Aveline

Capítulo 9

Dos días habían pasado desde el baile de compromiso, y yo aún seguía enojada con el príncipe. Alexei había intentado disculparse varias veces, pero no quise escucharlo. Estaba cansada de oír las excusas que usaba para no admitir la verdad: había actuado de esa forma por su ego herido. Había confiado en él, le había contado mis sentimientos, y él solo había pagado con desconfianza y su actitud de ogro.

—Mañana es posible que recibamos visita —informó el rey mientras estábamos todos reunidos a la mesa para el almuerzo.

—¿Quién vendrá, padre? —preguntó Alexei con curiosidad. Aunque no dije nada, también tenía cierto interés en saberlo. Era la primera vez que recibiríamos visitas desde mi llegada al palacio.

—Ayer por la noche recibí una carta del Rey de España informando sobre su visita junto a su familia. Según la fecha, han de llegar mañana o pasado mañana —explicó el monarca.

Alexei puso cara de fastidio, pero no comentó nada más. Para mí estaba claro que esa visita no era de su agrado.

Cuando terminó el almuerzo, me dirigí a mi clase de francés, pero antes de llegar fui interceptada por la señora Nicols, quien me informó que la clase había sido suspendida, pues el rey deseaba que me encargara de todo para la recepción de la familia real.

—Es muy poco tiempo para preparar una recepción —comenté con preocupación. Era la primera vez que me encargaría de una celebración sin la ayuda de mi madre y, para añadir presión al asunto, se trataría de una recepción real.

—Usted será en breve la princesa de esta nación, y en el futuro, la reina. Tendrá que organizar cenas, recepciones, meriendas y bailes en mucho menos tiempo. Debe acostumbrarse a su nuevo cargo y responsabilidades —respondió la señora Nicols con firmeza, dándome un golpe de realidad.

Era la prometida del príncipe, casi una princesa. Tenía que afrontar estas responsabilidades y dejar mis miedos atrás, aunque eso fuera lo que más me costara.

Le pedí a la señora Nicols que reuniera a los criados en el salón principal para dar las instrucciones relacionadas con la recepción. Ella asintió con una sonrisa de satisfacción. Parecía aliviada con mis desempeños últimamente, ya no había tantas reprimendas como al principio, y eso me daba cierta tranquilidad. Sin embargo, sabía que, como futura princesa, pronto se me exigiría mucho más, y eso me aterraba.

Inhalé profundo al tener frente a mí al personal del palacio. Cuando encontré un poco de valentía, comencé a dar órdenes, siempre observando de reojo las expresiones de la señora Nicols. Ella tenía más experiencia en este tipo de eventos, y sus reacciones podían indicarme si estaba tomando buenas decisiones.

Decidí que la recepción incluiría una pequeña merienda para los invitados, nada ostentoso, pero sí agradable. Pedí que se entremezclaran platillos españoles con algunos locales para ofrecer una experiencia variada. Organicé a la servidumbre a cargo de los invitados, las habitaciones que ocuparían, entre otros detalles. Me sorprendí a mí misma al lograr coordinar todo desde cero.

Al terminar, fui a la biblioteca en busca de un libro para aprender un poco de español, idioma que mi institutriz aún no me había enseñado. Había escuchado que era bastante difícil, aunque no podía imaginar algo peor que el francés.

Mientras caminaba por los jardines, mi lugar favorito después de la biblioteca, leía algunas frases y practicaba en voz alta. Me sentía ridícula al intentar pronunciar palabras como "Hola" o "¿Cómo estás?". Mi voz sonaba extraña al tratar de emular el acento.

Después de un rato, me senté en un banco bajo la sombra de un árbol y pensé en mi hermana con melancolía. Le había enviado una carta pidiendo disculpas por mi actitud durante el baile, pero no había recibido respuesta de Giselle. Eso me rompía el corazón, pues significaba que no me había perdonado, y sabía que no podía culparla. Yo también estaría enojada si fuera ella, la había culpado sin razón por los pensamientos de terceros.

******
Por la tarde, subí a mi habitación para cambiarme de ropa. Al entrar, un dulce aroma me recibió desde el balcón. Al salir, lo encontré lleno de tulipanes de distintos colores en macetas. En una de las flores había una nota del príncipe pidiendo perdón por su actitud. No pude evitar sonreír ante aquel gesto. Debería estar enojada aún, pero simplemente no lo estaba.

—Tienes una sonrisa muy bonita, Aveline —dijo una voz masculina a mis espaldas. Al darme la vuelta, encontré a Alexei.

Se encontraba a pocos pasos de mí, con una sonrisa cautivadora que podría derretir el corazón de cualquier dama.

—¿Cómo supo que los tulipanes eran mis flores favoritas? —pregunté, pues no recordaba haberlo mencionado.

—Secreto profesional —respondió con un guiño travieso.

—¿Me perdona? —preguntó acercándose, tan cerca que mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras mis ojos permanecían fijos en los suyos—. Me comporté como un necio por mis inseguridades y dudé de usted. Pero espero que, con su gran corazón, pueda perdonar a este príncipe arrepentido —añadió, tomando mis manos entre las suyas y dejando un beso en cada una.

¿Cómo se suponía que debía mantenerme inmune a palabras y gestos así? ¿Podría Alexei sentir lo mismo que yo? ¿Acaso se le aceleraría el corazón como a mí, o era inmune a nuestra cercanía?

—Alexei, te perdono —respondí mientras bajaba la mirada hacia nuestras manos entrelazadas. Sentía que si lo miraba a los ojos, delataría lo acelerado de mi corazón, y eso me asustaba—. Pero ya no tienes mi amistad como antes. Tus palabras me hirieron profundamente —añadí.

Alexei guardó silencio, pero cuando alcé la mirada, vi que algo se debatía en su interior, algo que no lograba descifrar.

—Volveré a ganar su amistad, Aveline —dijo al fin con una sonrisa segura.

Anhelaba que sus disculpas fueran sinceras, no solo porque nos casaríamos en un mes y medio, sino porque mis sentimientos, que empezaban a aflorar, deseaban que él fuera el hombre que me abrazó aquella noche en el balcón.




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