48 Horas después.
Miro la foto varias veces antes de tocar la puerta del edificio. Aquí estuvo ella hace dos noches, quizás sigue aquí. Me aferro a esta pequeña esperanza.
-Está aquí-digo en voz alta-ella está bien, está aquí y la voy a ver. La regañare por asustarme y luego la abrazare muy fuerte.
Toco la puerta varias veces hasta que escucho la voz de un joven que me dice que espere.
Un joven de unos dieciocho años me abre la puerta. Se quita el gorro gris que tiene en la cabeza y se pasa la mano por su cabello negro. Me mira entre nervioso y sorprendido.
-No pensé que llegaría tan rápido-me dice mientras se hace a un lado para dejarme pasar.
No entiendo de qué me habla, quizás Alice le dijo que yo vendría, ella sabe que yo la buscaría hasta en el fin del mundo. Entro y miro al alrededor en busca de mi hija ¿Dónde está? La casa es hermosa, está decorada sobriamente en diferentes tonos de blanco y beige. Unas enormes lámparas de cristal cuelgan del techo e iluminan toda la estancia.
-¿Dónde está?-le pregunto.
Él se ríe sin una pizca de humor.
-Ojalá lo supiera.
-Entonces ¿Cómo sabias que vendría?
-Yo le envié la foto de ella, la noche que desapareció yo le tome esa foto en el jardín-dice el muchacho- este fue el último lugar donde la vimos. Nadie sabe que paso con ella, nadie la vio salir o irse con alguien. Ella simplemente se desvaneció-suena apenado-hoy en la mañana encontré algo que quiero que vea.
-¿Cuál es tu nombre?
-No le puedo decir.
Él empieza a caminar hasta una pequeña mesita y saca un Cd y una carta. Camina hasta la sala y me hace una seña para que lo siga. Pone el Cd en un reproductor y enciende el televisor. Se sienta en uno de los sillones blancos y me dice que me siente, pero yo niego con la cabeza.
-No-le digo.
Él asiente con la cabeza mientras la pantalla del televisor enfoca las luces de la ciudad. El cielo se ve ligeramente iluminado, es la hora del amanecer. Alguien acomoda la cámara y reconozco las uñas de Alice, sus uñas largas con pequeñas flores lilas son inconfundibles. Escucho su risa y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas. El rostro de Alice aparece en la pantalla, ella sonríe, saluda con su pequeña mano.
-Faltan-mira su reloj, el único reloj que tiene. A ella no le gusta usar reloj, solo ese pequeño reloj café con cinta de cuero-siete minutos para las seis. A mí me gusta levantarme a esta hora y comerme doce uvas verdes cuando el reloj da las seis de la mañana, no lo hago siempre solo cuando siento que lo necesito y hoy es una de esas veces-dice ella mientras nos enseña un bol plateado con uvas verdes. Ella ama las uvas verdes. Lleva una camisa blanca con filos celestes. Su cabello liso esta suelto-¿Por qué te digo esto? Muy fácil, nadie sabe que lo hago. Hay muchas cosas que no saben de mí y no me molesta. Me gusta ser un misterio-se ríe- si estás viendo esto es porque desaparecí, me esfume o me desvanecí, quien sabe-ella se ríe y su cabello se mueve-es broma, tonto ¿A dónde voy a ir? Solo quise contarte este secreto, quería que alguien más lo cargue conmigo, después de todo eso hacen los amigos y tú dijiste ayer que eres mi amigo. Gracias por ser mi amigo, necesitaba uno-ella sonríe genuinamente y yo no puedo evitar sonreír al ver los hoyuelos en sus mejillas ¿Dónde estás?-me gusta ver el amanecer, ese no es un secreto, pero solo quienes de verdad me conocen saben eso y pocas personas me conocen bien. Muchas personas se han creado ideas sobre mí y me han juzgado a partir de esas ideas, no se han tomado la molestia de conocerme. Pero tú no eres así y por eso eres mi amigo-ella le sonríe a la cámara mientras se despide con la mano y la pantalla se pone negra y suena una suave melodía, reconozco la música, Alice la solía escuchar algunas noches. El muchacho me dice que espere y me señala la pantalla. Alice está sentada en una silla blanca y tiene una pequeña vela morada entre sus manos. Sonríe a la cámara mientras cierra los ojos y sopla la vela-hago esto todos los viernes-dice ella con emoción-todos los viernes en la noche enciendo una pequeña vela y pido un deseo.
No sabía que hacia eso, tampoco sabía que comía doce uvas verdes a las seis de la mañana mientras veía el amanecer. Hay tantas cosas que no sé sobre ella.
La cámara la enfoca y ella se ríe mientras hace raros gestos. Estira los brazos y cierra los ojos.
-Quiero volar, quiero volar muy lejos y muy alto. Tienes que aprender a volar porque si no volare sin ti-deja de sonreír y un fino manto de tristeza cubre su rostro. Ella rara vez esta triste, son muy pocas las veces que la he visto así. La primera vez fue cuando murió su mascota cuando tenía siete años, la segunda cuando mi mamá murió y la tercera cuando tenía seis años y me pregunto sobre la muerte, cuando entendió que todos morimos en algún momento se deprimió mucho. Ahora en el video tiene la misma expresión que tenía cuando le dije que en algún día ella iba a morir porque esa es la ley de la vida-hay tanto dolor en el mundo, tantas guerras, tanto sufrimiento. Tantos desastres naturales, podemos morir en cualquier momento y eso me asusta. Además, no puedo volar viejo amigo, no tengo alas. Las tenía hace tiempo pero las arrancaron de mi espalda, dime ¿Qué hago ahora? Dime ¿Cómo llego a casa?