Después de treinta largos minutos, todos salieron de la habitación de Olivia, y el doctor se acercó a los padres de ella para informar sobre la situación, mientras Diego y Ana vigilaban a Aiden.
—Espero que ella ya esté bien —susurró Ana, mirando a su esposo, quien estaba viendo a la pareja hablar con el doctor.
—Seguro que sí, los tres están tranquilos.
—Me preocupo mucho por Aiden, el ataque lo dejó muy mal —la mirada de Diego volvió a su pareja, quien lo veía con lágrimas en los ojos. Se notaba la angustia que sentía por el muchacho.
—Amor, tranquila —la acercó a su pecho para envolverla con fuerza entre sus brazos, mientras ella empezaba a temblar.
—Tengo miedo.
—Lo sé, cariño, lo sé.
Ambos se sumergieron en aquel abrazo hasta que Jeremy y Laura se acercaron a ellos con un semblante neutro, que no demostraba emoción alguna y era difícil de interpretar.
—¿Qué les dijo el doctor? —preguntó el hombre al darse cuenta de que sus amigos habían regresado.
—Olivia ya está estable, pero quedará en observación —el tono de voz de Jeremy era bajo y un poco tenso.
—¿Laura?
Los tres miraron a la mujer y se dieron cuenta de que estaba muy pálida, con la mirada perdida. Parecía que en cualquier momento se desmayaría.
—Querida, ¿qué ocurre?
Para Laura, las voces se habían vuelto distantes. Su mirada se nubló, y sentía que todo a su alrededor giraba. Sus párpados amenazaban con cerrarse, y su cuerpo con caer en cualquier momento. Por un instante, fue como verse en tercera persona; quería gritar desesperadamente por ayuda. La respiración se le cortó, y segundos después, cayó.
—¡Laura!
El primero en reaccionar fue Diego, quien atrapó el cuerpo de la mujer antes de que tocara el suelo. La conmoción sacó de su trance a Aiden, quien se levantó con rapidez al ver la situación.
—¿Qué pasó? —preguntó con desesperación, pensando en lo peor ante el desmayo de Laura.
—Es la carga de emociones, está agotada, y con lo que pasó, ya no resistió más —explicó Jeremy, quien veía cómo varias enfermeras se acercaban para atender a su esposa.
—¿Olivia está bien?
—Sí, Aiden, está bien, solo que debe estar en observación —lo tranquilizó Ana mientras lo alejaba del lugar.
—Entonces, ¿por qué Laura se desmayó? —la atención del chico no se despegaba de las personas que dejaban atrás mientras caminaban en dirección a los elevadores.
—Es la conmoción; aún sigue en shock por lo que pasó —mintió. Ella sabía que su amiga se había puesto mal por otro motivo.
Aiden no había quedado del todo satisfecho con la respuesta, pero no se atrevió a seguir haciendo más preguntas ante la cara de preocupación de la mujer. Sabía que algo más estaba pasando y solo podía hacer suposiciones al respecto. Lo que le tranquilizaba era saber que Olivia se encontraba bien.
Diego y Jeremy estaban en una habitación mientras veían a Laura dormir; la habían estabilizado. La mente de su esposo estaba en la luna, pensando en la conversación que había tenido con el doctor.
—Jeremy.
La mirada del hombre se encontró con la de su amigo, quien lo veía expectante, esperando una explicación.
—Lo siento, ¿dijiste algo?
—No, solo que estás en las nubes, y quiero saber qué te dijo el doctor.
—Diego, lo que te diga queda aquí —la seriedad de su voz preocupó a su amigo, ya que su mirada cambió.
—¿Qué pasa? ¿Qué tiene Laura?
—No es nada grave —lo tranquilizó—. Hace un mes, Laura notó un retraso en su periodo. Ella pensó que podría ser una menopausia temprana, y aquello me tranquilizó un poco, ya que pensaba que era algo peor. Hasta que un día la vi con una prueba de embarazo en la mano.
—Está embarazada —afirmó Diego, uniendo los hechos que le había contado su amigo.
—Sí, el doctor me dijo que tenía que alejarla de las emociones fuertes y que debía hacer que descansara mejor; de lo contrario, el embarazo se volvería riesgoso.
Las palabras se quedaron atascadas en la garganta de Diego. No sabía qué decir ni qué hacer. Su mirada viajó hasta el rostro de Laura, en el cual se veía la serenidad que había perdido. Si bien era una buena noticia, la situación no era la mejor para su hija mayor. Ahora podía pensar que el doctor le había dicho a su amigo que ese bebé estaba en riesgo de nacer mucho antes y no vivo.
—Por favor, no le digas a nadie de esto. Sé que Laura no debería estar tanto tiempo en el hospital, pero no la he podido persuadir de que vaya a casa. No se quiere despegar de Olivia —explicó.
—Toda esta situación le afecta, y al bebé. Tiene riesgo de aborto si no se cuida. Debes hacer que se quede en casa —la frustración empezaba a salir mediante sus palabras.
—Lo sé, y lo voy a intentar. No quiero perderlo, y tampoco quiero que le pase algo a ella —Diego asintió y se relajó para después empezar a pensar más en el embarazo, llegando a una conclusión.
—Así que... ustedes dos... —una sonrisa pícara apareció en el rostro de él, cortando el tenso ambiente que se había formado.
—Oh, cierra la boca.
—Me alegro por ustedes dos, y sé que Olivia estará feliz al saber que tendrá un hermano o hermana.
—Siempre quiso uno, y sé que será una buena hermana mayor —Jeremy recordó todas las veces que ella les había pedido un hermano.
Era adorable ver a una Olivia de siete años escribiendo una carta a Santa pidiéndole un hermano para Navidad o verla cerrar los ojos cada vez que veía una estrella fugaz. Se tardaron mucho, pero al fin lo habían logrado. Ahora, solo deseaba que ella pudiera conocerlo y cuidar de él como siempre había querido.