Ayúdame a Despertar

CAPITULO 20

Desde que Olivia despertó, Aiden no se separó de ella hasta que le dieron el alta tres días después. Como había dormido durante un año, todas las heridas sanaron, y estaba perfectamente bien. Lo único que necesitaba era retomar la práctica de caminar, y tuvo que usar un andador para salir del hospital.

Las cosas, poco a poco, volvían a ser como antes, con algunas excepciones. Ahora, Liv tenía un pequeño hermano al que cuidar y con quien trataría de pasar el máximo tiempo posible antes de ingresar a la universidad. Aquello llenaba de ansiedad a la pareja, pensando en su futuro y cómo continuarían sus vidas. De lo que sí estaban seguros era que no pensaban separarse más.

La pareja de jóvenes se encontraba de nuevo en su lugar favorito, disfrutando del amanecer. Ambos estaban abrazados, sentados debajo del árbol. Hacía bastante frío, pero el calor que se daban les reconfortaba.

—Sofía me va a matar cuando me vea —él rompió el silencio, llamando la atención de su novia.

—Va a desviar su atención cuando me vea. Además, te lo mereces por dejarlos de lado —lo regañó.

—Lo sé, hice muchas cosas mal durante este año, y quiero arreglarlo todo.

—Me sorprende lo que has madurado, y tenemos la misma edad —bromeó ella, haciéndolo reír.

—Ya podrás hacerlo tú —siguió la broma.

—¡Oye!

La abrazó con fuerza, acercándola más a él. Ahora que había regresado, no la quería dejar ir, y estaba casi pegado a ella como chicle. Sabía que debía bajarle un poco a lo empalagoso, pero no lo podía evitar. Amaba a esa chica con locura.

—Deberíamos regresar antes de que Diego empiece a llamar —una vez que terminó de decir esas palabras, su móvil empezó a sonar.

—Tarde. ¿Por qué no dejaste una nota como te dije?

—Porque me estabas apresurando, y no me dio tiempo.

—Me hubieras avisado.

—Eso traté.

Ambos se pusieron de pie y regresaron tomados de las manos. Los padres de ella sabían dónde estaba, ya que cuando salió, su madre estaba despierta dándole pecho a su hermano, así que no había problema.

Se encaminaron a casa de él con tranquilidad. No tenían prisa por llegar, así que disfrutaron la mañana y compraron los muffins que le gustaban a Diego para bajarle un poco el enojo, y a Ana un capuchino. Y como esperaban, nada más llegar se toparon con un enojado Diego en la sala, de brazos cruzados.

—¿Dónde estaban?

—Fuimos a dar un paseo matutino —el chico se encogió de hombros, restándole importancia.

—¿Tus padres saben? —él miró a Olivia, quien trataba de reprimir una sonrisa.

—Sí, le avisé a mi madre antes de salir.

—¿Me trajeron muffins?

—Sí —Aiden le entregó la bolsa a Diego, y este la abrió para asegurarse de que estuvieran completos.

—Bueno, Ana ya sirvió el desayuno.

Una vez que Diego entró a la cocina, ambos estallaron en risas y luego entraron para darle su café a Ana, quien los veía divertida, además de ver cómo el hombre ya se comía sus muffins junto con una gran taza de café.

—Me van a sacar canas —se quejó cuando los vio.

—Déjame decirte que ya las tienes —bromeó el castaño, haciendo que el hombre frunciera el ceño.

—¿Qué?

Diego se levantó rápidamente y se acercó al espejo que estaba en la pared para revisarse la cabellera y ver que ya tenía unas cuantas canas entre su cabello negro.

—Cariño, deja de ser dramático y termina de desayunar —lo regañó su esposa.

—¿Acaso no ves? Tengo canas —regresó a la mesa y se sentó con la mirada perdida.

—Pues te ves muy sexy con las canas —se le insinuó ella.

—¿Ah, sí? —él la jaló, haciendo que se sentara en sus piernas.

—¡Búsquense un cuarto! —los regañó Aiden, quien los miraba con cara de asco.

—Amor, déjalos, se ven muy lindos.

—Quiero comer tranquilo, y ellos están a punto de hacerme un sobrino aquí.

—¡Qué exagerado eres! —su novia rodó los ojos, y ambos siguieron comiendo.

—Ustedes deben darse prisa porque deben ir a la escuela, así que terminen rápido —les recordó Ana, quien seguía en las piernas de su esposo.

La pareja terminó de desayunar y tomó algunas cosas para volver a salir. Él iba algo nervioso con lo que podría pasar, y ella cada tanto se reía por lo mismo. Cuando llegaron, a quienes vieron primero fueron a Alan y Sofi. La chica tenía el cabello ondeado y traía unas bonitas gafas de marco morado, su pareja tenía el cabello más largo y lacio, se veía sedoso y estaba algo desordenado sin verse mal.

—¡Aiden Mcgregor! —gritó la chica, para correr hacia él.

—¡No! ¡Sofi! —gritó el chico, tratando de detenerla.

—¡¿Sabes lo preocupados que estuvimos por ti?! ¡Nos dejaste de lado! —ella le daba varios golpes algo fuertes en los brazos, mientras que él trataba de agarrarla, pero se le escapaban las manos.

—Déjame explicar, ¡Sofi, por favor!

—¿Olivia? —Alan llamó la atención de su novia cuando se dio cuenta de que la castaña estaba allí.

—¡Liv! —la atención de ella cambió por completo, y se lanzó a abrazar a su mejor amiga.

—Hola, Sofi —ambas se fundieron en un fuerte abrazo, dejando de lado a un adolorido Aiden.

—Yo no te golpeo porque te ves horrible —habló el rubio, quien se acercó a él.

—Lo siento mucho, no debí dejarlos de lado. Fui muy idiota e inmaduro.

—Bueno, te diste cuenta, y eso ya es mucho. Estás perdonado —ambos rieron y se abrazaron, para luego unirse en un abrazo los cuatro.

Al final, fue más fácil de lo que él esperaba, y solo recibió unos cuantos golpes. Ahora todo era como antes, y estaban a punto de graduarse.

—Te dije que desviaría su atención —Liv se robó su atención, mientras que los cuatro caminaban al auditorio.

—Lo sé —sonrió y besó su mejilla.

—De nada.

Él rió y siguieron su camino, alcanzando a la otra pareja. Sin duda alguna, su vida estaba completa con ella a su lado. Por fin, todo retoma el mejor camino. Las cosas poco a poco siguen su curso adecuado, y aquel bache con el que se habían topado desapareció para dejarlo muy atrás y solo ver todo el camino que aún les queda por recorrer.



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En el texto hay: tragedia, amor, recuerdos

Editado: 27.07.2025

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