Aurora

Prólogo

ANTIGUO EGIPTO-ÉPOCA DEL IMPERIO NUEVO. AÑO 1300-1400 a.C.

El Eclipse se había manifestado cubriendo el desierto, los rayos dorados del sol que pintaban la perpetua arena con su luz fueron secuestrados por la sombra, y bajo la misma, en medio de donde la vida es efímera, una estructura de piedra sólida era el templo en el que ahora estaría ocupado por El Conquistador y sus seguidores, astutos y fieros guerreros mas engañosos bandidos conformaban su séquito.

 Dentro del templo la totalidad de seis columnas de piedra sostenían la estructura, al final de estas había un espacio con la estatua de una Serpiente, sobre la misma una apertura cuadrada dejaba entrar la oscuridad del eclipse, pero las antorchas situadas en diversos puntos del templo mantenían la visibilidad en el interior, en cuanto a la gran serpiente, más alta y grande que un hombre, detallada con paciencia y con ofrendas a su alrededor, dicha estatua intimidaba a los corazones débiles con su imponente forma, cada una de las columnas tenía escrito jeroglíficos que contaban juntos la leyenda de Apophis, el enemigo jurado del dios sol Ra, midiendo 131 pies (40 metros), cada vez que la Barca Solar hacía su viaje, Apophis luchaba por evitar su travesía cada día, pero era vencido y cortado en pedazos, sin embargo siempre regresaba al día siguiente, cuando se tragaba la barca ocurría un eclipse que significaba que el mal había engullido la luz.

—Hoy, obtendremos la guía para sepultar a los templos del sol, y liberar a Egipto de sus falsos dioses —Anunció El Conquistador.

El Conquistador tenía por vestimenta un «Shenti» grisáceo (faldilla, sujeta con un cinturón y plisadas en la parte delantera), sandalias elaboradas con fibra, no usaba armadura, aunque su alta figura y delgada pero fuerte complexión física le daban respeto a su presencia combinado con sus imperturbables ojos color café.

 Su séquito era de 12 miembros, dos delante de cada columna con la cabeza gacha, unos tenían puestas armaduras y otros tenían ropas para atravesar el desierto cubiertos hasta la cabeza, empuñando sables u otras clases de armas, mientras el silencio dominaba el ambiente, El Conquistador oraba de rodillas a la importante estatua, con los brazos extendidos a los lados, las palmas abiertas hacia arriba y su cabeza gacha hacia la estatua. Tras unos momentos de susurros, finalmente habló.

—«Oh..Dios Apophis, la Gran Serpiente Inmortal. Te ruego que me fortalezcas con tu poder que es incuestionable, para liberar a tu pueblo que en su corazón anhela su inmediata liberación, ayudanos para que nuestra cruzada sagrada por alzar la verdad resulte victoriosa, y todo Egipto se una a tu inmensa gloria —Alzaba su voz como la impenetrable tormenta de arena sobre las inocentes dunas— Otorganos el fuego de tu furia para destruir los templos de sus fantasiosos dioses, tú, que estás desde el nacimiento de la luz solar, danos la oportunidad de hacer del sol, tu gran ¡Eclipse!

En eso, la estructura tiembla dejando caer la acumulación de polvo y arena sobre los presentes, los ojos de la serpiente se iluminaron con un color blanco en respuesta, ante tal situación, El Conquistador se levanta retrocediendo unos pasos lleno de asombro, sus seguidores se le acercaron en muestra de incertidumbre, luego permanecen inmóviles al ver a su líder, ahora estando sonriente, mientras iba siendo rodeado en círculos en su suelo por la arena, cerrando sus ojos, sintiendo como iba ascendiendo a una escala mayor que el hombre, la oscuridad consumía el espacio, el fuego de las antorchas salía hacia sus manos desapareciendo en ellas, al presenciar dicho momento 11 de los 12 miembros se arrodillan, el duodécimo toma la base de la estatua el «Nemes» (la «corona» de Los Faraones, una especie de tocado de tela con rayas, ligera y cómoda, que sus extremos llegan hasta los hombros) e inca igual la rodilla ofreciendo el nemes hacia su nuevo Rey.

 El Conquistador toma el nemes, que en vez de ser dorado y azul como uno tradicional simbolizando el sol, es negro con rayas blancas que simbolizaría el Eclipse y a la serpiente Apophis, con el cráneo de una Cobra Real en la parte de la frente, una vez se lo coloca alza los brazos y sube la barbilla como muestra de agradecimiento a tal ascenso divino, manteniendo sus ojos cerrados ordena a sus fieles, bajando los brazos pero dejándolos extendidos a cada lado.

—¡¡De pie hermanos míos!! y prepárense para liberar a nuestro pueblo.

Los seguidores alzaban sus armas sedientas de lucha y vociferaban con fuerza el nombre de su engrandecido guía, el viento entró con una ráfaga cargada de arena que recorrió el lugar mientras la llama latente de sus almas crecía con furor, listos para liberar Egipto, y sepultar en la arena a quien se atreviera a interponerse en el camino.

—¡¡Nuestra cruzada comienza!!—El desierto habría escuchado el nombre de quien ahora es su Dios, una vez gritaron «¡¡Fenyang!!», la oscuridad del templo tenía el nuevo destello de sus ojos color rubí.



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En el texto hay: historia, dioses egipcios, reinos antiguos

Editado: 27.07.2020

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