Aventure Adele

Prólogo

¿Saben qué es raro? Responder siempre a un código, no podías hacer nada por cuenta propia hasta que el usuario te ordenará hacerlo, era molesto, muy molesto, pero yo a veces rompía mi código y hacia lo que yo quería. Las pocas veces que lo logré hacer, algunos de los avatares se molestaron conmigo y mandaron una alerta al sistema, algo estaba mal con el juego.

Y lo que estaba mal, era yo, y aún no encontraban la forma de arreglar mis comportamientos sin sentido, y sin explicación alguna ¿Qué estaba mal conmigo? No lo sabía, y nadie lo sabía, o eso nos hacen creer, pero tengo la idea de que el creador sabía el por qué de mi comportamiento.

Me conseguía en el mismo lugar de siempre, una habitación blanca, los avatares estaban dentro de unas cápsulas de las cuales no podían salir hasta que se le ordenase, cosa que debería estar haciendo por igual, pero no pude aguantarme y salí de mi cápsula.

Me gustaba estar ahí, era cómodo y relajante, mi parte favorita era cuando el creador aparecía, era lindo hablar con él, era el único que no me miraba raro, o hablaba mal de mi, los avatares veían a través de sus cápsulas y podía sentir como me pedían que entrara de nuevo a la mía y me ponga en suspensión, podían hablar entre ellos mientras que estaban en esas cápsulas, pero al igual que todo, por una cantidad de números y dígitos que solo era visibles entre ellos dos.

Suspiré cansada, me sentía muy sola ahí, era un juego de realidad virtual, que creo que debió salir a la venta ya hace dos meses atrás, pero por mi falla aún no lo hacían, quería conocer un mundo más allá de estás paredes blancas, pero no sabían cómo arreglarme.

—Otra vez fuera de la cápsula Adele —dijo el creador entrando en la habitación. Llevaba puestos unos lentes, eran de montura de aluminio y con uno cristales grandes, cualquiera que lo viera pensarían que los usa para leer, pero esos lentes son el acceso al juego—, creo que eso ya lo habíamos hablado, Adele —me dice pero no lo sentía como un regaño.

—Me aburre estar dentro de la cápsula, doctor —me quejo y camino hacia él. La sala blanca donde me encontraba era un laboratorio, su laboratorio, y me gustaba.

—Lo entiendo, pero debes cumplir tu código —me recordó sentándose en la silla frente a su escritorio, yo me senté en él, me puse en posición de indio viendolo trabajar con su computador—, no puedes seguir fallando... —susurro y percibí como su mirada se entristeció.

Está era otras de mis fallas, podía sentir como un humano, comprendía el dolor del doctor, sentía felicidad, tristeza, odio, celos, empatía... Lograba conectarme con los sentimientos humanos, y eso era algo que no se veía bien.

—Tratare de seguir el código, doc —le digo y tocó su brazo, sabía que me podía sentir, era parte de las funciones de los lentes.

Transmitía unas ondas como neuro transmisores que le permitía a su sistema nervioso y a su cerebro captar los personajes del juego, era asombroso, estuve en una conferencia donde el expuso el juego, y conto todo lo que hacía importante este juego, pero hubo un hombre que usando los lentes me logro ver y pregunto por mí, y porqué estaba ahí, si la presentación había acabado, el doctor les había contado que tenía una cierta falla y por eso no respondía a ciertas órdenes.

Desde entonces ese mismo hombre venía varias veces al mes para ver mi avance... Nunca avance, y el doctor tampoco parecía importarle mucho repararme, creo que el gustaba que el juego solo perteneciera a él, a más nadie.

Y como las otras veces, apareció el hombre por las puertas de vidrio que dividían mi mundo laboratorio al mundo real, quería volver a verlo, solo una vez más.

—¿Arreglaste la falla? —pregunto a penas entro al lugar, y entendí que para que desmostrara que sí, me debía esconder en mi cápsula.

Me moví con rapidez hacia mi cápsula y me encerré,  cerré los ojos y fingi que estaba en suspensión, pero aún escuchaba todo a mi alrededor.

—Compruebelo usted mismo —comento el doctor en respuesta después de un rato, cuando estuvo seguro de que estaba dentro de mi cápsula.

Sentí como otro usuario se conectaba y activaba ciertas cosas en mi sistema, abrí los ojos involuntariamente, y salí de la cápsula, al igual que los demás personajes nos quedamos rigidamente parados frente aquellos dos hombres.

—Interesante... —comento y comenzó una sesión de pruebas. No era necesario que hablará su mente nos ordenaba que hacer... Lo odiaba, me gustaba hacer lo que yo quería.

Hicimos demasiadas cosas que comenzó a agotarle la batería a los lentes, y paro todo. El señor se acercó a mi con una sonrisa de suficiencia, y quise golpearlo, pero estaba inmóvil ahí.

—Ya no eres una falla querida Adele —me felicitó, y no sé que ocurrió, todo estaba bien dentro de mi, pero le escupí. Era gracioso ver cómo se quitada la saliva falsa, y eso me hizo reír.

—Tal vez no estoy tan reparada como creías —dije aún riendo, era cómico porque esa saliva no existía, solo se sentía como tal por los neuro transmisores.

—Maldito juego asqueroso —gruño quitándose los lentes, aun lo podía sentir gracias a los lentes del doctor—, me llevaré a Adele y los lentes.

—¿Qué? No, no puede, ¿No ve que aun falla? —dijo el doctor y me hizo pensar que fue él que me mandó a escupir.

—La hace más real, la gente querrá un poco de humanidad, Adele es perfecta, así que el juego está concluido. Entregueme todos los lentes que tengas, doctor —ordeno y vi con impotencia como el doctor obedecía, no me quería ir de su lado, él era mi padre, él me creo.




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