Ausencia de pastel

Capítulo 8

「14 de septiembre del 2016」   

Los días pasaron tan rápido como las olas llegan a la orilla y regresan repitiendo su ciclo. Nueve meses ignorando a los estudiantes y sus ilimitadas cuestiones resultó pesado; mientras disfrutábamos del tiempo juntos, esa preocupación se desvanecía y dejaba alegría en los corazones de ambos.

Justo como ya se había acordado, era el momento de visitar la casa de Kishō por primera vez. Afortunadamente, el hermano menor del señor Qiang se había ofrecido para pasar el rato con Yui, reduciendo mi preocupación, pues alguien de confianza estaría cuidando de ella.  

Conforme nos acercábamos no podía evitar sentirme intrigado, yo iba a ser la primera persona en conocer el lugar que muchos deseaban descubrir tiempo atrás.

Por supuesto, todos deseaban conocer dónde se encontraba la vivienda del presidente del consejo estudiantil. No podían evitar el deseo de descubrir más acerca de un chico tan carismático y popular que emanaba un gran misterio. No importaba lo que hicieran por obtener información, al final no lo conseguían. Era simplemente extraño, ¿acaso sus habilidades como acosador son tan superiores que es imposible que alguna otra persona pueda aplicárselas a él? 

Solo pensar en ello era aterrador, pero estaba seguro de que por lo menos alguna persona debía estar al tanto de la ubicación de la casa a la que llegaba Kishō cada día después de clases. 

Al estar frente a la puerta comprendí su motivo para aislar a todo compañero de clases. Incluso pensé que se las arregló para comprar el silencio de los que llegaron a seguirlo tiempo atrás. 

No hacía falta decir ni una palabra para expresar el impacto que la residencia me generaba. Estaba atónito y lleno de curiosidad. Su casa tenía el triple de tamaño que la mía, incluso llegaba a parecer un sueño que todos los estudiantes tenían. Correcto... ¡Todos querían ser como el presidente maravilla! ¿Cómo pude haber dejado pasar ese detalle por alto? 

¿Tal vez... yo no era el primero en enterarm?

—Kishō... ¿eres de una familia adinerada? —la preguntaba estaba de sobra. Claro que lo era, ¿qué tenía frente a mis ojos? ¿Un espejismo? ¡Para nada! ¡Estaba una clara respuesta!

Por supuesto, interrogar al respecto no era apropiado; sin embargo, necesitaba su confirmación para despejar toda duda que apareciera.

—No —fue directo y conciso—, tenemos una buena estabilidad económica, pero si hablamos de familias «adineradas», conozco a cuatro chicos que realmente lo son. No lo digo por humildad o algo por el estilo. En realidad ellos están a otro nivel. 

¿Cuatro chicos que realmente podrían ser considerados adinerados? ¿Cómo era eso posible? ¿Su casa era pequeña en comparación a la de ellos? Era imposible pensar en aquella opción.

—Lo entiendo... —pausé, dejando de darle más vueltas al asunto—. ¡Bien! Estamos justo aquí, ¿qué es lo que haremos al entrar?

—Lo primero será presentarte a mis padres, Tsutomu.

¿Eh? ¡¿Eh?! Un minuto... A lo largo de todo este tiempo tuve la oportunidad de prepararme mentalmente para ello y no lo hice al haber perdido de vista el propósito de mi visita.  Pese a que lo había mencionado tiempo atrás, no le tomé tanta importancia, ¿por qué me aterraba cuando estaba a unos cuántos pasos de la puerta? 

No había marcha atrás. Si quería hacer un pequeño cambio en mi vida tenía que seguir hacia adelante. Incluso si estoy aterrorizado, seguiré levantándome hasta poder superar este obstáculo. 

Temía que quisieran asesinarme incluso con sus miradas. ¿Qué van a pensar de mí? Solo soy un tipo que se la pasa haciendo de fantasma, evadiendo la interacción social a toda costa; el mismo chico que no destaca en ningún rubro y que repentinamente se enamoró e inició una relación con el más destellante de sus compañeros. 

Tantas cosas que podrían llegar a suceder me seguían inquietando, pero hacía falta enfrentar la realidad.

—Tsutomu, ¿te encuentras bien? Te noto algo pálido. —Kishō me llamó, sacándome del trance.

—E-Estoy bien...

No lo estoy...  Realmente no lo estoy, ¿por qué estaba tan confiado? Pasaron nueve meses y jamás imaginé lo que podría suceder si me presentaba ante la familia de mi pareja. 

Por más que tuviera el deseo de darme media vuelta y huir, mi mente no dejaba de tenerlo presente: ¡Ya estamos frente a la puerta, no seas cobarde!

Cuando menos lo esperaba, Kishō abrió la puerta. Lo primero que logré vislumbrar fue a sus padres de pie frente a nosotros. Ambos parecían molestos, no me sorprendería si de la nada comenzaran a soltar palabras hirientes.

—Kicchan —habló su madre en su estado de enojo—, ¿qué es esto? ¿Por qué están sujetados de la mano?

¿Lo estábamos?  ¡¿Desde cuándo?!

—Mamá, él es Tsutomu, ¡es mi novio!

O-Oye... Mira su rostro, ¿por qué le estás diciendo eso? ¿Quieres vernos muertos?

—¿Tsutomu? —su padre me miró de arriba hacia abajo, inspeccionándome y estableciendo juicios con base en mi apariencia—.  Kishō, tu madre y yo estamos decepcionados. ¿Cómo se te ocurre ponernos en esta situación?

No se preocupe señor, yo también estoy decepcionado de mí mismo. No pude abrir la puerta hace un par de segundos, así que es evidente que solo desperdicio el oxígeno que otras personas podrían utilizar para un bien mayor.

—Así es Kicchan, ¿por qué no me avisaste? Quería preparar una fiesta sorpresa para a Tsutomu.

—Descuida, cariño, luego prepararemos la boda en el extranjero y nos desquitaremos.

¿Ah? ¿De qué están hablando? La familia de Kishō sorprendía. Por un momento imaginé que iban a comerme vivo, pero... estaban planeando la boda...

¡¿Estaban planeando la boda?! ¡¿Por qué hacían eso?! No pude evitar pensar que esa actitud tan persistente de Kishō había sido heredada de sus padres.

—Disculpen —dejé de lado la timidez y comencé a hablar sin saber lo que diría—, e-es un gusto conocerlos... ¡Intentaré hacer feliz a su hijo con todo lo que tengo! Aunque no sea mucho...




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