**CAPITULO VII**
- Creí que llegarían por la noche – una persona se acercó a Emma por la espalda y le entrego unos papeles – solo revísalos, son los últimos que faltan.
- Gracias – Emma los reviso y los metió en un sobre – llegamos antes para hacer los últimos retoques para mañana – le entrego el sobre y sonrió – no he visto el vestido aún.
Su Prima entrecerró los ojos y suspiro – hablas como si ese vestido no fuera tuyo – le dijo - ¿hay otra razón por la que estes aquí antes de lo previsto?
Emma bajo la mirada y cruzo los brazos – Sali del departamento de Braith cuando él no estaba y… estuve pensando en algunas cosas que sucedieron hace mucho… - camino alrededor de su cuarto y se detuvo frente a la ventana – Sofia, ¿por qué no me dijeron sobre el accidente de Braith?
- Eso… no te lo dijo él, ¿verdad?
- No, me entere de otra manera.
Sofia observo el sobre en sus manos y murmuro algunas palabras antes de hablar – él nos pidió no decirte porque no quería abrumarte más después de lo sucedido con tu papá, nos dijo que vendría aquí para establecerse, hasta… esto no debería decírtelo, pero… ¿recuerdas la casa del parque?
- La que compraron sus padres hace dos años y en ahí puse una cafetería.
- La compro Braith para ti – Sofia se mordió el labio y suspiro – cuando le dijimos que ya estabas con alguien, nunca mencionamos quien… él decidió no venir para no confundirte más… quería que conservaras tu estabilidad.
- ¿Y la mejor manera era ocultando todo?
- Emma, ¿Qué hubieras hecho de haberlo sabido? ¿hubiera cambiado algo? En ese momento no querías saber nada y te prometimos que no le diríamos nada de ti, que tu misma lo harías cuando él te pregunte. Lo único que le dijimos fue que tenías pareja porque pensamos que tú ya se lo habías dicho. Queríamos hablar contigo sobre su situación, pero él tampoco nos dejó y decidimos no meternos más – Sofia la abrazó preocupada al ver Emma parecía adormecida - ¿Qué harás ahora?
Emma se soltó de ella y suspiro – todo sigue en pie. Le di mi palabra a Leo y no voy a romperlo – trato de sonreír y levanto su bolsón de la cama – ahora tengo que ver lo que falta para mañana y gracias por ayudarme.
Sofia la vio salir de la habitación y luego bajo la mirada hasta esos papeles que eran los últimos que tenía que llevar a la iglesia – claro, todo sigue igual – susurro antes de salir también.
Emma se despidió de Sofia en la sala y fue donde su mamá a la cocina – me siento cansada.
- Es por el viaje, salieron muy temprano para llegar aquí al medio día – su mamá empezó a servir y pasarle los platos – la mamá de Braith me dijo que vayas a probarte el vestido para ver que ajustes le faltan.
- Lo sé, le dije que iría ni bien llegue – Emma acomodo todo y ambas se sentaron en la mesa.
- ¿Estás segura de que no llevaras tus libros y los cerámicos?
- Si, se quedaran en el estudio junto a las cosas de papá – Emma le paso la ensalada y siguió comiendo.
- También me dijeron que ya está lista la decoración y que puedes ir a verla si quieres.
- Gracias, iré por la tarde.
- ¿Dónde está Leo?
- En su casa supongo.
- ¿Por qué no fuiste con él?
- Porque tengo mi casa.
- Pronto vivirán en la misma casa.
- Si, estaremos en la misma casa.
Su mamá le sujeto la mano y le impidió que siga metiéndose la comida en la boca como si no sintiera nada – hija, ¿Qué te sucede? Antes al menos hablabas de tu matrimonio con alegría, ahora lo dices como si la cosa no fuera contigo.
- Nada – Emma le correspondió el toque y le dio un ligero apretón – solo me siento cansada.
- ¿Qué sucedió en tu viaje? ¿viste a Braith?
- Si… hablamos y conocí a su novia, que ahora no se si siguen siendo novios, me entere de cosas que hubiera preferido no saber, reviví muchos sentimientos y recuerdos… pero estoy bien – su mamá le limpio una lagrima que se le escapo sin que se dé cuenta – estoy bien.
Su mamá se acercó más a ella y la abrazo – estuve de acuerdo en que vayas porque quería que enfrentes tus sentimientos. No quiero que te arrepientas de tomar esta decisión. Tu padre quería que seas feliz con la persona que tu escojas y, aunque él nunca dijo nada, tenía muy claro quién era esa persona…
- Mamá, Leo me ayudo y siempre estuvo a nuestro lado en todo momento.
- Pero eso no significa que estas obligada a estar a su lado. No le debemos nada, los sentimientos no se pueden devolver y tampoco se pueden borrar.
Emma suspiro por enésima vez – creo que llegue a sentir algo fuerte por él…
- Tienes que estar segura, no te presiones.
Emma se quedó callada hasta que su mamá la soltó – iré a ver mi vestido – lo dijo con más entusiasmo, fingido, para no preocupar a su madre – volveré después.
Su mamá la vio salir y levanto todo para dejarlo en la cocina. Estaba por ir a terminar de guardar algunas cosas y sonó el timbre – Leo, que sorpresa – lo dejo pasar.
- No entiendo porque, pronto seremos familia.
- Ya eres como un hijo para mi desde que nos ayudaste mucho.
Leo sonrió y fue detrás de ella hasta la sala – le agradezco las palabras. Emma… ¿no está?
- No, fue a ver su vestido para que le hagan los últimos retoques.
- Con razón no me dijo nada – Leo se rio un poco – entonces… ¿quiere que le ayude en algo? Tengo tiempo.
- ¿Tu traje ya está listo? – le pregunto mientras subían las gradas hasta el estudio.
- Si, lo compre desde el día del compromiso.
- Un mes es poco tiempo, pero todo quedo listo antes de tiempo.
- Si, creo que es una buena señal – Leo observo los estantes y la mesa grande junto a la ventana – me gusta este ambiente.
- A mi igual, lo diseñaron Emma y Braith cuando estaban en el colegio por que a mi esposo le gustaba leer y dibujar – Leo asintió y paso la mano por el lomo de los libros.
- Tiene muchos libros de todo tipo.
- Si, este estante grande lo compro cuando Emma tenía 11 años – le señalo un estante pegado a la pared – todos esos libros fueron comprados por Braith – lo dijo con una sonrisa nostálgica al recordar – cuando ellos eran pequeños mi esposo sacaba un libro nuevo cada mes y se los leía junto a esta mesa. Luego Braith empezó a juntar dinero y comprar un libro cada mes mientras Emma era la encargada de leerlo. Y hasta ahora Braith le mandaba un libro cada mes sin falta – acaricio la mesa y sonrió – mi esposo decía que esto era de ellos y que no debía mezclarse.