Una densa nube de polvo hace difícil la vista a la ciudad. A lo lejos, un hombre encapuchado llega sin tener noción de que sea la ciudad que buscaba ya que no es como su imaginación se la presentaba.
En lugar de ser una metrópolis, no hay ni un alma transitando por las calles. El viajero observa a todos lados con la esperanza de encontrar a algún habitante, hasta que encuentra a un anciano tirado en la calle. Con velocidad se dirige a socorrerle.
- Señor, ¿se encuentra bien? - Pregunta el viajero mientras le ayuda a levantarse
- Sí, jovencito. Gracias por ayudarme - responde el anciano - ¿Pero qué haces acá? ¡Deberías estar oculto!
- ¿Podría decirme lo que sucedió? ¿ésta es la Ciudad de Arthos? - pregunta el viajero.
- Sí, lo es. O al menos, lo era - responde el anciano - Es una de las ciudades más populares del Imperio debido a su proximidad con el Mar de Tetis, muy ideal para los amantes del surf. Pero, un día, un grupo de desconocidos invadieron la ciudad, asesinando por placer, causando terror en su gente que decidió huir o refugiarse en sus hogares. Sin apoyo de las autoridades fue fácil para ellos ejercer control sobre nosotros. Estás a salvo, solo vienen por acá una vez cada semana.
- ¿Dónde se encuentran? - pregunta el viajero - quizá pueda detenerlos.
- Están en el palacio del gobernador en el distrito Brustick. Ten cuidado. - dice el anciano.
El viajero agradece la información del anciano y se dirige al distrito Brustick. Al llegar, encuentra a unos bandidos acosando a una señora. Sin mirar a ninguno de ellos va al bar, causando que los bandidos enfoquen su mirada hacia él. Estando allí se sienta frente al mostrador y le pide al bartender un vaso con su mejor whisky. En ese momento, el grupo de bandidos se aproxima a él.
- ¿Se te ofrece algo extranjero? - pregunta uno de los bandidos.
- Gracias por ofrecerse, pero ya me atendieron - dice el viajero.
Los bandidos se irritan y uno de ellos gira el asiento donde el viajero se encontraba sentado.
- ¿Sabes? Esta ciudad no es para extranjeros - indica otro de los bandidos - yo que tú me alejo de esta ciudad, lo más pronto posible.
- Muy amables, por su advertencia, pero no. - responde el viajero en tono provocador - me dijeron que acá se servía el mejor whisky y quiero averiguarlo, así que pueden dejarme tranquilo.
Uno de los bandidos toca el hombro del viajero y éste retuerce su mano, tirándolo contra el piso retorciéndose del dolor. Tras esto, los demás comienzan a atacar, pero es inútil ya que son vencidos uno por uno por el viajero quien no hace ningún esfuerzo y los echa del bar. Los humillados bandidos no les queda de otra que huir en búsqueda de su jefe, prometiendo venganza. El viajero vuelve a su silla y observa a un atónito bartender que no puede creer lo que ha pasado.
- Toma - dice el bartender mientras le da el vaso con whisky al viajero - la casa invita.
Mientras tanto, los bandidos llegan al palacio del gobernador en donde una fiesta se estaba celebrando.
- Señor Anton - dice uno de los bandidos - necesitamos de su ayuda.
- Les dejo una ciudad a su completa merced - indica Anton mientras tira su vaso con furia - ¡¿y no pueden resolver algo sin que intervenga?!
- Lo sabemos señor, pero este extranjero es diferente - responde otro de los bandidos - es fuerte, ha podido con todos nosotros sin titubear.
- Oh, un digno oponente. - dice Anton mientras le da una orden a una de las chicas - tú, limpia la alfombra y trae mi ropa. Tengo trabajo que hacer.
En el bar, el viajero lleva su tercer vaso con whisky. En ese momento, llega Anton junto con el grupo de bandidos y se dirige a donde está el viajero
- ¡Saludos, extranjero! - dice Anton - Lamento la agresividad de mi gente, no son cordiales ante los extraños.
- ¿Puedes creer que no me dejaron tranquilo mientras esperaba mi whisky? - Exclama el viajero.
- Es un buen whisky, ¿eh? - responde Anton - Acá no permitimos extranjeros, mi gente te acompañará hasta los límites de la ciudad, pagaré tus gastos y compraré una botella de whisky en compensación por el mal rato y la bebas donde sea que quieras ir.
- La oferta es tentadora pero desisto de ella. - dice el viajero - Acabo de llegar y acá me quedaré.
- Vaya, vaya, un amante de los problemas igual que yo - indica Anton - hagamos algo, tengamos un enfrentamiento. Si tú ganas, tendrás el derecho de quedarte. Si pierdes, te irás ¿aceptas?
- Si con eso puedo seguir bebiendo mi whisky tranquilo, acepto - responde el viajero.
Ambos salen del bar y comienza la lucha. El viajero no tarda en dejar contra el piso a Anton, pero antes de volver a donde estaba, Anton le ataca por detrás con un misterioso guante que lo tira contra la pared de un edificio anexo.
- No están prohibidas las armas, tengo entendido - dice Anton mientras se ríe - y la espada que tienes en tu espalda no podrá contra mí, ya tira la toalla y vete.
- Jamás - dice el viajero mientras saca una espada bastarda de una funda que lleva en la espalda - Excalibur, despierta.
La espada bastarda es envuelta en un fuego azul que al desaparecer se convierte en una majestuosa espada de color azul con dorado. Con ella, vence nuevamente a Anton rápidamente. Los bandidos van en contra del viajero y todos juntos lo dejan contra el suelo, atrapando brazos y piernas, incapaz de moverse. En ese momento, Anton le quita la espada al viajero.