Me siento como un trozo de tierra seca,
en la cual no cae agua desde hace unos cuantos años.
No sirvo para nada.
Si siembran una semilla en mí, nunca crecerá.
Si me ponen en el camino, de seguro alguien tropezará conmigo.
Solo soy una piedra de tropiezo,
algo inservible.
Hasta que llegue *Ese* que me ponga en el lugar en que debo estar.
Cuando venga la lluvia, volveré a ser suave.
Con sus manos me moldeará y trabajará en mí.
Ya las semillas germinan en mi interior,
porque volvió a mí la vida.
Ya no soy piedra de tropiezo, sino piedra de fundamento.
Había perdido mi valor, pero Él llegó y me lo devolvió.
Editado: 30.06.2025