De pequeño mi madre coleccionaba muñecas de todo tipo y las tenía esparcidas por toda la casa, en su cuarto tenía una que particularmente me daba bastante miedo, era una muñeca negra, con un vestido rojo y puntos blancos, la tenía en la cómoda a un lado de su cama.
Siempre que entraba a su cuarto sin importar en el lugar en el que me encontrara al ver a la muñeca me topaba con sus ojos clavados en mí, como si siguiera siempre todo lo que hacía al entrar en la habitación. Un día armado de valor, tomé a la muñeca la metí en una bolsa de plástico y la escondí al fondo del ropero de mis padres para no tener que verla cada que entraba a la habitación, en la madrugada de esa noche me levanté súbitamente debido a un fuerte trueno que venía debido a una fuerte tormenta, cuando me disponía a volver a dormir hubo algo que me llamó la atención, por el rabillo del ojo vi una pequeña sombra que estaba afuera de mi puerta, la cual era casi completamente de cristal intenté asomarme un poco más pues entre la penumbra del cuarto no veía casi nada cuando un relámpago iluminó brevemente el pasillo afuera de mi cuarto y la vi o al menos eso creo, era la muñeca, asustado me acosté de nuevo y me cubrí con las sábanas intentando asimilar lo que posiblemente había visto no supe en que momento volví a dormirme.
A la mañana siguiente mi madre me mandó a su habitación por su bolsa ya que íbamos a salir, al entrar y dar con ella sentí un escalofrío en la espalda, me giré y ahogué una exclamación, ahí en la cómoda estaba la muñeca en la misma posición de siempre, con su misma mirada siguiéndome, quise pensar que mi madre la había encontrado en el cutre escondite donde la dejé pero al ver que me demoraba ella fue a buscarme y me pregunto que donde había encontrado a la muñeca, pues la tarde pasada la buscó por todas partes y no había dado con ella... Quizá y solo quizá, no aluciné lo que vi la noche anterior...