Tras unas intensas tres horas, Anton por fin salió de la habitación. Había sobrevivido a la parte más dura del problema, por lo que todo lo que siguiera, ni siquiera le preocuparía.
Él suspiró mientras tomaba los papeles que su secretaria le había entregado y caminó hacia su oficina. Al abrir la puerta, se encontró con una dama que desconocía. Cabello largo hasta la cintura de un color blanco, ataviada con un largo vestido como de noche de una tonalidad blanca. Los volados de su ropa parecían desafiar la gravedad, ya que permanecían flotando en medio del espacio.
Era una belleza, tanto que dejó a Anton congelado justo en la entrada de su oficina. El leve sonido que hacía un pequeño grupo de papeles cayendo al suelo era lo único que se escuchaba en el lugar. Él nunca se imaginó que algo así sucedería.
Aunque estaba impactado, lo primero que se preguntó fue cómo había entrado la mujer, ya que todas las entradas de la torre estaban cerradas y había dado la orden de que ninguna persona, sin importar quién fuera, podía ingresar a Central. Sus subordinados estaban haciendo lo que él les había pedido, así que, ¿por qué estaba sucediendo esto?
—¿Quién eres tú?
Después de recuperarse un poco del impacto, Anton habló, rompiendo el silencio entre ambos. La mujer simplemente sonrió y comenzó a caminar hacia él. Anton, por instinto, llevó su mano a su bolsillo, donde tenía un arma lista por si era atacado. Era, más que un arma, un anillo donde podías transportar tu arma sin ser detectado.
Anton poseía una sortija de bodas, la cual había mandado a hacer hacía mucho tiempo, por lo que evitaba usar dos anillos, ya que podía ser descubierto fácilmente por las personas ajenas a Central.
Lentamente, lo colocó en su dedo índice de su mano derecha, esperando el momento para contraatacar.
La mujer se detuvo a unos cuantos pasos de Anton, y luego comenzó a hablar. Su voz sonaba tranquila y relajada, cosa que confundió a Anton.
—Veo que tiene problemas y que buscan a una chica —comentó.
El hecho de que los cinco se había fugado, o desaparecido, dependiendo de dónde lo leyeras, era público, pero las razones no se habían hecho de conocimiento general. Solo las personas que acompañaban a Anton —un total de cinco— eran las que sabían que Anneth había desaparecido, mientras que los otros grupos, que fueron por los otros cuatro, fueron evitados majestuosamente por los chicos, los cuales saltaron por las ventanas de sus cuartos.
Si esta mujer conocía algo que ellos no, significa que estaba relacionada con el escape de los cinco. Anton no podría dejar pasar esta oportunidad para aclarar las cosas para los altos mandos, así como conseguir una respuesta a las extrañas cosas que sucedían.
La mujer continuó hablando, como si esperase la reacción de Anton. Él no hablaría hasta saber cuáles eran las intenciones de la dama.
—No la encontrarán por más que la busquen, y, con respecto a los otros chicos, están bajo mi cuidado a partir de ahora.
Anton rápidamente sacó su mano del bolsillo y apuntó hacia la cabeza de la chica con la mano vacía. Primero confirmaría sus palabras, luego actuaría. Lentamente tensaba su dedo hacia atrás, preparando su arma para salir en el momento preciso.
La dama lentamente se acercó a Anton. En su rostro, permanecía una expresión tranquila, como si supiera lo que iba a suceder a continuación. Esto molestó un poco a Anton, el cual tiró levemente de su dedo, por lo que el arma saltaría a la vista si se descuidaba y movía aún más su mano.
Aunado a todo lo que estaba sucediendo y la presión que había sobre él por el caso del escape de los genios, sentía que esta extraña mujer emitía un aura que lo ponía aún más nervioso que de costumbre. Unas gotas de sudor comenzaron a aparecer sobre su rostro.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó Anton finalmente.
—Solo quiero ver qué es lo que obligó a esa chica a tomar esa decisión. No estoy culpándote en lo absoluto, pero, si pudiéramos hablar más tranquilamente, me gustaría saber qué es lo que ha sucedido aquí. Lamentablemente, ahora no tengo tiempo, por lo que tengo que despedirme. Tan solo vine a saludar.
La dama se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la ventana, la cual permanecía cerrada y sin ningún rasguño, por lo que no tenía escapatoria. Anton sabía esto, por lo que terminó de mover su dedo índice, ocasionando que un arma apareciera en su mano. Se trataba de una Colt 1911, la cual, aunque era algo anticuada, era funcional.
Anton apuntó a la cabeza de la dama, y comenzó a tirar del gatillo, ahora materializado, al mismo tiempo que se acercaba apara acortar distancias entre ambos y no errar el disparo.
—Te lo preguntaré de nuevo, ¿quién eres?
Era una duda que tenía Anton. No muchas personas podían traspasar la seguridad de Central, y mucho menos, lograr entrar a su oficina, la cual es la segunda habitación más resguardada de todo el complejo. Definitivamente, ella no era alguien normal.
—Te he dicho que no tengo tiempo. Por el momento, estaré ocupándome de los cinco, así que no podrán alcanzarlos por más que lo intenten. Tal vez deberían dejarlos en paz por unos días, o meses, para que se relajen un poco.
—¿Para quién trabajas?
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Editado: 15.05.2021