Aurora

Capítulo 4

Gaia

-Está tardando demasiado.-Dije intranquila moviéndome de un lado a otro del lugar.

-Espera.-Dijo y yo paré de moverme esperando que mi hermana Coral dijese lo que tuviese que decir.-Toma una respiración profunda, siente como tus pulmones se llenan de aire primero y después una vez tus pulmones estén llenos suelta el aire poco a poco. Sintiéndote una contigo misma y con el entorno.

-Coral.

-¿Si?-Dijo ella sin abrir los ojos y sin quitar la mano de su pecho, se había puesto en esa posición para explicarme con gestos exagerados como tomar la respiración profunda.

-A veces me pones de los nervios.

-Tú a mi también.-dijo finalmente abriendo sus ojos y mirándome.-Será porque nuestras almas chocan, porque son parecidas ya sabes, porque somos hermanas.-Hizo una pequeña pausa.-Encima mellizas, compartimos útero.

-Lo hubiésemos compartido aunque solo hubiésemos sido hermanas.

-Fuimos compañeras de útero al mismo tiempo.-Siguió meditando, desde la cama en la que se encontraba sentada. Yo volví a dar vueltas, preocupada por Ian.-No puedo concentrarme.

-Qué pena.-Dije, pasándome las manos por el pelo y viendo las escaleras que llevaban a la puerta que de verdad esperaba que fuese abierta en cualquier momento.

-El fuego se esta apagando.-Comentó mi hermana mirando a la pequeña hoguera echa en uno de esos artilugios que fueron creados antes de que el sol dejase de salir y que ahora nosotras al menos seguíamos utilizando para sobrevivir al frio.

Fui a donde teníamos carbón y leña y eche mas, para que no se apagase y avive la llama como pude. Había aprendido rápido a hacer fuego, cuando nos habían echado del refugio. Tampoco teníamos otra opción, probablemente sino hubiese conseguido aprender rápido no lo hubiésemos conseguido.

-Ian vendrá.

-¿Y si le ha pasado algo?-Pregunté preocupada.

-Ya sabes cómo es Ian, mala hierba nunca muere.-Dijo con una pequeña sonrisa.-Además no te dejaría sola en este mundo de mierda.

-Te tengo a ti.

-Sí y siempre me tendrás, pero somos dos tipos de familia diferentes. Él es familia románticamente hablando, yo soy familia literalmente de sangre.

-No hagas promesas, estamos en mitad de un apocalipsis.

-Tú no seas catastrofista.-Dijo, sabiendo que yo me preocupaba de todo en exceso, pero de verdad estaba muy preocupada por Ian. Él siempre era puntual, y ni siquiera me importaba la comida que nos traía ya, yo solo quería saber que estaba bien.

Porque si no lo estuviese no se qué pasaría, ni que sería de nosotras o de mi.

No teníamos nadie más, siempre habíamos sido nosotros tres contra el mundo. El resto de personas de ese refugio eran agradables, pero al final en esta situaciones nunca sabias de quien podías fiarte. Y definitivamente no iba a poner en peligro a mi hermana confiando en alguien en quien no debía, yo siempre había tenido que cuidar de ella.

Aún seguía mirando al hoguera comprobando que la llama había vuelto a estar bien cuando mi hermana volvió a hablar.

-¿Podrías subirme en la silla y llevarme hasta mi mesa?-Yo asentí, y me aparté de la hoguera dirigiéndome a la cama donde ella estaba cogiendo en el camino su silla de ruedas para acercársela. La ayude a sentarse en esta y la llevé hasta su mesa, donde llevaba esta última semana intentando arreglar una vieja radio, para poder comunicarnos con mas supervivientes y así poder salir de este sitio de mierda en el que acabaríamos muriendo.

Suspiré fuerte cuando ella estaba intentando cambiar la frecuencia varias veces, al menos sonaba pero el sonido era tan horroroso que estaba segura que la radio seguía estropeada.

Aunque tampoco sabía que esperábamos, ya que todos los refugios de alrededor estaban controlados por el búnker central.

Ella empezó a cantar mientras arreglaba la radio, siempre lo hacía y siempre era la misma canción porque era la canción que nos cantaba nuestra madre cuando aún vivía. Decía algo sobre la tierra y el mar, su obsesion por esos dos opuestos había derivado en nuestros nombres. Gaia la diosa de la tierra en la mitología griega y Coral relacionado con el mar.

Lamentablemente la esperanza de vida aquí era baja, y la supervivencia era escasa, nuestra madre murió cuando ambas entrabamos a la adolesciencia.  Nuestro padre seguía vivo, pero se quedó allí en el búnker llevamos sin saber de él desde entonces y han pasado dos semanas.

Los padres de Ian si estaban vivos por el contrario, y eran el ejemplo a seguir de los tres. Tanto  Coral como a mí nos habían querido como sus propias hijas y eso lo apreciaba mucho.

-¿Lo consigues?-ella negó con la cabeza, igual de impaciente que yo por encontrar algo porque esto no podía ser algo para siempre, no podíamos arriesgar así a Ian y las dos lo sabíamos.

Aunque ninguno había querido hablar de que pasaría si encontrábamos un lugar al que ir, ya no seriamos nunca más los tres, solo estaríamos Coral y yo, aunque conociendo a Ian era probable que se viniese con nosotras. Pero no sabía si permitírselo, no sería justo para él. ¿Qué pasaría con sus padres?

Entonces lo que estábamos esperando paso, dos toques pausa, dos toques pausa, tres toques rápidos en la puerta. Ese tenía que ser Ian, corrí escaleras arriba y quite la barra que estaba colocada horizontalmete  para que nadie pudiese entrar fácilmente y abrí la puerta.

Ahí se encontraba Ian, parecía cansado. No esperé y me lancé sobre él besándole. Agarrándole  la parte de atrás del cuello y acariciando su pelo. Él tardó en reaccionar pero cuando lo hizo agarró mi cintura acercándome más.

Cuando nos separamos, nos miramos por unos segundos a los ojos mientras él me acariciaba la mejilla con suavidad y cariño. Quería que este momento fuese eterno, sin pensar en todos los problemas que teníamos encima. Finalmente nos fundimos en un gran abrazo, respiré tranquila aspirando su olor y tranquilizándome después de una hora esperándole.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.