Las visitas de Aiden fueron disminuyendo considerablemente durante las semanas siguientes, Laura y Jeremy ahora afrontan solos aquella situación de esperar a que su hija despertara, la barriga de embarazo de la mujer cada día crecía más. Ya estaba finalizando el segundo trimestre de embarazo cuando Olivia volvió a decaer, los doctores no entendían el repentino descenso de su sistema inmunológico, lo que le trajo varios problemas de salud.
La desesperación de aquellos padres se podía sentir, en especial la del esposo que debía cuidar que el embarazo de su esposa no se viera muy afectado, ya sabían que esperaban la llegada de un niño a sus vidas, después de dieciocho años lograron tener otro bebé. La llegada de Olivia los tomó por sorpresa ya que ambos eran demasiado jóvenes, él tenía recién veinticuatro años y Laura veintiuno, se casaron a los tres meses de saber que esperaban a su hija, pero el amor que se tenían y aún se tienen los impulsó a lograr tener una buena vida junto a su pequeña.
—Laura, deberías ir a casa debes descansar , recuerda lo que dijo el doctor —él la abrazaba mientras que ella apoyaba su espalda en su pecho mientras daba suaves caricias a su gran panza de embarazo.
—Estoy bien, no pienso dejar a Liv ahora que espantaste a nuestros amigos y a su novio.
—Otra vez con el mismo tema —desde lo sucedido Laura no ha desperdiciado la oportunidad para recordarle el error que había cometido.
—Sabes que voy a seguir hasta que aceptes tu error y lo arregles —ella se levantó del asiento y empezó a caminar por el pasillo.
Él solo suspiro en respuesta y observó a su esposa, se veía bastante linda embarazada y sabía que buscaba otro bebé despues de que Olivia cumplio los nueve años, el tiempo se les iba a los dos y no conseguían tener otro hijo pero justo cuando estaban por rendirse aquella prueba casera dio positivo recibiendo la noticia de aquel bebé tan esperado llegaba a sus vidas pero no era el mejor momento, su hija mayor estaba en coma y su deseo de intimidad era bajo, sólo bastó aquella última vez en la que ambos se desahogaron para concebir a ese pequeño ser que crecía dentro de ella.
Sabía que Ana y Diego eran unos cuantos años más jóvenes que ellos al igual que los padres de Aiden, se sorprendió un poco cuando supo sus historias ya que que ambas parejas se casaron a muy temprana edad solo que la primera pareja no ha tenido hijos hasta la fecha y aunque se veía el deseo de tenerlos no tenían apuro, ambos trabajaban de manera remota en empresas de comunicaciones por ello tenían tiempo de estar en el hospital y eso los ayudó bastante en aquel año, pero ahora los había echado a patadas prácticamente y sí, estaba arrepentido por ello, sabía que había actuado mal y que no debió haber culpado de todo a Aiden, mucho menos después de tanto tiempo, la noticia de que aquel muchacho dejara de ver a su hija le dolió, pero debía comprender que las decisiones que tomara él estaban fuera de su alcance y lo único que podía hacer era asegurarse de que su familia se encontraba bien.
Mientras caminaba, Laura pensaba el porque Olivia había decaído, hasta hace unas semanas se encontraba estable pero era como si sintiera la ausencia de Aiden y eso la desanimaba de seguir luchando por despertar, es muy curioso lo que puede hacer el amor en uno y hay muchas cosas que la ciencia aún no logra explicar pero que aún así suceden frente a uno y son difíciles de asimilar.
—Laura.
—Si vas a decir una tontería, mejor quédate callado —la voz de ella era firme y fría, aquello fue como un golpe en el pecho para él.
—Lo siento.
—¿Qué? —la mirada atónita de su esposa le causó gracia mas se contuvo las ganas de reír para evitar que se enojara.
—Se que hice mal al tratarlos así, actúe de mala manera y que ya no soy un adolescente para dejarme llevar por la emociones, no quería que te sintieras sola por mi culpa —admitió, sus palabras eran honestas y eso llegó al corazón de ella que lo abrazó con fuerza.
—Debes arreglar esto.
—Lo sé, pronto hablaré con ellos para que todo vuelva a la normalidad y tengamos a nuestros amigos de nuestro lado.
—Gracias.
Jeremy dejó un suave beso en los labios de su esposa en el cual transmite todos esos sentimientos que le tenía y que no habían cambiado desde que se conocieron, sabía que ella era el amor de su vida y cada día que pasaba alimentaba aquel sentimiento con hasta el mínimo detalle dejando ver que jamás iba a dejar de amarla es esta vida ni en las siguientes que tuviera,aquel fue el mismo pensamiento que llegó a su mente cuando se enamoró de sus ojos color avellana, su sonrisa brillante y su risa que para él era una melodía dulce que siempre quería escuchar, y cuando se casaron en su mente se repitieron aquellas palabras de nuevo, así ha sido por los casi veinte años que llevaban casados, era una locura para las relaciones de hoy en dia pero era tan normal para él que no le importaba.
Sabía que aquello que le pasó a él también le había pasado a Aiden cuando conoció a Olivia, ya que ella era la viva imagen de su madre, de él solo había heredado su nariz y su sentido del humor. Su pequeña princesa siempre fue especial, siempre mostró tener un brillo particular el cual alegraba a todos con su simple presencia o con su risa tan contagiosa, podía alegrarte el dia con el mínimo esfuerzo y era eso lo que más extrañaba, sería muy difícil seguir con la vida si no volviera a tener eso que le daba su hija mayor.