Chloe Andersson
Puta madre, puta madre, y re mil puta madre.
Maldito autobús.
¿Justo hoy se le ocurre atrasarse?
Algunas personas, como yo, dependen de él para llegar a tiempo al trabajo.
Observo mi reloj.
8:45
¿Si corro 20 cuadras en quince minutos llegaré a tiempo al trabajo?
Pues, como mi abuela solía decir ¡El que no arriesga no gana!
Comienzo a correr mientras las personas que se encontraban en la parada me observan extrañados, ignorándolos continúo corriendo.
Me importa un carajo llegar toda sudada.
Al correr por la segunda cuadra el bus pasa por mi lado y es como si las personas que van en él me observaran con burla.
¡Oh vamos! ¿Tanta puta mala suerte puedo llegar a tener?
A la decima cuadra ya me encuentro completamente cansada y paro para descansar, suspiro mientras coloco mis manos en mis rodillas y vuelvo a observar mi reloj.
8:53
¡Puta madre!
Vuelvo a correr pero al estar a tan solo una cuadra un auto se cruza en mi camino, por suerte no me golpeé gravemente.
Un hombre baja del auto.
- Lo siento señorita, se ha cruzado en el camino de improvisto.
Asiento mientras toco mi estomago, me he golpeado fuertemente ahí y me he quedado sin aire.
Por suerte el hombre estaba frenando el auto por el semáforo que ahora esta en rojo.
- Permítame llevarla al hospital.
Niego con la cabeza, siento que no puedo articular palabra alguna.
Un hombre se baja de la parte trasera del auto con un pequeño bebé en sus brazos, por su vestido creo que es una niña.
- Marco ¿se encuentra ella bien?
Asiento mirando en su dirección pero me encuentro con una belleza memorable frente a mi y sosteniéndola un hombre algo guapo.
- Que hermosa niña. - sonrío tomando la manito de la bebé que me observa con sus grandes ojos azules.
- Gracias ¿quiere que la llevemos al hospital?
Esta vez miro al que supongo es el padre de la niña y niego con la cabeza.
- El bus se había atrasado y tuve que correr para llegar a... ¡Por dios mi empleo!
Suelto la pequeña manito de la niña y salgo corriendo de aquel lugar dirigiéndome a la empresa en la que trabajo.
Soy secretaria pero me pagan bastante bien para solo aguantar al gruñón de mi jefe.
Al llegar al edificio subo al anteúltimo piso allí me encuentro con mi jefe observándome enfadado en frente de mi escritorio.
Chloe Andersson recordada por siempre.
1994 - 2018
Si no morí en ese pequeño accidente creo que moriré ahora, mi jefe me observa completamente furioso.
- Llegas diez jodidos minutos tarde Chloe, lamento informarte que estas despedida.
- Pero jefe, el autobús no llegaba y...
- Y te pago lo suficientemente bien como para que te compres un auto.
- Tengo cosas más importantes que comprarme que un puto auto.
Él me observa completamente serio y con una mirada me indica que lo siga a su oficina, yo toda obediente lo hago.
Se sienta en su silla y comienza a escribir algo en un papel, al terminar de hacerlo levanta el papel indicando que lo tome.
Al tomarlo veo que es un cheque de bonificación.
- Gracias por este año trabajando aquí Chloe, puedes irte.
Aguanto las ganas de mandarlo a la mierda y salgo de su oficina cerrando fuertemente la puerta.
Salgo de aquel edificio completamente enfadada, en frente de este logro ver el auto de hace un rato, el chofer que creo que llamaba Marco baja de él y se acerca a mi.
- Señorita, insisto debe de estar herida.
Sonrío, me parece alguien muy atento y tierno.
- No se preocupe, físicamente estoy bien, lastima que perdí mi empleo.
- Lo siento mucho.
- No se preocupe, no es su culpa, fue culpa del puto autobús.
Comienzo a decir bastantes insultos hacía aquel transporte y dejo de hacerlo al escuchas unas risas, levanto la mirada y el chofer junto con el hombre guapo con la niña en sus brazos, que al parecer se ha bajado del auto, se están riendo.
- ¿Nos permites al menos llevarte a tu casa? - habla el hombre guapo del cual no se su nombre.
Miro mi reloj.
9:34
Ya es tarde, podría ir a casa, continuar durmiendo hasta el mediodía y luego ir de compras, estoy muy agotada para caminar veinte cuadras nuevamente o usar ese transporte del demonio, el autobús.
- Si, esta bien. - sonrío amablemente y ellos me devuelven la sonrisa.
El hombre guapo se sube en la parte de atrás del auto y luego me subo yo, cuando quiero cerrar la puerta el chofer llamado Marco me lo impide y la cierra él.
Que elegancia la de Francia.
Me rio por mi pensamiento y el hombre guapo me observa divertido.
- No me he presentado, mi nombre es Andrew Kouzouni, ¿el tuyo?
- Chloe Andersson.
- Es un placer.
- El mío.
Marco entra en el vehículo y lo enciende adentrándose en el trafico de la ciudad de Nueva York.
- Y bien señorita ¿en donde vive?
- De aquí veinte cuadras para atrás, de donde venía corriendo.
Me sonrojo al recordar de la forma en la que choque con el auto mientras corría hacía el trabajo.
Editado: 08.10.2021