Aurora no había podido recuperarse de nada, su mundo había sido aplastado.
En donde las ilusiones nacen y mueren, en donde el espectador solo llora y no mueve el agua para hacer reacción. Allá en donde nada pasa, en donde nada se dice.
Para el anochecer del diecisiete de julio, el cuerpo de Aurora fue encontrado, colgado de una fuerte rama de su amado nogal en medio de un claro del bosque. La policía no hizo mucho más que tratar de esconder aquella noticia, pero esta se esparció más rápido que los llamados de ayuda que Aurora hacía, esos gritos que iban dirigidos a todos y a nadie.
Lo único que pudo encontrarse en la base del nogal fue una hoja con una despedida. Un conjuro a su vida y a la de las personas que amó...