Al momento de entrar, comenzó a sentir mareos y un dolor de cabeza inmenso. Intentó gritar, pero su voz no salía. Cerró sus ojos por un momento, a la espera de que su vida llegara a su fin. No tenía ni la menor idea de qué era lo que estaba sucediendo, quién era esa dama o qué era esa extraña fractura del espacio donde él se había lanzado sin dudarlo dos veces. En un ambiente tan desconocido, y hostil, no podía esperar nada más que la muerte.
En eso, escuchó una voz.
—Veo que eres obstinado y valiente. Aunque me atacaste de manera cobarde, te perdonaré por tu valentía.
De pronto, todo lo que sentía, desapareció. Su dolor de cabeza le dejó y sus nauseas se fueron.
Él abrió sus ojos poco tiempo después, para encontrarse en un lugar que desconocía por completo. Podía ver el sol descendiendo, causando que el cielo se pintara de colores rojizos. Al mirar a su alrededor, se encontró con cientos de ruinas, las cuales se extendían hasta donde la vista alcanzaba. En el pasado, habían formado parte de una ciudad inmensa, la cual había sido gobernada por la misma Central.
Sí, estamos hablando de la ciudad de Límber.
Anton estaba completamente confundido, sin saber qué pasaba.
Aunque él era un miembro destacado de Central, estaba indefenso, a cientos de kilómetros de la ayuda o la comunicación. Y junto a él, una misteriosa dama con habilidades sobrenaturales, la cual era la responsable de haberlo traído hasta aquí.
—Ya que has llegado hasta aquí, te mereces un premio.
La dama dejó a Anton en el suelo y caminó hacia uno de los edificios en ruinas. Este parecía estar a punto de caerse, por lo que no podía considerarse un lugar seguro, eso era lo que pensaba Anton.
—¡Espera!
Anton gritó y trató de alcanzarla estirando su brazo, pero su esfuerzo fue inútil. Él no era la persona más débil de Central, pero tampoco la más fuerte. Ahora, estaba recostado en el suelo, sobre el asfalto de lo que alguna vez fue una ciudad. Anton no pudo evitar lamentar su posición.
—Como sea, tengo que saber qué es lo que está pasando. Central no puede perder, así como así.
Mientras hacía un gran esfuerzo por ponerse de pie —tal vez porque los años ya lo estaban alcanzando— alcanzó a observar que la dama vestida de blanco estaba regresando, y, junto a ella, un grupo de cuatro jóvenes que Anton conocía.
—Ustedes…
Anton no podía creer lo que sucedía. Él estaba seguro de que ellos habían escapado, pero no sabía dónde estaban ni cómo lo habían hecho. Descubrir esta información le tomaría semanas, o incluso, meses.
—No esperé encontrarlo aquí, director.
Lance fue el primero en acercarse a la figura de Anton, tendiéndole una mano para que este pudiera levantarse con mayor facilidad. Detrás de él, Pietro caminaba hacia el par, seguido de Madison. Raphael les había dado indicaciones de cómo volver a su apariencia normal, por lo que Anton no notó nada extraño a primera vista.
Ya con Anton puesto de pie, la conversación continuó.
—Es verdaderamente inesperado —agregó Madison.
—No esperábamos su visita —comentó Lance.
Anton no sabía lo que sucedía, pero si había podido dar con los cuatro al mismo tiempo, entonces sus preocupaciones eran menos. Solo tenía que regresarlos a Central e inventar una razón para todo este alboroto. De esa manera, él se mantendría en su puesto y los inversionistas estarían contentos con lo que suceda, es una situación ganar-ganar para Central y para él.
O al menos, eso creía.
—Me alegra que estén bien. Ya saben, han causado mucho revuelo en la ciudad, así que, si no les importa, les pido que regresen a Central.
—Nos negamos —dijeron al unísono Madison y Lance.
Pietro se quedó un poco detrás del grupo, pero apoyaba la razón común. Raphael estaba jugando con un pequeño juguete que había encontrado dentro de una de las ruinas, por lo que no estaba poniendo mucha atención a lo que sucedía frente a él.
—¿Por qué hacen esto?
Ante la pregunta de Anton, Madison se apresuró a dar un paso enfrente.
—Estamos cansados de todo. El esfuerzo sobrehumano que tenemos que hacer para que ustedes ganen dinero es realmente injusto. Ustedes solo tienen ojos para lo que les conviene, como retener a sus principales accionistas antes que la salud de sus empleados. Es lamentable.
Madison se apresuró a comentar todo lo que ella sentía sobre Central. Los malos tratos hacia los cinco —en realidad, hacía cuatro de ellos— estaban a la orden del día, causando que su estadía dentro de Central fuera más un infierno que un paraíso.
Si bien, todas las cosas que ella decía no eran del todo ciertas, sirvieron para aclarar un poco la visión que Anton tenía sobre Central. Él creía, equivocadamente, que se trataba de un lugar de trabajo armonioso donde todo transcurría de manera calmada. Si bien, los continuos actos de Madison, como el hackeo la base de datos principal, eran algo fastidiosos para Central, no había razón para que esta —refiriéndose a la estadía— fuera una tortura.
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Editado: 15.05.2021