「24 de diciembre del 2015」
El final de una larga y cálida noche trajo consigo un bello amanecer en donde se podía percibir el canto distante de las aves. Una armonía que diariamente solía despertarme.
Kishō no estaba, parecía que se encontraba aseándose para ponerse el uniforme temprano, dispuesto a llegar antes que los demás a las clases. Ese chico... siempre se esforzaba por ser una persona responsable...
Tan rápido como me fue posible, traté de seguir sus pasos. De ese modo logramos ir juntos a la escuela. Extrañamente, ninguno de los dos decía ni una palabra, ¿mi acosador estaba desanimado o algo por el estilo?
—¡Kishō! ¿Sigues dormido? Es sorprendente que no hables.
—¿Extrañas escuchar mi voz, Tsutomu?
De nuevo con eso... Parece que será mejor si se queda como estaba antes. Es tan complicado tratar con un chico que se aprovecha de cada palabra que suelto para iniciar su coqueteo.
—No, no la extrañaba —respondí.
—¡¿Eh?! ¡No es lindo que lo digas tan directamente, suena como si fuera cierto!
—¡No era una broma! No puedo dejar de escucharte ni en mis sueños, es tan molesto...
De cierta manera, estaba bromeando. Sus bromas ocasionales eran molestas, ya que no las consideraba necesarias. Sin embargo, el silencio también preocupaba. Si Kishō llegase a guardar completo silencio, sería sinónimo de un gran problema.
Por ese motivo, agregué eso al final de mi enunciado, para dejarle en claro que incluso cuando tengo la oportunidad de acurrucarme en mis sueños, él estaba "atormentándome".
La conversación fue tan entretenida que terminamos llegando a la escuela sin darnos cuenta. Por primera vez sentía motivación al poner un pie sobre el aula, tal vez por el radiante guardián que tenía a mi lado.
Una vez que tomé asiento y acomodé mis brazos sobre el pupitre, alistándome para recostarme, escuché a la distancia las pláticas relacionadas con mi persona. No era usual, yo pasaba siempre desapercibido, ¿por qué? ¿Qué estaba ocasionándolo? Busqué concentrarme para percibir los diálogos completos, comenzando por las chicas que cuestionaban a Kishō sin fin.
—¡Takayama-kun! ¿Podríamos salir por la tarde? Ha pasado un largo tiempo desde que nos acompañaste al karaoke.
—¡Anda, Takayama-san!
—¡Sí! No pasará nada malo, ¿o estás saliendo con alguien?
¿Qué? Un minuto, ¿ellas sospechaban sobre los sentimientos de Kishō? ¿Qué buscaban al invitarlo a salir?
—No, no podré ir —rechazó a las tres con una sola respuesta y continuó para no sonar tan tosco—. En realidad, no tengo pareja, pero sí hay una persona que me interesa, lo siento. Quisiera que respetaran eso.
¿Estaba bien? Considerando a qué iba la conversación, tal vez no tenía otra opción. Kishō no mentiría a menos que la situación lo ameritara. En este caso, él parecía consciente de que ocultar su situación podía tener un efecto negativo a la larga.
—¿Te gusta alguien? —cuestionó una de las chicas— ¡Ah! ¡Debe ser Inoue-kun!
No... ¿Por qué hacían eso? En ese momento, aunque nuestro amor fuera recíproco, no podía lidiar con esas dolorosas indirectas, las cuáles me aterraban por su posible consecuencia. Mi único recurso era fingir que seguía durmiendo, mientras seguía escuchando, incrementando mi tortura.
—Disculpa, no puedo decir algo al respecto —el representante de la clase contestó con una expresión relajada—. No quiero que la persona que me guste se acabe enterando, ni que llegue a confundirse por esta conversación, ¿de acuerdo?
Todos los del aula dirigieron sus miradas a mí. Imposible, ¿cómo estaba sintiéndolas si yo estaba "durmiendo"? ¡Algo iba mal! Necesitaba cambiar el curso de las cosas ahora mismo, dejar de lado todo y huir de ahí...
¿Todo el grupo iba a estar en mi contra de ahora en adelante? No estaba saliendo con Kishō, ¿qué pasaría en caso de intentarlo..?
—Tsutomu —me llamó Kishō.
Sentí que pasaba su mano sobre mi hombro, sacándome de ese estado de preocupación por fin. Mi alivio era incomparable, puesto que pasé por un gran dolor al comenzar a imaginar los detalles de las consecuencias derivadas de una decisión que todavía no había tomado. Ojalá siempre me ayudara a salir de esas situaciones, pero tampoco deseo depender de él, no podía caer en ese error...
—¿Qué pasa, Kishō?
—¿Estás bien?
¡Correcto! Si quería evadir todo eso, no tenía otra alternativa, debía aprovecharme de eso, no quedaba de otra.
—No, creo que regresaré a casa a descansar, perdóname.
Kishō se hizo un poco hacia atrás y me miró por completo. Esa mirada curiosa estaba examinándome, comprobando que dijera la verdad. ¿Qué clase de máquina era? ¿Un detector de mentiras? Esperaba que comprendiera mi punto para decir eso, ya que de salud me encontraba totalmente bien, había descansado como es debido, y por primera vez no dejé de comer a mis horas gracias a que se encargó de cuidarme.
Por eso, él sólo asintió y caminó hasta su pupitre mientras yo recogía todo y comenzaba a regresar a casa. Lo último que puse observar cuando salía por la puerta fueron las miradas que seguían en pie, cuestionándome sobre mi relación con el representante de la clase.