Aurora

M A R I P O S A S

La iglesia se convirtió en su nuevo hogar, como voluntaria ayudando a niños con su educación y adoctrinamiento. El tiempo pasaba afuera, pero no en ella, como si se hubiera quedado congelada en un espacio del tiempo.

La pintura comenzó a ganar terreno cuando Aurora trató de recordar cómo era aquel pueblo de nombre misterioso. Y en un lienzo enorme decidió pintar solo unas cuantas ramas de aquel nogal, que la esperaba eternamente, que aún guardaba su niñez y que, como a su abuela la protegía Dios, a ella el nogal. Aurora le había otorgado la fé necesaria para convertirlo en algo que puede dar lo que es llamado "milagro".

Recuerda cómo se siente estar viva- escribió en una esquina de la pintura.

Aurora prefería ver todo a su manera, sin necesidad de hablar con otras personas. Tenía miedo a ser rechazada.

No le gustaba el ruido de la ciudad. No podía escuchar lo que decían las libélulas al volar entre las ramas. Las mariposas llegaban a morir a una esquina de su habitación, buscando un lugar suave en dónde caer y no volver.

Su habitación tenía un aspecto lúgubre, no tenía mucho acceso a la luz del sol. Era una casa grande.

Su adinerada abuela, ex integrante de la secretaría de cultura de México, había trabajado durante cuarenta años y ahora se dedicaba a la iglesia, que la recibía siempre con los brazos abiertos junto a Aurora después de cada generosa donación.



#6547 en Joven Adulto
#19377 en Otros
#5636 en Relatos cortos

En el texto hay: tristeza, tragica, dolor desamor

Editado: 30.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.