Un dia mas llego a la vida de aquellas personas que esperaban pacientemente a que Olivia despertara, como ya era costumbre se encontraban desde muy temprano en aquel hospital pero esta vez faltaba el chico de cabellos castaños y ojos azules que nunca se separaba de su novia. Aquella ausencia se hacía notar entre los presentes los cuales pensaban diversas causas ante esa ausencia salvo Diego y Ana quienes sabían el porqué.
—¿Aiden se encuentra bien? —la primera en querer sacarse de la duda fue Laura, veía la inquietud de Ana y eso le empezaba a preocupar.
—Sí, él está bien.
—¿Vendrá después? —volvió a preguntar.
—No sabemos —respondió Diego haciendo que la otra pareja los viera con sorpresa.
—Salió con una amiga y parece que no tiene la intención de venir al hospital —aclaró Ana sacando aquel peso que tenía encima.
—Ya entiendo lo que sucede, Aiden va abandonar a mi hija —la voz de Jeremy se volvió más dura y se notaba que empezaba a enojarse.
—No la está abandonando, él tiene derecho a distraerse. Estuvo prácticamente un año aquí, descansando fatal y siempre pendiente de su estado —lo defendió Diego, no iba a dejar que trataran a su sobrino de cobarde.
—Diego, por su culpa mi hija está en coma.
—Estamos muy conscientes de eso Jeremy, no es necesario que lo vuelvas a decir —el tono de voz de ambos empezaba a elevarse a medida que la conversación avanzaba.
—Calmense los dos y Jeremy discúlpate —lo regaño su esposa sabiendo de lo que era capaz su marido si continuaba.
—¿Por qué me debo disculpar? ¿Por decir la verdad? Por el amor de Dios Laura.
—¿Aiden es culpable del accidente? No del todo, si no hubiera girado el volante aquel camión los habría aplastado y tal vez ninguno de los dos estaría vivo hoy —sentenció Diego haciendo enojar aún más a Jeremy.
—Eso no quita el hecho de su culpabilidad, debió ser más responsable al momento de conducir —contraataco.
—Ya basta los dos por favor, parecen dos niños discutiendo para saber qué superhéroe es mejor —los interrumpió Ana y Laura le dio la razón.
—Paran o los sacamos del hospital, ustedes deciden —agregó la castaña.
—Bien, pueden irse nadie los detiene —las mujeres vieron a Jeremy con incredulidad después de esas palabras.
—¿Qué?
—Ellos no tienen nada que hacer aquí Laura.
—¿Te volviste loco?
—No déjalo Laura, está muy clara su posición —interrumpió Diego— vámonos Ana.
Sin dejar que Ana hablara, Diego la tomó de la mano y ambos salieron del hospital mientras que una muy molesta Laura veía a su esposo quien no parecía arrepentido de lo que había hecho.
—¿Ya estás feliz? —ella lo miró con los brazos cruzados mientras que él se sentaba.
—No empieces por favor.
—¿Qué te pasa Jeremy?
—Solo dije la verdad, no me vengas con regaños.
—Son nuestros amigos, han estado con nosotros todo el tiempo y, ¿así los tratas? —ella amaba a su esposo pero muchas veces él se equivocaba y no aceptaba su error.
—Laura, entiende de una vez que todo pasó por culpa de ese chico que ya no se dignó en aparecer.
—¿Te estás escuchando? —la mujer quería pensar que todo era una mala broma pero no era así, aquellas palabras si salían de la boca de su esposo— Nuestra hija lo ama y sé que él la ama a ella, solo necesita tiempo lejos de todo el estrés, merece distraerse un poco. Los dos hemos visto cómo se desvelaba, como apenas comía por estar todo el día al lado de ella, ¿no crees que ya ha sufrido mucho? —sabía que era muy difícil que Jeremy diera su brazo a torcer pero ella podía llegar a ser muy terca cuando se lo propone.
—Yo solo quiero a mi hija de vuelta, quiero a mi niña, a mi princesa —soltó al fin y dejó que las lágrimas salieran de sus ojos sacando todas aquellas emociones que estaba reprimiendo para no alterar a su esposa, pero ya había llegado a su límite.
—Todos la queremos de regreso.
Laura abrazo a su esposo dándole fuerzas, sabía que él había estado para ella todo ese año, cuidándola y consolándola, velando por su bebé y por su hija mayor. Jeremy era un buen padre y esposo. Sí, tenía defectos pero lo amaba con todo el corazón y después de veinte años aquello no cambiaba.
Cuando Ana y Diego llegaron a su casa notaron que Aiden aun no regresaba. La molestia del hombre aun seguía en su cuerpo, le molestaba tanto que Jeremy le echara toda la culpa a Aiden cuando no era así, gran parte de la culpa la tenía aquel camionero que no se fijo que iba en el carril equivocado y que no tuvo la molestia de corregir su ruta ni de auxiliar a los chicos cuando chocaron, pensaba que su amigo ya tenía bien claro ese hecho después de un año desde aquel dia, mas hoy demostró todo lo contrario.
—Diego —Ana quería acercarse a él pero no se lo permitió.
—Ahora no.
Sabía que ella lo iba a regañar más no estaba de humor y no quería desquitarse con ella, no tenía la culpa de su enojo y sería muy injusto, sin decir más salió al patio trasero y subió a la casa del árbol de Aiden. Al subir pudo ver varias cosas del chico como sus cómics y libros, también vio una pequeña nintendo pero algo llamó su atención, eran varios pequeños peluches que se encontraban encima de un puff.
Al tomar el peluche más grande que era un pato sintió el perfume de Olivia en este, una sonrisa apareció en su cara al recordar cómo llegó ese peluche allí.
Habían pasado cinco meses desde que Olivia y Adien habían empezado a salir, ese dia Olivia se encontraba en la casa del árbol esperando a su novio quien había ido a casa de Alan a recoger unas cosas que había olvidado allí, Diego al verla sola subió a la casa del árbol con algo que había comprado para la muchacha.
—Hola Liv —la chica se sobresaltó al escuchar la voz del hombre pero se relajo al verlo y sonrió como respuesta.
—Hola Diego.
—Lo siento no quería asustarte —el hombre entró con un poco de dificultad y se sentó en el suelo cerca a donde ella se encontraba.