Autora de la muerte.

Capítulo II

El teniente Mills y Felix se encontraban en la estación central de Francia. Estaban en una sala junto a varios policías y el jefe de alto mando, habían sido reunidos para hablar sobre el asesino y tratar de obtener respuestas.

—El asesino es muy listo—dijo el general dando vueltas en la habitación—. No deja huellas, cabello ni nada que haga encontrarlo. No sabemos si es un animal o un humano por las veces en que hemos encontrado los torsos de las víctimas totalmente mutiladas, como que si de un animal se tratase, pero luego existen otras víctimas, las cuales la mayoría de las veces aparecen enteras y vemos las heridas limpias, hechas con un arma blanca. Lo que conlleva, que la mayoría de las víctimas que aparecen casi enteras, nos hace pensar que es un humano. Un criminal en serie. Ahora, ¿algo que deban aportar?

— Para dar con el lugar de donde los cuerpos fueron asesinados, hemos recorrido toda la radio de donde aparecían los cuerpos, hasta llegar a cada rincón de la ciudad—Habló un oficial—. No hemos encontrado ninguna área, pero sí hemos descubierto por la misma lógica que el asesino se prepara para matar a las víctimas; las elige, las observa y los trae hasta él para llevar a cabo el asesinato. Al no encontrarse el lugar en donde los asesina...tal vez pensamos que el asesino tiene un lugar propio donde comete los actos.

—Esta mañana—se levanta otro oficial al lado de que acaba de hablar hace un momento—, fue entregada las pruebas de autopsia de la última víctima. Indica que fue envenenada. Lo que nos puede decir que el asesino usa veneno como método para inmovilizar a las víctimas antes de matarlas, ya que no es un veneno mortal.

—Eso es falso. La penúltima víctima no tenía veneno en su organismo, fue asesinado sin más.—Dijo un oficial que estaba sentado al lado de Mills.

—No todas la víctimas que hemos encontrado han sido envenenadas.—Afirmó el que estaba al lado de Felix.

El general que yacía sentado, soltó un suspiro pesado,—Detectives Mills y Felix, ¿Algo que aportar después de lo que escucharon?

Todos los ojos se clavaron en ellos.

—Es un poco complicada la situación en donde nos encontramos, caballeros—Hablo Felix, parándose de la silla—. Pero aportaré en hacer algunas preguntas, así mi compañero y yo entendemos un poco más. ¿Exactamente desde cuando comenzaron las desapariciones? ¿Y quienes fueron las primeras víctimas?

—Las primeras desapariciones que se supo fueron...la familia Jonhson. La madre, el padre y los dos hermanos menores de nuestra escritora, Emmanuel Johnson—Dijo el general, y Mills prestó más atención ya que es la primera vez que escucha sobre el tema.

—Luego se supo que la abuela y la tía, la señora Amelia y Victoria.—Dijo un oficial.

—¿Y la señorita Emmanuel es la única que sobrevivió?—Volvió a preguntar Felix.

—Sí, pero los cuerpos nunca se encontraron. Sólo los sirvientes de la familia nos avisó.

—Interesante.

—Aquí tenemos una pista—Mills dijo levantándose de la silla y posandose al lado de su compañero Felix—. El asesino puede ser un familiar de la familia Jonhson que quiso cobrar venganza.

—Puede ser, ¿pero por qué sigue matando a personas? Estamos hablando desde hace ocho años atrás donde empezaron las matanzas, sólo que antes no era tan frecuente como ahora.—Dijo el oficial que había desmentido una teoría a un colega.

—¿Y si el asesino es la misma señorita Emmanuel?

Dijo Feliz, haciendo que todas las personas que se encontraban en la sala soltaran una gran carcajada, hasta el mismo general.

—Imposible, la señorita Emmanuel es un ángel enviado por dios para nosotros.

—Esta bien...Entonces propongo que esperemos a la próxima víctima para saber si esta es la que viene con veneno, ahí sabremos e investigaremos quién de la ciudad está especializado para eso.—Dijo Mills firmemente a su idea.

—¿Hay que esperar a que muera un inocente para que sea como un rata de pruebas para nosotros?—Exclamó el mismo policía. Mills notó que era el que contradecía a todos los que se encontraban aquí, lo cual ya lo comenzaba a molestar.

—¿Tiene una mejor idea? No tenemos más pistas que las víctimas. Esas personas están asesinadas por un persona que en este momento puede estar aquí entre nosotros, o allá afuera en medio de todos los civiles, paseando con tranquilidad y eligiendo a su próxima víctima, si no es que ya la encontró. ¿O acaso...usted sabe algo que nadie más sepa?

—No, teniente. Es sólo que le veo algo sin sentido que esperemos a que el asesino se mueva primero para que nosotros recién podamos movernos, cuando en realidad el que debe estar a un paso adelante es la ley.

—Ya no hay más pistas, subteniente James. He dicho que las únicas pruebas de que exista un asesino, son los cuerpos que aparecen, ya no hay más nada. Y créame que cuando el asesino se mueva, esta vez llegaremos hasta el nivel de donde encuentra. Ya no quiero oír ninguna otra contradictoria o dejaré que salga del caso. ¿Ha entendido?




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