Aventura en Otro Mundo (web)

1.3 - Mira, un lindo pajarito

Los cuartos de las chicas estaban uno frente al otro, mientras que los de los chicos estaban ubicados hasta el del mismo piso, unidos por un solo pasillo. Eso servía para evitar problemas y que pudieran pasar sus noches como quisieran. Hubo un tiempo en el que los cinco dormían en habitaciones contiguas, pero, por diversos problemas que aparecieron entre ellos, se decidió hacer la separación.

Tal vez tenga algo que ver con un par de ellos, en realidad.

Anneth se despidió temporalmente de Madison y caminó hacia su habitación, marcada con el 001. Abrió la puerta con una pequeña tarjeta que traía en su bolsillo, la cual había sobrevivido milagrosamente a la explosión. Aunque tenía una pequeña parte ligeramente ennegrecida, todavía cumplía con su función.

La habitación no estaba ni cerca de ser pequeña. Parecía más una pequeña casa que una habitación debido a su gran tamaño —unos cuarenta y ocho metros cuadrados divididos en tres partes—. Entrando a la izquierda había una puerta, tras la cual se encontraba un baño con retrete y lavabo, el cual era más bien destinado a las visitas. Caminando un poco más adelante, había una pequeña barra, equipada con una pequeña estufa eléctrica y un gran cajón de color negro, el cual servía para conservar la comida en su temperatura óptima. Era una de las creaciones propias de Anneth, por lo que era el único en su tipo.

También había hecho un calentador exprés de comida, pero no lo usaba muy a menudo, ya que, tan solo unos cuantos pisos abajo, estaba la estación de comida principal, también llamado comedor, para simplificar.

Continuando, estaba una sala de estar —de unos doce metros cuadrados— equipada con un par de sillones y una mesa circular de centro, todos con un color chocolate, uno de los preferidos por Anneth. Del techo colgaba una lámpara que ella misma había diseñado. Tenía la forma de un dragón y alumbraba en la zona de su cola, para la sala, y la cabeza, para la pequeña cocina.

Frente a los sillones estaba una estructura de metal parecida a un tripié de cámara, sobre la cual descansaba una barra de color negro. Esa era la televisión moderna, proyectada por holograma.

Continuando por su habitación, la puerta a su cuarto había desaparecido tan solo un par de días antes por culpa de una histérica Madison. Esa era también de color chocolate.

Algunos de los trozos de madera —sí, era madera— provenientes de esa puerta estaban guardados en los cajones ubicados en una esquina de la sala, ya que Anneth se había propuesto rehacerla en su tiempo libre.

Su habitación era lo bastante grande como para alojar a una pareja, por lo que era un desperdicio inmenso de espacio, siendo de casi el mismo tamaño que su sala de estar.

Ella caminó por la entrada a su cuarto y se arrojó a su cama, la cual era de tamaño matrimonial.

—Estoy cansada, pero tengo hambre.

Estaba en medio de un dilema entre sus dos de sus más grandes aficiones, dormir y comer.

Mientras estaba acostada, tomó algo que colgaba de su cuello, un pequeño collar. Colgando de este estaba una pequeña esfera de color dorado, la cual emitía un cálido brillo cuando ella la ponía en sus manos.

Menos mal que había pedido que Moon le prestara una manera fácil de transportar la perla, ya que, sin ella, sin duda hubiese muerto por el disparo que recibió hacía unos minutos atrás. Su curiosidad estaba apagada por el hambre, pero, el día de mañana, averiguaría más cosas sobre el extraño artefacto.

—Como sea, Maddy no me dejará estar mucho tiempo acostada. Creo que tendré que cambiar la clave de mi entrada y crear una puerta a prueba de osos la próxima vez.

Mientras pensaba eso, Madison golpeó la puerta de su "casa" y la abrió después de no recibir respuesta inmediata de parte de Anneth. Era una chica impaciente.

—¡Anneth! Más te vale estar lista, porque saldremos con los chicos.

Ella estaba muy animada, ya que, mientras se cambiaba, el pelirrojo la había llamado para salir en grupo por la noche. Ellos no tenían permitido salir de las instalaciones de Central por su seguridad, cosa que quedó demostrada después del atentado de hacía unos minutos, pero ellos siempre encontraban la manera de salir y entrar sin ser detectados por nadie. Eran genios después de todo.

—Solo cinco minutos más...

Anneth estaba casi durmiéndose cuando Madison entró a su cuarto y la tomó de las piernas, sacudiéndola para despertarla. Era una rutina casi diaria a la que Anneth se había acostumbrado.

—No puedes, tienes que cambiarte. Salir con ropa con sangre y algo manchada no es bueno a la vista. Aunque, eso sería muy tú.

—¿Acabo de ser usada como un insulto? —pensó Anneth, que rápidamente se levantaba.

Si bien, no tomaba mucha importancia de su vestimenta, el hecho de que Madison la hubiera mencionado como una especie de condición anormal no era de su agrado, por lo que decidió, a regañadientes, cambiarse.

—Está bien, pero espera afuera.

—No tienes puerta, ¿quieres hacer una exhibición privada para mí desde la sala?

—¡Sal de este lugar!

—Ya, ya. Voy.

Madison tenía una mentalidad algo retorcida, pero sabía que, cuando Anneth comenzaba a gritar, no era bueno seguir con sus acciones. Todos sabían lo que podía hacer Anneth enojada, así que trataban de mantenerla en paz. Por muy tranquila y callada que sea, ellos sabían que no ganarían nada si discutían con ella.

Madison salió, no sin antes colocar una pequeña cámara en un mueble cercano a la puerta de la habitación, el cual estaba conectado a su tableta holográfica, la cual cargaba a todos lugares.

Anneth suspiró cuando escuchó que la puerta se cerraba, pero no se confió y fue a revisar que ella no se escondiera, ya que era una conducta recurrente en Madison.

Aunque la pelinegra no tenía una conducta exhibicionista, sentía algo revoloteando en su interior cuando Madison tocaba el tema, como si estuviese esperando que ella hiciera algo más.



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En el texto hay: chica x chica, otro mundo magia romance, problemas personales

Editado: 15.05.2021

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