Aventuras de un héroe desafortunado: Recuerdos del tiempo

Capítulo II: Océano profundo

Después de evaluar las tareas de cada uno, solicita las cartas. De los 100 alumnos que somos, solo 10 entregaron cartas, incluyendo la mía.

— Así que usted va, Señor Braun — dice la profesora —. Le deseo éxitos

Le agradezco en silencio. Acto seguido nos da una charla aburridísima sobre el supercontinente y agradece que algunos de su clase emprendan el viaje. Salimos temprano, para ser enviados directamente al muelle. Allí encontramos tres barcos grandísimos extremadamente lujosos. Antes de abordar me despido de mi madre, con la promesa de volver pronto. Yahir me acompaña, lo que hace que mi madre pueda estar tranquila.

— Veamos, Sunrac Braun — dice el mayordomo — su suite es la A-24, ubicada en el segundo pasillo de la sección para la clase alta. Disfrute su viaje.

— Mi suite es la A-2 — responde Valentine — primer pasillo.

— Qué suerte — dice Adriana —. Mi suite es la A-27, ¡estamos juntos Sunny!

Valentine se nota celosa, no le presto atención de todas formas. Cada quien va a su suite ya que no nos permiten estar afuera al momento de iniciar el viaje. El barco finalmente zarpa, son las 13:15 del 10 de abril. 

Intento descansar un poco, pero los sueños se hacen más vívidos cada minuto que pasa. Despierto al momento que alguien toca mi puerta. Al abrir, noto que es Yahir.

— Es la primera vez que sales de la isla y estás encerrado en tu suite — dice —. Soy tu tutor durante el viaje y tu estancia en el supercontinente, fueron las condiciones de tu madre. Así que, usando ese poder, solicito que me acompañes a la cubierta para ver el paisaje. Tus amigas también están afuera.

Asiento en señal de afirmación y acompaño a Yahir. En circunstancias normales me habría opuesto; pero tiene razón, salí de esa isla, tengo derecho a ver lo que antes jamás vi. En babor, Adriana y Valentine observan el denso océano como si de niños en dulcería se tratase.

— ¿Jamás viste el océano? — pregunté a Valentine —. Pensé que tu padre te habría llevado en sus numerosos viajes. 

— Es primera vez — me responde luego de tomarme del brazo —. Estoy yendo a lo desconocido, pero lejos de sentir miedo, estoy tranquila. 

Adriana siente celos y me toma del otro brazo. Los tres miramos el paisaje que se presenta ante nuestros ojos. Inesperadamente, el cielo se oscurece y el océano se vuelve rebelde. Yahir exige que vayamos a nuestras suites. Comienza a llover y caen relámpagos por todos lados, uno de ellos cae en el centro del barco, donde hay pirotecnia que se suponía sería usada para nuestra bienvenida al supercontinente. 

El resultado era el previsible, la pirotecnia explotó e incendió el barco por completo. Valentine y Adriana no soltaban mis brazos pero yo estaba inmóvil, no sabía qué hacer. En un momento ambas trataron de arrastrarme, pero el Capitán viró violentamente, causando que cayésemos al suelo. 

Escucho los altavoces del barco y lo que transmiten no es nada alentador

«Estimados pasajeros, debido a un fallo, el barco está irremediablemente condenado a su destrucción. Pedimos que, ordenadamente, se trasladen a los botes salvavidas. Yahir les guiará». 

— Sigh. Este idiota no tiene tacto — escucho a Yahir — de acuerdo, el protocolo a seguir es el mismo, de forma ordenada irán a los botes salvavidas. Habrá tiempo suficiente para que puedan salir ilesos, así que no se alboroten. 

Yahir nos hace señas, y los tres vamos con él. Miró hacia la proa y observo como se ha creado un tifón a escasos metros del barco. El capitán no puede virar para salvarnos y en caso de intentarlo, la mitad del barco sería consumida por el tifón, lo que no habría servido de mucha ayuda, el destino era el mismo.

Como era de esperarse, el tifón destruyó el barco. Yo caí hacia el profundo océano. Este viaje era el final de mi existencia, así como mi padre, yo debía morir en los brazos de Poseidón.

No podía tolerar ese cruel desenlace. No sin haber hecho algo de gran envergadura. No podía permitir que mi madre, luego de perder a su esposo, perdiese a su único hijo. ¿Pero qué podía hacer? ¿Qué poder tengo para cambiar el destino? Soy un simple humano, sin alguna habilidad extraordinaria que me permitiese salir de esa situación. Perdiendo mi voluntad, solo me queda aceptar lo que pasa frente a mis ojos. 

Si existese una forma de manipular a Chrono lo haría sin dudarlo, incluso si tuviese que vender mi alma al mismísimo Hades con tal de salvarme, lo haría:

«Yo, Sunrac Braun, entrego mi alma a Hades con el único propósito de que me conceda el poder de manipular a Chrono y cambiar mi cruel destino. Es una petición de alguien humilde que está ante las puertas de la muerte. Concede mi petición» 

Perdí mi voluntad luego de pensar en esa declaración. Exigí al Dios del inframundo, a cambio de mi simple alma, el control sobre el tiempo y usarlo para cambiar lo que estaba viviendo. Qué egocéntrico pensar que mi vida valía lo suficiente como para hacer tal petición, cuando la realidad es que mi vida solo vale una.

En ese momento, acepté mi destino y perdí la conciencia. 

 

 



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En el texto hay: fantasia, tragedia, suspenso

Editado: 27.05.2020

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