-Claro que la piedra no tiene la culpa Auriel, es una piedra por eso tiene que estar en el piso ahora que una chica sumida en sus pensamientos y torpe no la vea y se tropiece es otra cosa. –menciono Zed, si claro me caí uno dos veces y eso ya me hace torpe pero vamos nos pasa a todos ¿no?, alguna vez claro.
-Ya está bien, lo siento piedra –exclamé-. Contento ya le pedí perdón a la pobre piedra.
-Sí, la verdad si, en todo caso que haces por acá sabes que a María no le gusta que estes sola a esta hora. –me dijo cuando vio que estaba un poco lejos de mi casa y más cuando el atardecer se aproxima.
-La estaba buscando, ella me dijo que iba a conversar conmigo, ya sabes sobre ese tema que te comente la vez pasada.
-Ah claro eso que te estaba incomodando, pero yo creo que tal vez sea porque al fin estas despertando los dones de médium, recuerda que tu tía nos contó que ella los desarrollo a los quince –me dijo esperanzado con que sea eso pero yo siento que es algo más, algo que no le encuentro el sentido.
-Quince Zed quince, tú mismo lo estás diciendo quince yo ya tengo diecinueve y hasta ahora lo único mágico que sentí fue cuando probé por primera vez el alcohol y de cual no quiero saber nada ahora.
Si eso paso y fue cuando cumplí quince, soy una chica tranquila pero en ese momento estaba tan cansada de que mi tía no me hiciera caso y cuando se fue a resolver un problema en la frontera aproveché y salí por la noche aun cuando ella me dijo que no lo haga. Salí a dar una vuelta por el bosque que nos separa de la capital y ver de vez en cuando como es que vive la gente ahí en la noche, cuando me canse regrese y me encontré con Zed por el camino y cuando llegamos a mi casa agarre un vaso que pensé que estaba con agua cuando no fue así, resumiendo lo tome y Zed me dijo que nunca tomara, hasta ahora no sé qué hice porque unos días Zed estuvo raro conmigo pero cuando se calmó me dijo que solo no tomara y ya que era mejor para evitar ciertos malentendidos.