“Deje de sentir cuando dije que ya había sido suficiente.”
~Mizha DB
»Actualidad«
Sentía la luz pesada en mis ojos y los fuertes sonidos dejándome desorientada. Respiraba con dificultad, lo que me llevaba a preguntarme el por qué.
¿Por qué era tan difícil respirar?
A lo lejos podía escuchar una voz; fuerte, varonil, una voz cargada de miedo. Pero el punzante dolor en mi cabeza impedía que abriera mis ojos. Los sentía pesados, hinchados, ardían al intentar abrirlos. Aquella voz parecía llamarme, rogaba por ser visto y no lo entendía. Trate de hablar pero mis cuerdas vocales estaban completamente muertas, trate de moverme pero no podía.
Mi cabeza palpitaba de una forma indescriptible, dolía demasiado, no podía soportarlo.
Aquella voz rogaba por perdón y seguido sus pasos desaparecieron en lo que parecían hojas gracias al otoño. Hasta que no pude escuchar más, nada más durante horas. Largas y eternas horas.
×××
Desperté de nuevo y a lo lejos pude escuchar sirenas de ambulancias y patrullas. Trate de moverme pero nuevamente no pude, el sabor metálico en mi boca me provoco náuseas, al intentar pasar saliva en mi boca seca. Abrí mis ojos tan lentamente que dolía, no pude ver nada mas que oscuridad, lo que me causo un escalofrío por toda mi espina dorsal. Parpadee un par de veces hasta que esa oscuridad se volvió un cielo oscuro lleno de ramas proveniente de arboles y un sin fin de hojas.
Escuche unos pasos y una gran silueta aprecio frente a mi, parpadee un par de veces más y un policía me alumbró el rostro con su linterna. Me hizo cerrar mis ojos por instinto.
— ¿Como llegaste hasta aquí?— Susurro.
Su pregunta quedó en el aire, al igual que su respuesta, lo intentaba pero no podía, no podía hablar. Senti mis dedos pesados pero pude moverlos. Necesitaba ayuda antes de que vinieran a dañarme. Con la poca fuerza que me quedaba estire mi mano a él y con mi dedo índice señale el árbol a su espalda. Quien en sus ramas escondía a alguien quien nos observaba.
— Ayu-Ay— Respire hondo.— Ayúda...— La voz me salio en un susurro ahogado el cual él pudo entender.
— No te preocupes, te ayudaré.
Negué.— Amm, ami no.— Trague con fuerza y pase mi lengua sobre mis labios secos.— Mis padres y Eitan siguen adentro. Por... Por favor ayu-daa ayúdalos. Él esta aquí, vete antes de que pueda hacerte daño a ti también.
Me miro confundido, tomo mi mano, beso mis nudillos con ternura para luego quitarse la chaqueta y cubrirme con ella. Un calor que no supe que necesitaba me envolvió, aspire su rico perfume. Entonces, solo entonces volví a quedar inconsciente.
×××
— Tu los Asesinaste.
— No.
— Tenemos pruebas Evangeline o debería decirte ¿Rousmery?— Negué, no sabia quien era Rousmery.
— Usted no sabe nada de mi, no sabe quién soy, nisiquiera me conoce.
— Entonces dime Evangeline, ¿Que sucedió esa noche?
Levante la mirada tan despacio que detalle el lugar, sus paredes eran de un café oscuro y detalles blancos, la señora frente a mi tenia cabello oscuro y unas facciones hermosas pero solo era una mujer repugnante.
— Yo... No lo se.
— Bien te dire lo que sucedió. Se lo suficiente como para demostrar que eres culpable.— Desvíe mi mirada a mis manos entrelazada,— Asesinaste a tu madre. Asesinaste a tu padre, por último a tu hermano menor y luego intentaste huir, entonces caíste por el barranco y quedaste inconsciente. Ahora finjes no saber nada para salvarte de la cárcel pero eso no te ayudara.
Puedo sentir lágrimas caer a los costados de mis ojos, mi labio temblar por el enojo y un sin fin de emociones. Veo de nuevo a esa señora quien no para de señalarme con su dedo, llamandome “Asesina” una y otra vez. El juez me observa detalladamente, esperando algo de mi. Pero que podria esperar él de alguien como yo. No puedo, simplemente no puedo ser una asesina.
— Yo no recuerdo absolutamente nada, no se que paso esa noche. No se como pasamos de estar en la ciudad para ir a ese lugar. No se como me llamo realmente, no se cuando es mi cumpleaños, no recuerdo los rostros de mis padres, no recuerdo mi primer día de clases en la primaria, no puedo recordar mi vida. Solo puedo recordar cómo se sentía estar en los brazos de papá, los abrazos de mamá o lo divertido que era jugar con mi hermano. No puedo siquiera recordar sus miradas, sus sonrisas, sus voces. No se quien soy o de donde vengo. Solo se que sería incapaz de cometer tal atrocidad, tal masacre, tal pecado.