Arrojar a dos hombres inocentes a una inminente muerte devastó al grupo. Por un momento y dudé de la existencia de un monstruo. Luego de que la nueva votación concluyó y que la Dra. Park fue elegida, nadie hizo comentario alguno.
Siguiendo el ejemplo del capitán Hughes, Park aceptó su destino y lentamente se dirigió al eliminador de desechos. Muy cerca de ella estaba Chen llorando, mientras unos metros más lejos estaba el teniente Rivera con la cabeza agachada.
Park abrió la compuerta del eliminador de basura. Era una cabina ligeramente amplia, cerca de tres personas podrían caber ahí. De repente, la Dra. Park sujetó a Chen con fuerza y la arrojó en la cabina. Antes de que el teniente Rivera o yo pudiéramos hacer algo, Park ya habría pulsado el botón de expulsión y Chen estaba ahora en el espacio aferrándose a cualquier pizca de oxígeno. Finalmente, la criatura había dado la cara.
Rápidamente Rivera saca su pistola para eliminarla, pero erra el tiro. Inmediatamente la bestia salta sobre él tomando su verdadera forma mientras se deslizaba por el aire. Aterrada contemplo como la joven mujer se transforma en una especie de ser humanoide alto y delgado, con enormes garras y colmillos. La baja iluminación no me dejó ver su cara, pero pude apreciar una serie de espinas sobre su espalda y una cola.
Decidida a actuar saco mi arma también, pero esta no tenía balas. Aquel revólver que me fue dado por Park simbolizaba que me engañó desde el principio.
— ¡Huye Mara! —gritó Rivera— ¡Vete de aquí!
Realmente quería ayudarlo, mas no tenía como. Desesperadamente procedo a presionar todos los botones del panel de mando con la esperanza de que alguno abra las compuertas de la sala. Para fortuna mía, lo conseguí. Desgraciadamente, Rivera ya había sido asesinado.
Con un rugido gutural, la bestia se lanza hacia mí con sus garras afiladas listas para destrozarme. No obstante, en un momento de pura desesperación, logro escapar de su alcance entre los oscuros pasillos de Aurora. Descendí hasta las profundidades de la nave, pero desafortunadamente, la criatura ya me había alcanzado.
Como último acto de supervivencia me encerré en el congelador de la cocina. Tomé algunos objetos que encontré y los puse tras la puerta. Su livianez me decía que era inútil, pero era todo lo que por ahora podía hacer.
Aunque el monstruo se cansó de golpear, todavía continuaba rondando el lugar. Inesperadamente, un destello de esperanza se manifiesta a través de unas luces que atravesaban la ventana dando a indicar que venían de afuera en el espacio. Una nave de rescate había llegado, estoy a salvo.
— ¡Ayuda! ¡Por aquí! —gritaba mientras golpeaba la ventana con la esperanza de ser notada.
De repente, irritantes sonidos de metales arrastrándose y fuerte estruendo se oyó del otro lado de la puerta del congelador. Con cuidado, me acerco a inspeccionar y descubro que el monstruo ha dejado la puerta trabada con algo pesado. Pese a que no comprendía su intención, tuve un mal presentimiento.
Inmediatamente corro hacia la venta y vislumbro con incertidumbre como aquel aterrador ser conversaba con los rescatistas convertida en mí. En aquellos instantes comprendí su intención. No hacía falta oírlos para comprender que el monstruo planeaba irse de la nave como la aparente única superviviente.
«No. Seguro que cuando escuchen sus mentiras descubrirán el engaño y volverán a buscarme», me dije como consuelo. Sin embargo, recordé que aquel maldito estuvo escuchando todas las confesiones.
Golpeo la ventana aferrada a la esperanza de que descubran su mentira, hasta que … observo como todos regresan a la nave y se alejan llevándose consigo al asesino.
Finalmente me rindo y acepto mi final, mientras mi esperanza se va y Aurora se hunde en lo desconocido.