Avon

6. I.V.

—¿Y las aspirinas?

No le contesté. Por un lado porque no sabía ni donde estábamos como para saber en dónde estaban las aspirinas, y por otro, porque quería seguir durmiendo.

La situación no se prestaba para que me diera la vuelta y volviera a dormir, pero algo que me tranquilizaba era que Michael estaba ahí y no estaba gritando exacerbado por encontrarnos en una situación peligrosa.

La noche anterior pasó clara ante mis párpados cerrados y apenas pude deducir que íbamos en un auto debido al movimiento y al ligero mareo que sentía.

—Aquí hay unas.

Por mi estaba bien, quizá Mina ya estuviera llevándonos a la primera fase de su plan maestro.

Aunque entre mil ideas, un solo pensamiento me hizo abrir los ojos alarmada: mamá.

Me encontraba acostada sobre la persona que le respondió a Michael, pero no la identifiqué, así que me incorporé y esperé a asimilar unas cosas.

Ibamos en una van. Trenton conducía y a su lado iba Mina. Michael estaba en posición fetal sobre mi y una rubia me sonreía sentada a mi lado. Tuve que voltear para encontrarme a Steph dormida en las piernas de un asiático concentrado en su teléfono en el último asiento.

Suspiré y me volteé a los dos de alante, quiénes parecían ser los adultos responsables.

—¿De qué va todo esto?

—Buenos días para ti también, cariño —Trent me sonrió a través del retrovisor—. Bienvenida a Richfield —la gran interrogante debió verse reflejada en mi rostro, por lo que rió y se apresuró a contestarme—. Estamos a diez minutos del centro de Minneapolis.

Solté un jadeo alarmado— ¿Qué hacemos siquiera en Minnesota?

Trent me ignoró, por lo que la rubia a mi lado contestó. Tenía un gesto dulce, con la cara ovalada, los labios bien rosados y los ojos azules mas bonitos que jamás había visto. Se veía amable.

—Venimos por algo y por alguien. Soy June, por cierto. ¡Estaba tan ansiosa de por fin poder conocerte!

Sonrió y juntó sus manos con emoción. La miré algo incómoda. ¿Qué habría hablado Mina de mi? Lo que sea, parecía maravilloso por tanta emoción que destilaba la muchacha.

¿Eso siquiera era normal?

Le atiné a sonreír— ¿Gracias?

—Permíteme explicarte —tomó mi mano confianzudamente e hizo que me inclinara un poco hacia ella, procurando no despertar a un Michael que aún peleaba con el sueño. ¿Sería grosero interrumpirla para llamar a mamá quién ya debía estar más que preocupada o alarmada?—. El de atrás es Jo, nuestro cerebrito de la tecnología, ¿se le nota? —rió e hizo que mirara sobre mi hombro a el muchacho que agitó los dedos en mi dirección como saludo pero no despegó la vista de su teléfono—. Y estamos en Minneapolis no sólo porque increíblemente es un lugar de bajo perfil sino porque suceden movimientos políticos de nuestro interés. Especialmente justo ahora, donde esperamos obtener algo esencial para el plan, mi querido gatito, pero eso ya lo verás.

Fruncí el ceño.

¿Esta chica acababa de llamarme Gatito? Ésa era una broma entre familia, amigos y, ahora Mina; ¿ella se lo habrá contado?

—Bueno.. —asentí, aún sin entender muy bien qué hacíamos aquí. Ella pareció satisfecha y volvió a sonreirme.

—A unos veinte metros a la izquierda —habló por primera vez el asiático, con un marcado acento americano.

Trenton, obedeciéndolo, giró y estacionó frente a una casa gigantezca con aspecto victoriano.

Michael seguía tirado en mis piernas, así que con cuidado de no molestarlo, saqué mi teléfono para llamar a mamá.

¿Qué le diría? ¿Qué excusa podría sacarle? No podía decirle que estaba con Monique porque probablemente ella ya la habría llamado para saber por el paradero de su hijo.

Las manos me sudaron y me maldije mentalmente por no pensar en ello antes.

Cuando desbloqueé el teléfono, habían dos mensajes.

Avon, hay dinero en el tocador SOLO para emergencias y la pizza no es una de ellas. Me salió algo importante en el trabajo y me quedaré en la oficina hasta tarde. Eviten hacer desastre y recuérdale a Michael que debe llamar a Monique. Xox
 


 

Minali Zampoli y yo estabamos de suerte por la otra emergencia laboral de mamá para no tener que explicar por qué no estaba en casa a estas horas.
 


 

Mamá había estado trabajando mucho los últimos meses. Recibía llamadas antes del amanecer o muy tarde en la noche para reuniones o casos importantes que llevaba en la corte, y siempre llegaba con cansancio y mal humor que terminaba pagándolo conmigo haciéndome preguntas demandantes sobre mi paradero, mis amistades o mis calificaciones. 
 


 

Entendía que ser abogada no era fácil y que muchas veces el estrés del trabajo podía sobrepasar, pero mamá solía llevarlo a otro nivel.
 


 

Lo único que me molestaba de eso, era que solo se descargaba conmigo. 
 


De todas maneras le respondí algo sobre que la pizza era buena para la resaca y que dormiría el resto del dia para evitar que me mensajeara constantemente.

El otro mensaje era de Damien.
 


 

Acabo de recordar que eres mayor de edad y no sé por qué no lo hice antes. Es muy tarde para pedirte una cita al rato?
 


 

Sonreí atontada.
 


 

—¿Quién es?
 


 

La voz de Michael me exhaltó e hizo que bloqueara el teléfono nuevamente. Lo miré nerviosa, casi como si hubiese hecho algo imperdonable. 
 


 

—Creía que estabas durmiendo. 
 


 

—Me acabo de despertar —alzó las cejas. 
 


 

—Hm.
 


 

—¿Y bien? —exigió a lo que volví a mirarlo nerviosa. 
 


 

¿Por qué me escandalizaba la idea de contarle de Damien a Michael? Él siempre había sido sobreprotector con cada persona que se me acercaba, ¿pero y eso qué importaba?
 



#4327 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, aventura, amistad

Editado: 20.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.