Avon

12. ¿Era la bebida o era yo?

El interior de la casa seguía como recordaba y los fantasmas de mi infancia aún corrían por esos pasillos junto a dos pre-adolescentes más, en épocas más felices y falsas. Abigail nos dejó en la sala unos minutos en un incómodo y tenso silencio hasta que llegó con dos tazas humeantes de café que nos extendió sin mucho ánimo (en especial hacia mi) y nos observó intrigada. Tomé la taza y luego de un discreto sorbo la hice a un lado.

—Grecia, la verdad, Avon, es que no.. —empezó, colorando su rostro, pero negué rápidamente con la cabeza antes de que empezara con sus reproches sobre la inestabilidad que "provoqué" en su hija. Hipócrita.

—En realidad vengo por su esposo.

La rubia inmaculada se irguió en su asiento, con mal gesto como si hubiese olido la basura de un callejón y alzó la comisura de su labio, un gesto que reconocí de otra persona cuando estaba a punto de soltar un insulto.

Pensándolo mejor, no había sonado muy bien lo que había dicho.

—Es abogado, ¿no? —Michael se apresuró a tranquilizarla. Ella aún con el rostro contraído en desagrado y sin quitar su mirada ofendida de mi, asintió—.  Es sobre eso. Creemos que le hizo unos trabajos a nuestros padres y queríamos hablarle de eso.

—Oh —su gesto se suavizó con rapidez y sonrió. ¿Todos en esta familia tenían problemas mentales y de humor?—, cosas de trabajo. Menos mal. ¡¿Henry, querido?!

Miré a Michael, pero se encogió de hombros, acostumbrado a ellos. Un hombre de traje se aclaró la garganta bajando por las escaleras con un periódico en mano. ¿Con traje en casa?

—¿Hm?

—Tenemos visitas.

Henry Dunne, frunció su ceño y se acercó a nosotros dedicándonos una curiosa mirada. Se acercó a su esposa y nos estrechó la mano como saludo antes de sentarse a su lado.

—Llevaba rato sin verla —el hombre de tez oscura habló con amabilidad y me miró con seriedad. Me sonrojé ante el recuerdo de la última vez que pisé esta casa en el cumpleaños de Grecia, cuando todo se volvió un escándalo.

—Prometo no tomarles mucho tiempo —sonreí de labios sellados y me apresuré a tomar la mochila de Michael para abrirla—. Sólo que hemos encontrado unos documentos suyos y queríamos saber cómo es posible.. bueno —con un ademán los saqué y se los tendí. ¿Cómo explicarle? El hombre calvo los tomó y los hojeó, claramente confundido.

—Conozco los documentos —afirmó luego de los minutos de agobiante silencio y le pasó los documentos a la mujer a su lado—, pero sólo porque soy abogado, no porque los haya hecho yo.

—¿A qué..? —Michael frunció el ceño. Yo en desespero, me removí en mi asiento, inclinándome hacia él.

—Pero su nombre está por todo el documento.

—No.

Abigail y Henry intercambiaron una mirada antes de echarse a reír. Confundidos, Michael y yo también intercambiamos una mirada.

—Chicos, él es Henry Evans. Henry Dunne es mi ex esposo, aunque él murió cuando ustedes eran muy pequeños aún —frunció el ceño y nos deslizó los papeles por la mesita. La miré boquiabierta.

—¿Quiere decirme que su ex y su actual esposo se llaman Henry y ambos son abogados? —reí incrédula. Irritada ante mis palabras, asintió lentamente.

—Así es. ¿Qué es lo gracioso, niña?

Clavé mis uñas en los papeles acercándolos a mi pecho y tomé aire tratando de tener paciencia antes de empezarle a chillar a la mujer. Michael al notarlo, frotó su mano en mi espalda, en un gesto que conocía como "cálmate".

—Vaya, qué gran equivocación —rió espléndido, logrando la sonrisa de ambos mientras yo aún no cabía en mi desconcierto—. Lo peor de todo es que ya no hay manera de averiguarlo —se lamentó. Le dediqué una mirada.

—Oh, cariño —se conmovió Abigail estirando las manos para tomar las suyas—, lo siento tanto.

—Está bien —él asintió con una sonrisa triste, palmeando las manos de la mujer entre la suya.

Michael siempre había sido su yerno favorito y lo amaban con locura. ¿Quién no podría? Guapo, atlético, carismático. El paquete completo. Y obviamente, no me tenían en muy buena estima al hacer que esa relación perfecta de yerno-suegros acabara.

Suspiré al tiempo en que Michael se levantaba y tomaba los documentos para ponerlos en su mochila.

—Discúlpennos por ocupar su tiempo injustificadamente.

—Siempre es bueno volverte a ver —Abigail le sonrió y me dedicó una mirada. Sarcástica, le sonreí.

—Muchas gracias por todo —sonrió educadamente y le estrechó la mano con cariño a ambos. ¿Éso era todo? Si Henry Dunne había muerto, ¿era como con Lynus? ¿Estaba vivo y haciendo de las suyas mientras fingía su muerte? O quizá sí lo saben..

Fruncí el ceño, también levantándome— Pero..

—No le quitamos más tiempo —me silenció, empujándome un poco para caminar.

—La verdad es que.. —me propuse en detenerme, pero Michael clavó sus dedos con fuerza en mi cintura y me dedicó la peor mirada de reproche que jamás me había dado, estremeciéndome, y tuve que arreglármelas para sonreirles con educación mientras caminaba hacia la puerta empujada por Michael—. Gracias por café.

—¿El que no tomaste, querida? —abrió mucho los ojos fingiendo inocencia. Le sonreí en calma.

La odiaba. Muchísimo. Lo mejor de todo es que era mutuo.

—¡Michael! —exclamó en la puerta. Él se detuvo a medio camino para mirarla sobre su hombro, mientras yo echa una furia me dirigía al auto—. ¿Crees poder visitar a Grecia un día de estos? Debe echarte de menos.

No hacía falta voltear para saber que estaba sonriendo cuando le contestó— No se preocupe, señora Abby. Algo me dice que la veré muy pronto.

Cerré la puerta del auto molesta— Un maldito fraude —me volteé hacia él mientras entraba al auto enérgico. Me arrojó la mochila—. ¿De verdad, Michael? ¿"Qué lastima que esté muerto, ya no podemos hacer nada, iré a visitar a Grecia pronto"? ¡¿No podías decir algo más útil?!

—De verdad eres más estúpida de lo que pensé —escupió con una sonrisa burlona. Abrí la boca ofendida, pero él rápidamente la cubrió con su mano—. ¿Es que no lo notas, Avon?



#5000 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, aventura, amistad

Editado: 20.06.2021

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