Ayuda Millonaria

14 | A solas

Chloe Andersson

 

Siempre las personas más fuertes, a las que vez y admiras sufrieron mucho, todas ellas tienen un pasado que les enseño a ser fuertes.

 

Y eso veo yo en Andrew.

 

Un hombre que perdió a la mujer que amaba, su familia esta lejos y lo único que la vida le dejo fue a su pequeña hija.


A la que él le muestra una sonrisa cuando por dentro no tiene ninguna.

Es un hombre admirable.

- ¿Pedimos algo para cenar? Marco se fue y no quiero que te pongas a cocinar tú.

Asiento en su dirección y el toma el telefono.

》¿Que quieres?

- Pizza.

Asiente y hace el pedido, al cabo de unos minutos termina la llamada.

Esta tarde han salido él, Marco y Alice y se han ido al cementerio, yo aproveche estar sola y acomode mi habitación.

- Llegará en una hora, creo que es mucho tiempo.

Me rio pero en realidad quiero llorar, me muero de hambre.

- Al menos no debemos preocuparnos por Alice ya que ella ya ha cenado y se encuenta durmiendo tranquilamente.

Creo que ya lo dije pero esa bebé es 95% sueño y 5% humana.

Pasamos una hora haciendo zapping en la televisión, no hay nada interesante a esta hora, termino cansandome y entrando en netflix para terminar de ver una serie.

Entro a mi cuenta, porque si, me he creado una cuenta, ya que vivo aquí ¿porque no?

- ¿Que vez?

- La casa de papel.

Andrew deja su movil de lado y mira la serie junto a mi, unos minutos más tarde el timbre de la casa suena y él va a atender, espero sea la comida.

 

Mi estomago ruge, tengo demasiada hambre.

 

Y creanme que no soy de las que pasan hambre, soy más bien de las que gastan su dinero en comida.

 

- Llego la pizza.

 

Andrew pone la caja con el hermoso alimento jamas creado frente a mi.

 

No espero a que él coma o se acomode a mi lado que ya tomo una porción y la llevo a mi boca mientras sigo con mi vista fija en la televisión.

 

Dios Río que hermoso eres.

 

No soy consciente de que el queso se estaba derritiendo hasta que Andrew coloca una servilleta de papel para evitar que caiga y me manche el jean.

 

- Gracias.

 

Él me sonríe en respuesta y yo termino mi porción.

 

Una hora y media después ya hemos visto dos cápitulos de la serie y la pizza ya no existe.

 

¿No les pasa que a cierta hora de la noche tienen antojos cual embarazada?

 

Pues a mi si me pasa.

 

Y no follo hace seis meses, creo que ya soy virgen nuevamente.

 

- Quiero papas fritas. - Mi jefe me mira como si estuviese loca.

 

- No hay Chloe, creo que hay papas pero no te vas a poner a preparar a esta hora de la noche.

 

Ambos levantamos la mirada y observamos el reloj que se encuentra en la sala, son las 00:10.

 

- Claro que voy a hacer papas fritas.

 

Me levanto de aquel comodo sofá y voy a la cocina para comenzar a preparar todo para saciar mi antojo.

 

Cualquier otra mujer querría chocolates pero no yo, a mi dame papas fritas o hamburguesas y estoy a tu lado toda la vida.


Creo que ya deberían de haberse dado cuenta que no soy como las demás mujeres, mamá decía que yo era 70% Koala y 30% Mujer.

Cuando mis papas fritas ya estan listas y ya estan por ser llevadas a un delicioso paseo por mi cuerpo el llanto de Alice se escucha por toda la casa.

- ¿Que demonios?

Es extraño ya que Alice casualmente siempre que llora no lo hace tan escandalosamente como en este momento.

Escucho los pasos apresurados de Andrew correr escaleras arriba y con cuatro papas fritas en mi boca voy tras él.
Cuando llegamos a la habitación de la dulce niña resulta que había tenido una pesadilla bastante fea.

- Le traeré su viberon.

Estoy por salir de la habitación pero Alice vuelve a llorar.

- Creo que no quiere que te alejes de ella. - susurra Andrew.

Asiento y me acerco a él tomando a la pequeña de sus brazos, sus grandes ojos me observan con suma atención, sin dejar escapar detalle alguno.

- ¿Porque aún no fuiste madre? Te sienta bien ese papel.

Sonrío.

- Porque aún no encontré a alguien para que haga de padre.

Él me devuelve la sonrisa y me dice que vallamos a su habitación para hacer dormir a Alice nuevamente, asiento y juntos nos dirigimos a allí.

- Iré a cambiarme para dormir. - habla y se adentra en el baño dejandome en aquella enorme habitación a solas con la pequeña Alice.

La llevo a la cama y me acuesto a su lado, creo que no dormirá, se muestra más despierta que yo en estos momentos.

Comienzo a cantarle una canción de cuna que papá siempre me cantaba para dormir y sus ojos miran atentamente mis labios mientras pronunció cada palabra.

Quiero que te duermas como un sol, que se acuesta en un campo de trigo. 

 

Tengo aquí en mi pecho un corazón, igualito al hueco de tu ombligo. 



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En el texto hay: besos, amor, odio

Editado: 08.10.2021

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