Ayúdame a Despertar

CAPITULO 12

Los días no querían detenerse y parecía que pasaban cada vez más rápido, ya estaban a cuatro meses de que acabara el 2018 y aun mes de que se cumpliera un año desde que sucedió el accidente.

Aiden se encontraba caminando por la ciudad, no tenía ánimos de pisar el hospital y lo único que deseaba era que todo volviera hacer como antes pero no el antes del accidente si no, el antes de su llegada a San Francisco, su vida solitaria y aburrida, si bien había encontrado su hogar no quería sufrir de esa manera y sabía que todo se había arruinado gracias a él.

El cambio de estación se hacía presente, se notaba el clima otoñal que estaba tomando la ciudad, las hojas de los árboles se empezaban a tornar naranjas y aquello le traía todos esos recuerdos del octubre pasado en el que su vida cambió por completo.

—¿Aiden?

Una voz dulce y melodica detuvo su andar, al girarse se topo con una chica bajita y de cabello negro, ojos azules iguales a los de él, aquellos ojos los conocia muy bien y durante años se quedaron grabados en su memoria como dos zafiros relucientes.

—¿Katherin?

Aquella chica sonrió confirmando su identidad, era el amor de infancia de Aiden. Ambos se conocieron en Nueva York en el preescolar y rápidamente se gustaron, ambos eran unos niños y estuvieron juntos por mucho tiempo hasta que Aiden tuvo que mudarse por primera vez a los once años. Ella fue su primer amor y siempre lo atesoro con mucho cariño.

—Cuánto tiempo, has crecido mucho —comentó ella mientras se acercaba.

—Y tú te has vuelto mucho más linda de lo que ya eras.

—En ese caso tu estas muy guapo —sin pensarlo más él abrazó a la chica y sintió aquel aroma a durazno que tanto le gustaba.

—¿Qué haces en San Francisco? —pregunto una vez se separaron.

—Vendré a la universidad aquí, ¿y tú?

—Yo vivo aquí desde hace dos años y creo que también me quedaré aquí para la universidad.

—Ya no te estás mudando constantemente —aquello provocó una sonrisa en la chica, parecía que la noticia le había sentado bien.

—No, vivo con los amigos de mis padres mientras siguen viajando —aclaró.

—¿Te gustaría tomar un café y así nos ponemos al día?

—Suena bien.

Los dos entraron a una cafetería cercana y se sentaron hablar, ambos contaron cómo eran sus vidas ahora que ya eran adultos, por alguna razón él no le habló de Olivia ni lo ocurrido, quería olvidarse de ese mal trago y sabía que Kat podía ayudarlo con eso. Supo que ella se encontraba soltera y eso hizo que su corazón saltara. Sabía que su amor por Olivia era fuerte pero tarde o temprano tendría que seguir con su vida cuando ella se fuera.

Pasó toda la tarde con Katherin, después de mucho tiempo había vuelto a reír y se sentía muy tranquilo, era de admitir que aún le tenía cariño aquella chica y le hacía muy feliz volver a verla, su llegada sacaba a relucir los viejos sentimientos que dejó en Nueva York siete años atrás.

Llegó a su casa en la noche luego de acompañar a Kat, se sentía relajado y con ganas de comer pizza, al entrar fue recibido por las miradas curiosas de Diego y Ana quienes se extrañaron al verlo tan feliz.

—¿Dónde estabas jovencito? —lo recrimino el hombre ya que no les había avisado que no iría al hospital ni donde estaba.

—Fui a dar un paseo y me encontré con Katherin —explicó dejando sorprendida a la pareja.

—¿Tu novia de infancia? —preguntó Ana quien empezó atar cabos y no le gustaba mucho las conclusiones a las que llegaba.

—Sí, vendrá a la universidad aquí y fuimos a tomar café mientras nos poniamos al día de todo.

—Parece que te alegró verla —Diego estaba feliz de verlo con mejor ánimo luego de casi un año de sufrimiento.

—Mucho, mañana saldremos de nuevo.

—¿Mañana? —el tono de la mujer dejó ver un poco la molestia que eso le causó dejando extrañado al muchacho.

—Sí, ¿por qué? ¿pasa algo Ana?

—No, nada solo me sorprende —mintió tratando de disimular su fastidio.

—Lo sé, a mi igual. Quiero descansar de ir al hospital unos días —admitió el chico.

—Está bien, nosotros te mantendremos informado.

—¿Podemos ordenar pizza? —Aiden no quería tocar el tema de Olivia, no quería pensar en ella, no quería sentirse triste de nuevo.

—Seguro —el hombre contestó con entusiasmo mientras tomaba su móvil.

—Genial.

El chico subió a su habitación dejando a la pareja sola, Ana miró a su esposo preocupada por lo que podría causar la llegada de esa chica a la vida de Aiden.

—Me preocupa que Aiden se aleje de Olivia —la mujer recibió la mirada expectante de su pareja.

—Sabemos que existe la posibilidad de que ella no despierte, él tiene derecho de rehacer su vida cariño.

—Lo sé, pero siento que ella va despertar pronto y no quería que él se rinda tan rápido.

—Ya pasó un año Ana.

—Ellos están hechos el uno para el otro, no se puede acabar así —sabía que él tenía razón y eso la estaba haciendo enfurecer.

—Debes dejar de ver películas románticas —Diego recibió un golpe en el brazo el cual le causó gracia.

—No es gracioso Diego, quiero mucho a Olivia.

—Lo sé cariño, pero debes dejar que Aiden decida —el hombre abrazó a la mujer con ternura y dejó un suave beso en su frente.

—Está bien, ahora pide esa pizza —dijo ella para después irse a la cocina dejándolo solo.

Los pensamientos de Ana aun seguían dando vueltas aquel asunto pero como dijo Diego no podía hacer nada, solo esperaba que Aiden tomará la decisión correcta.

Por otro lado Aiden salía del baño con su pijama puesto y con el estómago pidiéndole comida, estaba tan relajado que no le importaba si se golpeaba el dedo pequeño del pie o si se le caia el movil al suelo, era difícil que su buen humor se viera afectado por algo.

Por su cabeza llegaban recuerdos de aquella relacion de infancia y hacia que algunas mariposas revolotearan por su estomago, tenia aquellas mismas sensaciones que experimento de niño las cuales no sintio cuando conocio a Olivia, tal vez hacia mal en compara ambas situaciones pero se sentia muy comodo con las emociones provocadas por aquella chica de cabello negro.



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En el texto hay: tragedia, amor, recuerdos

Editado: 27.07.2025

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