Aveline

Capítulo 7

—Muchas gracias por los vestidos, señorita Kinstong, las chicas le están muy agradecidas —Agradeció Edwina mientras vestía mi cama con nuevas sábanas.

—De nada, fue un placer —contesté con una sonrisa de satisfacción.

Hacía unos días atrás, cuando el príncipe había ordenado que me hicieran nuevos vestidos, había separado algunos vestidos para Edwina y algunas otras criadas jóvenes, y los otros se los había enviado a mi hermana. Sabía que les sería difícil usarlos, pero quería tener aquel gesto con las personas que trabajaban para que todo siempre estuviese a punto, esperaba que mi hermana no se enojarse por no haber enviado todos.

—Señorita Kinstong, el príncipe la espera en su salón personal —informó la señora Nicols entrando en mi habitación.

Era extraño que el príncipe me mandase a llamar, aunque últimamente no debería sorprenderme nada que tuviese relación con él.

Acompañé al ama de llaves hasta mi salón privado, y al entrar allí me encontré al príncipe, algo cabizbajo. El príncipe Alexei levantó su mirada hacia mí y a continuación sus ojos se posaron en la señora Nicols, a quien pidió que nos dejase a solas, y aunque esta se negó en un inicio, finalmente accedió.

Cuando nos quedamos a solas, me acerqué a Alexei y pregunté con preocupación:

—¿Sucede algo?

—Lo siento —dijo casi en un susurro, como si le saliese decir aquello—. No pude encontrar a la verdadera dueña de la zapatilla, he buscado por todo Londres, pero no la he hallado, creo que no desea ser encontrada —respondió él, mirándome desde su posición con el dolor y el rechazo reflejado en su mirada.

Me senté a su lado mientras procesaba lo que acababa de decir el príncipe. Pensé en todas las consecuencias que aquello traería y que ya había analizado demasiadas veces antes como para no saber los riesgos. De repente miré al príncipe, parecía tan destrozado y triste, como si le hubiesen arrancado el corazón y me pregunté qué tan malo sería casarme con él. ¿Podría llegar a amarme? ¿Podría amarlo yo a él?

—Eso significa que debemos seguir adelante con la boda —contesté finalmente. De nada servía hacerme preguntas sin respuestas, después de todo, no resolvería nada con estas.

—Lamento no haberla librado de este matrimonio —se disculpó el príncipe Alexei con una gran amargura y tristeza, reflejada en su voz.

¿Realmente le molestaría tanto que yo fuese su esposa?

—Supongo que estamos juntos por un propósito, así que, es mejor seguir hacia delante con esto. No existe otro remedio —respondí.

El príncipe Alexei no dijo nada de manera inmediata ante mis palabras, sino que se mantuvo observando el suelo, mientras una de sus piernas se movía de manera nerviosa. Estaba claro que le inquietaba algo, posiblemente el matrimonio.

—Siempre me ha sido difícil crear vínculos —confesó el príncipe luego de un tiempo envueltos por el silencio sepulcral—. Desde la muerte de mi madre, mi padre me había advertido que entregarme por completo a alguien podría hacerme fallar y es por eso que me pregunté muchas veces quien me era leal y quién no. Sin embargo, con aquella chica me sentí confiado desde el primer momento, ella era tan natural y fresca para mí, que solo deseaba permanecer a su lado por la eternidad, pero ella se ha marchado, al parecer para siempre y vuelvo al punto de partida —confesó él con la desesperación reflejada en la voz, estaba claro su sufrimiento ante aquella verdad.

Quien fuese esa chica había dejado una huella en el príncipe, una que parecía imborrable, pero luego se había marchado sin mirar atrás, solo dejando un zapato que yo debía llenar. Me sentí enojada al pensar en aquella huella, no sabía por qué, pero su mención me resultaba incómoda. Aquella mujer estaría en medio de mi futuro matrimonio, y yo solo deseaba saber si en algún momento, el príncipe me vería, aunque fuese como un tercio de aquella dama.

—Quisiera que pudiese crear un vínculo conmigo —dije sin llegar a contenerme, pero en seguida me arrepentí grandemente—. Digo, seremos una pareja, deberíamos crear vínculos —expliqué tanto para el príncipe como para mí.

El príncipe Alexei me miró por un instante, al parecer, sin saber qué decir, hasta que finalmente habló:

—Sí, debemos crear vínculos, señorita Kinstong, espero que podamos hacerlo. Aunque creo que ya hemos comenzado a construir uno —añadió con una sonrisa sincera.

*****
Los siguientes días fueron bastantes ajetreados en el palacio, solo quedaban cuatro días para el baile de compromiso y habían demasiadas cosas que hacer, pues mamá quería que fuera perfecto y por ello estaba histérica.

—Madre, por favor, esté tranquila o no llegará a ver el baile —intenté calmarla al ver como trataba a los criados de manera grosera—. Vaya a tomar un poco de aire, yo me ocupo de esto mientras usted se relaja.

Mamá me miró con dudas, pero me hizo caso y salió del salón de baile. Una vez estuve sola, pedí disculpas a los criados en nombre de mi madre y con mayor sutileza comencé a dar las órdenes necesarias y Edwina me ayudó a organizar a los criados, aunque todo estaba bastante adelantado. Solo faltaba poner las flores, aprobar algunos platos de los que servirían en el baile y la orquesta se encontraba ensayando las piezas que se tocarían durante la fiesta; según tenía entendido, el príncipe y yo bailaríamos "El Danubio Azul", una hermosa pieza para iniciar. Cuando mi madre regresó de su descanso, se quedó asombrada de que todos se hubiesen organizado de mejor forma, en vez de pulular por el salón sin sentido alguno.

—¿Cómo lo lograste? —preguntó mi madre con sumo asombro.

—Con paciencia, sin gritar y dando buenas explicaciones de lo que deseo —respondí—. Ahora me voy, que la modista llegó para la prueba del vestido. Ten paciencia y sé una buena señora —añadí con tono de advertencia, antes de marchar a mi salón personal.

Entré en la sala —seguida de Edwina—, donde me esperaba la modista. Esta se disculpó por el vestido, ya que este era un poco llamativo, pues lo había comenzado a hacer con los otros vestidos, pero no le di importancia al hecho. El príncipe había decidido que me hiciesen vestidos nuevos, pero entendía que no se podía iniciar un nuevo vestido a tan poco tiempo del evento.




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