Aventura en Otro Mundo (web)

1.2 - Oh, un impacto

La explosión causada por la inmolación del hombre sin duda había causado un gran destrozo. Sería imposible que alguna de las personas que habían asistido a la reunión ese día hayan logrado sobrevivir.

Eso diría el sentido común, pero nada más alejado de la realidad.

—Como decía, la habilidad que las personas presentaban al contacto con la perla, era la imposibilidad de morir. No por nada el nombre de la perla es "La Vida".

La chica pelinegra se levantó de entre los escombros de lo que solía ser la mesa de prensa, la cual había quedado completamente destruida por la explosión. El cielo nocturno era visible, y un aire gélido corría por el lugar. No había duda en que la bomba había destruido todo el lugar, pero, aún en esa escena, nadie había salido herido, excepto el hombre que explotó.

La mayoría de las cámaras estaban destruidas, y las que aún funcionaban, transmitían un audio de muy mala calidad, así como un video en estado deplorable.

En el momento en que el viento esparció parte del humo creado por la detonación de la bomba y el derrumbe del lugar, todos se sorprendieron. Cada uno de los reporteros, guardias de seguridad y exponentes, estaban bien, a excepción de la chica pelinegra, la cual tenía una pequeña herida en el pecho, de menor importancia.

Esta se cerró unos minutos después.

—Como ven, el poder que reside dentro de estas perlas no es sacado de un cuento de hadas, sino que es real. No habíamos visto algo similar en toda la historia de la humanidad, y colocarlo como principal generador del mundo no es una grandiosa idea que digamos.

Los reporteros aún estaban impactados por lo que había sucedido. Ellos habían visto el resplandor de la explosión, sentido el calor que esta generaba y aún estaban vivos. Era sin duda algo que no se veía todos los días.

—Esa es la razón por la que no hemos avanzado mucho en la investigación, ya que tenemos cosas mucho más importantes entre manos. Pero eso sí, les prometo que esta perla no será usada en la guerra, ya que causaría un completo desbalance.

Los otros cuatro chicos estaban tirados en el suelo, cubiertos por algunas pequeñas partes del techo, las cuales no les habían provocado ninguna herida.

—¿Qué pasó aquí?

—Ustedes acaban de ser testigos de ese "Cuento de Hadas" que dijo el suicida. ¿No es divertido?

—No lo es en absoluto.

La chica rubia se levantó de entre los escombros. Su cabello estaba lleno de un polvo de color gris al igual que su rostro y ropa. La pelinegra hizo el esfuerzo por resistir su risa, pero no lo logró y se carcajeó al ver la apariencia de su compañera.

Detrás de ella, el pelirrojo se paró, arrojando escombros hacia todas partes, llegando a golpear a un desafortunado reportero que estaba tratando de entender lo que había sucedido.

—Eso fue realmente intenso, pero, hubiéramos muerto. —Se volteó y se dirigió a la pelinegra—. La próxima, avísanos si tienes un artefacto capaz de hacernos resistir una explosión de una bomba tipo T-a1. No me gustaría saber dónde estaría mi cuerpo sin la ayuda de esa perla. Sin duda, no lo podrían reconocer entre estos restos.

Rápidamente, se apresuró a hacer una observación, acertada, que nadie le pidió, haciendo que la rubia lo golpeara.

—Eso no es divertido.

—Tal vez si tuviera a mi clon, hubiera probado la eficacia de esa bomba.

Tras la pelinegra, los otros dos se levantaron, pateando escombros a diestra y siniestra. Sus opiniones eran muy puntuales.

—Bueno, hemos terminado. Que se diviertan con el reporte de mañana, estoy ansioso por leerlo.

El pelirrojo agregó una última cosa antes de salir por donde estaba ubicada, hasta hace unos momentos, la puerta. La explosión había alcanzado las salas a ambos lados, por lo que no había un lugar para que ellos pudieran estar libres.

Los cinco caminaron unos cuantos metros, observando el pasaje destruido, antes de alcanzar el elevador. Debido al hecho de que la sala de reuniones que estaban usando estaba en la parte más alta de la torre, no había ninguna afectación al funcionamiento natural de esta, más que unas pequeñas grietas en el techo del piso inferior.

Los cinco entraron a la claustrofóbica cabina, para darse cuenta que la explosión había dañado parte del sistema eléctrico de la parte superior del edificio, por lo que el elevador no se movería en lo absoluto.

—Pues, creo que tendremos que bajar por las escaleras —comentó el pelirrojo.

—Bueno, servirá de ejercicio. ¿No quieren algo de comer? Me imagino que estar frente a los medios les despertó el apetito —propuso uno.

—Yo apoyo la idea —comentó otro.

—Quero un plato de esa extraña comida traída desde el continente ubicado en el Este.

—¿Te refieres a América?

—Si, a ese.

—¿No sabías su nombre o tienes algo contra el?

—Preferiría no hablar. Tengo hambre y es lo que importa, ¿no?

Mientras un par de ellos hablaba en el frente del grupo que descendía por las escaleras las dos chicas estaban al final. La rubia seguía buscando una pastilla entre sus bolsillos, los cuales estaban ligeramente ennegrecidos por el fuego. Sin duda, no encontraría nada útil entre los objetos que traía en el momento de la explosión.

El dolor de cabeza que sufría la pelinegra había reducido su intensidad gracias a la adrenalina que sentían en el momento, aunque, en este momento, tendría que preocuparse por otro motivo.

Ellas bajaban a un ritmo diferente que sus tres compañeros, debido a que la pelinegra comenzaba a sentirse un poco mal al caminar. Ella no estaba muy acostumbrada a la presión, así que se sentía algo agotada por hablar en público. Si bien era parte de los cinco genios, era el más introvertido también, siendo todo lo contrario la rubia, la cual la ayudaba a todo momento.

—¿Estás bien?

—Si, eso creo.

—Bien, Anneth, lo has soportado muy bien, estoy orgullosa. Te has ganado un servicio especial marca Hughes. ¿Qué te parece?



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En el texto hay: chica x chica, otro mundo magia romance, problemas personales

Editado: 15.05.2021

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