Axel: La vida fracasada de un Godínez

Capítulo 4.

El lunes, Axel llegó más temprano que de costumbre y dejó un folder con información de gran utilidad en el escritorio de Elizabeth. Pudo notar que la silla que él movió el viernes no fue quitada, sino que incluso la acomodaron mejor para que trabajara al lado de la chica. Para él fue un alivio, prefería eso a mover la silla diariamente de un lugar a otro.

Aprovechando que Elizabeth todavía no llegaba, se dirigió con Amanda, que siempre llegaba temprano para acomodar el escritorio a su gusto. A veces las fotos y adornos que tenía los sacudía con calma para cambiarlos de lugar.

—Amanda —saludó.

—Hola, Axel. ¿Cómo te fue el fin de semana?

—Fue cansado —respondió—. Me quedé investigando acerca del proyecto que tengo que hacer con Elizabeth.

—Sí es cierto, ya no nos comentaste, ¿de qué se trata?

—Tengo que hacer una investigación con Elizabeth acerca de cómo influye la competencia en torno a nuestros clientes y ver qué idea es más factible aplicar para retenerlos. Como un estudio de marketing o algo así —explicó.

—¿Y cuánto tiempo estarás sentado por allá con Elizabeth?

—Hasta que terminemos eso.

Amanda lo miró con ternura.

—Awww…

—¿Qué?

—Es que… No, mejor no te digo, no te va a parecer.

—¿Qué? —Repitió, con curiosidad.

—No, nada.

—Dime.

—No.

—Amanda —dijo con tono amenazante.

—No me hables con ese tono… Y es que todos en el departamento pensamos que haces linda pareja con Elizabeth.

—¿Qué? —Alzó una ceja—. Debes estar jugando.

—Es verdad. Se ven adorables juntos.

—Uyy, sí —masculló sarcástico—, súper adorables de seguro.

—Es cierto.

Axel prefirió cambiar de tema hasta que notó que Elizabeth llegó y comenzó a hojear lo que le dejó. Se despidió de Amanda y caminó hacia ella.

—¿Y bien?

—Esto es muy bueno. —Hizo una señal de aprobación.

Ambos estuvieron trabajando sin parar, estructurando unas opiniones y reseñas que encontraron, hasta que decidieron que era tiempo de almorzar. Se dirigieron al comedor, que se encontraba en la planta baja del edificio. Axel notó que ella llevaba una ensalada de espinacas con pedazos de pechuga de pollo. Él, en cambio, llevaba un sándwich de jamón con queso y un jugo de manzana.

—No que no te gusta el jamón ni el jugo —comentó ella. Quería hacer plática pero Axel creyó que comentó eso para fastidiarlo un poquito.

—Pues… Es que no me gusta, pero es lo único que hay y me lo tengo que comer —respondió luego de pensar unos segundos.

—Entiendo. —Sonrió un poco. Sabía de sobras que él mintió diciéndole que no le gustaba el jamón ni el jugo, si varias veces lo observó almorzando eso y, aunque tenía curiosidad de saber por qué no quiso comer lo que aquella chica le llevó, decidió no entrometerse más—. ¿Qué hiciste el fin de semana?

—No mucho —respondió después de pasarse un bocado—. Investigar y así. —También vio una película en su computadora pero no creyó relevante contarle eso.

—Ah, mira.

Él se dio cuenta de que tal vez estaba siendo un poquito maleducado, así que decidió regresar la pregunta.

—¿Y tú qué hiciste?

—Tampoco hice mucho. —Se encogió de hombros—. También estuve investigando, salí con unas primas y estuve leyendo un poco.

—Qué bien —respondió sin mucho ánimo.

Después de comer, ambos se dirigieron de nuevo a su lugar de trabajo. Estuvieron hasta tarde y cuando salieron, ella se ofreció de nuevo a llevarlo.

—¿Quieres que te lleve?

—No quiero importunar, puedo irme solo.

—Es tarde.

—No te molestes, Elizabeth, estaré bien —sonrió para tranquilizarla. No tenía idea de por qué últimamente parecía que la chica se preocupaba por él, pero no quería contrariarla. La primera vez aceptó porque Elizabeth mencionó que tenía cosas que hacer por allí, pero en ese momento, al parecer, no tenía ningún mandado pendiente. «Mejor no aceptar favores de ella» pensó, «no sea que después me lo eche en cara, o quiera parecer amable para apuñalarme por la espalda».

—Solo ten cuidado, ¿sí?

—Sí, no te preocupes.

Tomó el autobús para ir a su departamento. En el momento en que llegó, se dirigió, con pesar, a las escaleras para empezar a subirlas hasta el tercer piso. No había ascensor en el edificio y eso lo ponía de malas cada vez que llegaba y se dirigía hacia arriba. En un momento notó pasos detrás de él y volteó de forma instintiva. Notó que una hermosa joven, más o menos de su edad, caminaba detrás de él. Axel quedó impresionado, era una chica escultural de cabello rubio y ondulado. Cuando se puso a la par de él, lo saludó.

—Hola.



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En el texto hay: humor, oficina, humor amistad

Editado: 21.12.2023

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