Prólogo

Mi nombre es Emmanuel. Tengo veintiún años y mate a mi madre. La abrí bien como una cabra al matadero, lista para exterminarla. Mientras sangraba, yo lloraba de la felicidad, porque un sentimiento de libertad nacía en mí; así como probar los sentimientos y emociones de ver como una vida se apagaba en frente de mi. Primero fue mi madre, luego mis dos hermanos menores. Dejé para el último a mi...querido padre, quien fue el culpable que mi locura se desatara, el que me causó traumas, estragos y dolor en el alma.

Se suponía que una niña de trece años debía crecer en libertad, con inocencia, con amor, demostrar educación y amor hacia las personas. Pero yo, sólo he desarrollado amor a las cuchillas. Me he enamorado de de ellas, de sus filos, de lo ligeras que pueden ser al levantarlas por el aire y clavarlas en carne humana. Nunca nadie sabrá lo que se siente ver que la luz de las personas se apaga en las palmas de mi mano. Hasta he descubierto por mi sola el placer y el orgasmo que me dan al escuchar los gritos ahogados de dolor, las súplicas de que no los matara. Y es tan terrible cuando la ansiedad de necesitar tocar la sangre se me hace difícil de controlar.

Vaya, me exita pensar como mataré a mi siguiente víctima. La siguiente que me cause dolor.

Esto lo hago por la justicia. Soy sólo una mujer que sólo busca lo justo en este mundo putrefacto.

Pero esto es su culpa, mamá y papá.

Les dedico cada vida que quito a las noches.

En nombre de ustedes.

En nombre de dios,

...aunque ya no sea permitida en su reino por mis atroces pecados.