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Después de comer unos ricos spaguettis, le pido permiso a mi padre para salir a ver la zona, lo que me autorizó sin ningún problema, así que cogí mi bicicleta y me fui a explorar nuestro nuevo pueblo. Subí una empinada cuesta por carretera, hasta llegar una pequeña plaza, donde se situaban los primeros bares y restaurantes, de dónde salían un fantástico olor a carne hecha a la parrilla, también habían chiringuitos de helados y refrescos, yo no tardé en pillarme un refresco y un helado, sentándome en un banco, bajo la sombra de un alto árbol que había en medio de la plaza. A continuación, examinando tranquilamente todo mi al rededor, veo de nuevo al fantasma al frente de mí, a unos pocos metros, dejándome bastante petrificado, pero esta vez, ese fantasma no se sin más, en este caso me enseñó una playa, donde también aparecía yo junto a otro chico.

- ¿Pero que? - murmuré confundido.

Sin pensarlo mucho, decido irme de ahí, dirigiéndome a un extraño y enorme castillo, que se situaba en la parte norte del pueblo, llegando a sus fronteras. Al llegar decido bajarme, entrando y viendo que en realidad era una biblioteca, encontrándome en libros destacados, uno que ojalá no me hubiese encontrado, este era ~LEYENDAS DE LA AVENIDA 614~ 
Al verlo, me quedé tan impactado que lo compré, llevandomelo a casa, para intentar averiguar algo sobre este lugar. Porque según lo que cuentan, en este lugar suceden muchas cosas paranormales, pero sobretodo en la Avenida 614, es decir justo donde vivo yo. Me dirigí a mi avenida, acordándome de que había visto un hospital abandonado, con un montón de telarañas y polvo acumulado, pero lo extraño fue mi móvil, recibía llamadas que no eran reales, y mensajes que tampoco lo eran, era como sí, cada vez que entraba en ese área sucedía eso.

- Creo que será mejor volver, se va a hacer de noche en breves momentos - murmuré bastante cagado de miedo.