Ávida

Capítulo 9 Alessandra

— ¿Saldrás sola con Oliver Maxwell? Cuestiona acomodándose sobre el sofá del hotel.

¿Qué tiene de malo Luigui? musito repasando nuevamente el color rojo exótico en mis labios, él se encoje de hombro viendo a otro punto de la habitación.

— solo creo que..., podrían irse en otra dirección. — lo observo por el espejo arrugando mi ceño.

— Sí. Al cuarto de hotel, esa será la dirección que tomaremos después de ir al club.

— No hablo de sexo maldita ninfómana — ruedo los ojos continuando con mi rutina sutil de maquillaje. — Hablo de que solo se han visto ayer y hoy. Y ya están saliendo, viéndose y follando como conejos.

— A ver — giro mi cuerpo por completo colocando una mano en mi cintura. — mírame bien Luigui...

— Lo hago y estas hermosa.

— Grazie. Pero no me refería a eso, ¿crees que yo podría buscar algo serio con Oliver Maxwell? — el nuevamente se encoje de hombros. — no me mires asi, me conoces y en toda mi existencia, no he estado en una relación seria. — contesto nuevamente girándome y terminar de colocarme el rímel.

— Es porque no quieres Alessandra. Desde que te conozco no he conocido a un pretendiente tuyo. ¿Por qué? cuestiona, mis ojos se cierran por unos segundos, el jamás supo sobre mi vida pasada, lo único que conoció fue una chica con un gran talento en la creación y confección de prendas con un gran sueño.

Nunca le he dicho a Luigui lo que viví para poder estar haciendo lo que me gusta y no es algo que requiera informarle, las personas no van por allí contándole las desgracia a cualquiera, no, y aunque Luigui no es cualquiera, es un amigo que me ayudo muchísimo y me dio un gran empujón para estar hasta donde estoy. Nunca imagine que fuera necesario explicarle eso, pero, esa pregunta, esa sencilla y común pregunta, me remueve el pasado, porque él no sabe porque no me interesa estar en una relación.

Y no sé si este lista para contarle sobre mi pasado y porque estar en una relación implica que este en una burbuja alejando a todos los hombres de mí, solo busco lo que quiero de ellos y ya.

— No voy hablar de esto.

— ¿por qué?, Alessandra hay algo mas — esta vez se pone de pie para estar al lado mío, eso me obliga a dejar lo que estoy haciendo y respirar hondo. Está tocando un terreno muy complicado y radiactivo, muy peligroso.

— No hay nada, Luigui. Simplemente nunca has conocido a un pretendiente porque..., no los tengo. — una sonora y no molesta carcajada se escucha en el ambiente.

— No quieras salir con esa mentira Alessandra. Tú tienes pretendientes y muchos. — coloca su mano sobre mi hombro obligando a que eleve mi rostro y lo observe deleitándome con esos ojos tan azules y profundos. — Si yo no fuera gay, estaría contigo y fuera uno de esos pretendientes. — suelto un suspiro pesado procesando sus palabras.

— No me hagas hablar Luigui — murmuro juntando mis labios en una línea.

— Amore mio..., ¿Qué fue lo que paso?

No, no, no, no puedo creer que esto esté pasando, pero me insistirá, lo sé, lo conozco, pero, ¿contarle lo que viví?, eso es muy largo y yo tengo que irme en menos de una hora.

— La historia es... muy larga Luigui

— No importa tienes tiempo, el señor Maxwell puede esperar. — suelto un suspiro pesado. Me niego a contarlo todo.

— ¿Alguna vez te has preguntado porque el pasado predomina mucho nuestro futuro? — el niega con su cabeza con una ligera arruga en su frente por mi pregunta. — El pasado nos enseña lecciones de vida, Luigui, eso todos lo sabemos. Pero muchas veces, el pasado deja grietas muy difíciles de cubrir, observamos la misma grieta todos los días y se vuelve parte de nuestro ser.

— ¿Aun tienes grietas sin cubrir?

— Son más que unas simples grietas. — sonrío débilmente.

— Por primera vez, desde que te conozco, tu semblante se ha suavizado. — musita observándome. — Habla Alessandra, estas empezando a asustarme.

— Viví en una casa llena de violencia. — encojo mis hombros, trato de no caer en una postura débil y vulnerable. — Nunca es fácil para una niña ver como su madre es golpeada todos los días. — su brazos me envuelven de golpe provocando un débil jadeo de sorpresa.

— ¿cuánto tiempo viviste así? — se aleja un poco sin deshacer su agarre.

— Deje de vivirlo hasta que cumplí los 12 años. — mis ojos observan con tremendo detenimiento cada uno de sus gestos, me sorprende muchísimo mi frialdad al contar todo esto, pero más me sorprende la sensibilidad de Luigui, sus ojos están con un ligero brillo. — mi padre no está muerto, él fue encarcelado, pero tiempo después mi madre busco un remplazo. Pero fue una mierda, porque la trato como basura, al fin logro alejarse de él, porque él la engaño, pero... — pronuncio recordando cada detalle. — Nos sacó de la casa de la que era de mi padre y eso nos llevó a vivir en uno de los barrios muy peligrosos de Milán. Salimos de allí cuando mi madre consiguió trabajo y ella compro una casita, para ese entonces, había dejado de estudiar y empecé a trabajar haciendo de todo un poco. — vuelvo a encoger mis hombros como si mis palabras no quemaran mi garganta con tanto dolor. Pero que importa llorar ¿no? eso ya paso, no vale la pena llorar por el pasado, las lágrimas están secas y no es como si las necesitara. Después de varios años conociendo a Luigui al fin le había enseñado una pequeña parte de lo que fue la vida de Alessandra D´angelo, contarle lo crucial es más sencillo de manera resumida "todo lo que viví".



#12292 en Novela romántica

En el texto hay: chicklit, romance, amor

Editado: 12.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.