Lunes 25 junio del 2040.
- ¡Buenos días dormilones, es hora de levantarse hoy nos mudamos! - grita mi padre lleno de ánimo, intentando separarnos de la cama.
- Creo que si me levanto será para comer, no por otra cosa - dice mi hermano, tras soltar un gran bosteso.
- Con eso me basta - responde mi padre con su sonrisa de siempre.
- Anda Carlos, vamos a levantarnos que tengo un estómago, al que dar de comer - comento muerto de sueño.
- Venga va - respondió mi hermano, con una mirada perdida, de lo zobado que estaba.
Tras una dura lucha contra el sueño, nos levantamos de la cama y nos dirigimos a las duchas, para darnos un baño mañanero, quitándonos por completo culaquier pereza que pudiéramos tener encima. Luego a continuación, mientras mi hermano se terminaba de vestir, yo me fui a la cocina, para ver que había de desayunar.
- ¡BIEN TORTITAS! - grito lleno de felicidad.
Empiezo a comer desesperado, como si no hubiese comido en varios días, sinceramente tuve que tranquilizarme, porque al poco tiempo, mi padre me empezó a mirar raro.
- ¿Estás bien hijo? - preguntó preocupado.
- Si, solo que bastante hambriento - respondo con una sonrisa.
- No, si ya se te ve, no paras de comer - responde mi padre, con una gran carjada.
A continuación, al fin llega mi hermano a la cocina para desayunar.
- Hombre, buenos días - comenta mi padre con una sonrisa.
- ¿Hay tortitas? - pregunta mi hermano con ilusión.
- Si, y he hecho 4 para cada uno - responde mi padre.
Para cuando mi hermano empezó a comer yo ya había terminado, así que fui a guardar las últimas cosas en mi maleta, y las fui metiendo en el coche.
- WoW, que proactivo te veo hoy Lucas - comenta mi padre sorprendido.
- ¿La maleta grande donde la quieres? - pregunto posandome en la puerta de la entrada.
- Dejamela a mí, además creo que me faltan unas cosas por meter - respondió.
Me dirigí a mi habitación, a la espera de nuestra salida, leyendo así uno de mis comics favoritos. Mi mente al notar que se a largaba tanto la espera, me obliga a quedarme dormido, echándome así una ciestesita, para recuperar el tiempo de sueño que me faltaba.
1 hora después...
- ¡Eh campeón! ¡Que nos vamos! - dice mi padre agitandome.
- Ya voy - respondo, levantándome lentamente de mi esterilla.
A continuación, junto a mi padre me dirigí al coche, donde mi hermano nos esperaba, para ponernos finalmente rumbo a la nueva casa.