Axel: La vida fracasada de un Godínez

Capítulo 18.

El resto de la semana, Axel no habló mucho con Elizabeth. Uno, porque una parte de él quería ordenar sus pensamientos y dos, porque como ya no trabajaban juntos, tuvo que regresar a su respectivo lugar, junto con Amanda y Federico, sin tener tiempo para hablar con la chica. Las veces que charló con ella fue unos minutos antes de entrar al edificio, y la mayoría de las veces era solo para darse los buenos días.

Elizabeth, por su parte, aunque también quería hablar con Axel, tampoco encontró oportunidad para hacerlo. En la hora del almuerzo seguían comiendo juntos, pero no podían comentar nada porque cambiaron el horario de comida a otro compañero y le tocaba junto a ellos, por lo tanto ya no se sentían en confianza para platicar. El viernes, aprovechando que el compañero faltó ese día por un permiso que pidió, la chica se dirigió a la cocina con la intención de hablar con Axel, sin tener un tema en específico, solo quería escuchar su voz. Antes de llegar a la cocina, Perla la detuvo.

—Elizabeth, la señora Carvajal te busca.

—Voy.

Se dirigió en seguida a la oficina de su jefa. «Ahora qué querrá esta mujer» pensó. Como la puerta estaba cerrada, tocó y tardó casi un minuto en escuchar la respuesta del otro lado.

—Adelante.

«Es realmente odiosa» pensó manteniendo la serenidad. Entró con rapidez.

—Señora Carvajal, ¿qué pasa?

—Siéntate —le ordenó.

La chica lo hizo sin chistar.

—Elizabeth, hay algo que te tengo que decir —dijo con tono inquietante.

—¿Qué pasa? —Preguntó. Al principio estaba relajada, pero por el tono que usó Diamantina, empezó a preocuparse un poco.

—Niña, no quiero perder mi tiempo, iré al grano, tú tienes el ascenso. Felicidades. —La miró con fijeza.

Elizabeth se sorprendió al escuchar eso último.

—¿Habla en serio?

—Sí, yo no bromeo —dijo seria—. Ahora vete, el lunes empiezas como supervisora, así que ve preparándote. —Le extendió un bonche de documentos—. Ahora sal. Por cierto, en la salida puedes ir moviendo tus cosas, te daré una nueva oficina, no es tan genial como la mía pero será un avance comparado al simple escritorio que tenías.

—Muchas gracias.

—Sí, de nada, ahora sal, tengo una conferencia en este momento.

Elizabeth tomó todo y, aún sin creerlo, salió de la oficina. Se sentía en shock, no creía que fuera tan pronto la decisión del ascenso. Una vez que pasó su impresión, comenzó a sentirse muy feliz y orgullosa de sus méritos. No hizo ninguna expresión, pero estaba que saltaba de felicidad. Decidió no ir al comedor como lo tenía pensado desde un principio y prefirió ir moviendo sus cosas para avanzar.

Al final del día, todos se dieron cuenta de que ella se llevó el ascenso y comenzaron a murmurar entre ellos para difundir el chisme. Federico se acercó a Axel en un momento que estaba platicando con Amanda.

—Lo siento, amigo.

Ambos lo miraron extrañados.

—¿Por qué?

—Elizabeth te ganó el ascenso. Era algo obvio pero aun así lo lamento.

—Ya sabía —Axel sonrió un poco.

—¿Ah, ya? No te ves muy afectado.

—Como dijiste, era algo obvio.

—¿No te molestaste?

—No tengo por qué. Elizabeth se lo ha ganado, siempre dio lo mejor de sí, ahora que la conozco mejor sé que nunca hizo nada para quedar bien. Se lo merece…

—Axel es muy maduro. —Se entrometió Amanda.

—Pues ni creas que mucho —se burló Federico.

Axel quería felicitar a Elizabeth por su esfuerzo y dedicación pero no la vio el resto del día; planeó verla a la salida pero la chica se quedó terminando de arreglar sus cosas y no pudo conversar con ella. «Me hubiera quedado a ayudarla» pensó, «pero se me iba a hacer tarde y no alcanzaría el autobús». Se dirigió a su casa, todavía pensando en la chica, pero en el momento en que entró a su departamento sus pensamientos fueron abruptamente interrumpidos al ver a Augusto y Kimberly besándose, casi comiéndose, en el sofá. Ambos, al escuchar el ruido de la puerta, se separaron con rapidez y lo voltearon a ver. El chico tenía una expresión llena de confusión total.

—Axel, buenas noches —saludó su amigo.

—Buenas noches —respondió con tono neutral. Todavía no se creía lo que había visto.

—Ah, Axel, hola —saludó Kimberly—. Bueno, yo ya me tengo que ir, adiós. —Le dio un pequeño beso a Augusto. Se levantó en seguida y caminó hacia la puerta, pasando al lado de Axel—. Bye, Axel.

Axel le hizo una seña de despedida y cuando la chica desapareció, se acercó a Augusto rápidamente.

—Gordo, ¿qué fue lo que acabo de ver?

—Axel —murmuró Augusto nervioso—, te iba a contar, en serio, solo que no sabía cómo.

—¿Qué pasó?

—Kim y yo estuvimos divirtiéndonos todo el fin de semana que no estuviste y pues… No sé, a ella se le ocurrió que empezáramos a salir… —explicó—.Y acepté —agregó.



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En el texto hay: humor, oficina, humor amistad

Editado: 21.12.2023

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