Aveline

Capítulo 10

La mañana estaba muy hermosa, con el cielo despejado como pocas veces era posible verlo, y todo permanecía en calma, o por lo menos eso parecía, desde la ventana del salón personal que ahora me pertenecía. No parecía haber más movimiento que el de los sirvientes caminando de un lado a otro, semejantes a las abejas, que pululaban entre las flores sin parar ni por un instante.

—Señorita Kinstong —me giré hacia Edwina cuando me llamó. En sus manos estaba la bandeja de plata en donde traía mi correspondencia—. Ha llegado una invitación, junto a una carta de su hermana —anunció realizando una reverencia al tiempo que extendía la bandeja hacia mí.

No entendía la necesidad de tanto protocolo para entregar una carta, pero la señora Nicols —que observaba desde un rincón de la sala— se enojaría si no obedecíamos las normas del palacio.

Recibir una carta de mi hermana me llenaba de felicidad. Una semana atrás había recibido una respuesta a mi súplica de perdón, aunque, en realidad, era una carta en la que ella se disculpaba conmigo. La epístola se había perdido entre el correo de los sirvientes, y por ello había llegado a mis manos de forma tardía. Mi hermana me había escrito el mismo día del baile para disculparse, y aquello me había hecho darme cuenta de que Giselle era una mejor persona, pues había admitido sus errores mucho antes.

Tomé la invitación junto a la carta y me senté en el sillón más cercano. Primero abrí la invitación, la cual tenía un tono perla, con hermosos detalles en dorado:

"A la señorita Aveline Kinstong y al príncipe Alexei Thompson:
El señor Collins tiene el privilegio de invitarles al baile que se celebrará el 10 de mayo, en honor a la señorita Lauren Collins, en la residencia personal del señor Collins en Maidstone."

La invitación me sorprendió, aunque quizás no debía hacerlo tanto, después de todo, él estaba interesado en Giselle. A continuación, abrí la carta de mi hermana. En ella me exponía, con palabras bien medidas, lo mucho que le gustaría que el príncipe y yo aceptásemos la invitación; y añadía que, de ser así, el señor Collins enviaría su carruaje a recogernos mañana.

Deseaba aceptar la invitación. Era una oportunidad para alejarme del palacio y pasar tiempo con mi hermana, pero no estaba segura de que fuese correcto.

—Edwina, pide al príncipe una audiencia lo antes posible —dije a mi doncella, que se hallaba a pocos pasos de mi asiento.

Parecía curiosa de saber qué contenía la carta, pero ocultó ese sentimiento rápidamente y asintió con la cabeza, antes de marcharse a toda prisa de la habitación. Sabía que posiblemente Alexei no se negaría a verme si acudía sin previo aviso, pero con la boda a menos de un mes, todos los ojos estaban puestos sobre mí; no debía transgredir las normas.

Tiempo después, tocaron a la puerta, y luego de dar mi consentimiento, las puertas se abrieron revelando ante mí al príncipe portando su uniforme y aspecto regio. Me puse en pie cuando comenzó a acercarse a mí, e hice una reverencia una vez lo tuve en frente.

—¿Está todo bien, señorita Kinstong? —inquirió con cierto tono de preocupación.

Vi que sus ojos se movían a toda prisa analizándome de arriba a abajo y me alegró ver la preocupación; significaba que le importaba de alguna forma.

—Sí, Alteza, todo está bien —respondí con un asentimiento. El alivio en el rostro de Alexei fue claro, aunque la inquietud no desapareció completamente de su mirada—. Por favor, tome asiento —pedí mientras señalaba el sillón más cercano.

—Me asusté al recibir tu petición, nunca antes habías solicitado hablar conmigo —susurró Alexei después de tomar asiento. Esa confesión aceleró mi corazón, pero decidí concentrarme en lo que deseaba decirle.

Miré un momento en la dirección de la señora Nicols para asegurarme de que no pudiera oírnos hablar sin tanto formalismo. Ella nos observaba fijamente, pero a la distancia en que se encontraba, me parecía que no podía escucharnos.

—Lamento haberte dado esa preocupación —respondí volviendo mi mirada nuevamente hacia Alexei—. Es que recibimos una invitación del señor Collins para el baile en honor a su hermana.

Alexei me miró confuso, por lo que procedí a explicarle quién era el señor Collins para mi familia y especialmente para mi hermana.

—Deseo ir para apoyar a mi hermana, pero comprenderé si no puede ir —añadí. El rey no se encontraba en palacio y Alexei se había visto cargado con muchas más responsabilidades, por ello, sabía que no podía presionarlo en cuanto a la decisión.

Alexei se quedó en silencio, mientras su mente parecía alejarse de su cuerpo. Posiblemente la respuesta fuese negativa, pero aún así había decidido pedirle permiso.

—Aceptaremos la invitación —respondió finalmente Alexei, dejándome asombrada.

—¡¿En serio?! —exclamé, llamando la atención de la señorita Nicols, que me ofreció una mirada de advertencia. Alexei asintió en respuesta a mi interrogante—. Muchas gracias —contesté con un tono más bajo, mientras contenía la emoción.

No podía creer que había aceptado. Pasar tiempo con mi hermana, alejarme del palacio, de las normas y las miradas de advertencia; todo aquello se había cumplido con la afirmación de Alexei y no podía estar más feliz con la situación.

—De nada —respondió con una sonrisa, que me pareció hermosa.

Alexei no era de sonreír muy seguido, en especial cuando estaba frente a su padre, pero las pocas veces que me dejaba ver su sonrisa más sincera, algo se sacudía dentro de mí.

—El carruaje del señor Collins nos recogerá mañana para llevarnos hasta su residencia —informé.

—Está bien, prepararé a los guardias que nos acompañarán y, si lo deseas, tu doncella también podrá acompañarnos —contestó Alexei antes de ponerse en pie. No podía estar más complacida con lo que me ofrecía. Él era muy generoso.
*****
Al día siguiente, el carruaje del señor Collins llegó temprano en la mañana. Cuando Edwina me avisó de la llegada de mi hermana, me dirigí a toda prisa hacia mi salón personal. Al llegar a la puerta del salón me quedé quieta. No sabía cómo me recibiría Giselle; era nuestro primer encuentro después del baile.




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