Ayúdame

El comienzo de todo

Las gotas de lluvia se deslizaban por el parabrisas del auto de papá, hacía frío, mis mejillas se habían tornado de un ligero color rosa al igual que la punta de mi nariz. Por fin habíamos llegado a la cabaña donde pasaríamos el resto de las vacaciones de invierno. Bajamos del auto y papá comenzó a desempacar, yo me quedé observando la puerta de madera desgastada que tenía la cabaña.

-¿Qué te parece cariño?- preguntó papá, sosteniendo una caja mientras abría aquella puerta.

No contesté, sólo me quedé allí, en medio de la lluvia mirando hacia la oscuridad que se ocultaba detrás de esa puerta.

-Hija ven, entra a la casa, te enfermarás- exclamó él.

Entré sin decir absolutamente nada, observé todo a mi alrededor, no parecía un lugar acogedor ni cálido sino todo lo contrario, parecía un lugar frío, sombrío, oscuro y vacío.

-¿Quieres ir a explorar tu nueva habitación?

Asentí con la cabeza casi sin expresión. Subí las escaleras que rechinaban con cada paso que daba. Abrí la puerta del que ahora sería mi nuevo cuarto. Era un lugar un poco menos tenebroso, tenía una ventana muy grande con vista al jardín y otra lateral con vista al bosque, un gran armario incrustado en la pared y una cama algo antigua con un respaldar de madera muy grande y ajado, las cortinas eran blancas pero dañadas por el tiempo.

-¿Te gusta tu nueva habitación?- preguntó papá que estaba apoyado contra el marco de la puerta.

Volví a asentir. Él se acercó a mí y se agachó hasta quedar a mi misma altura.

-Sé que todo esto está siendo muy difícil para ti cariño, pero me gustaría escucharte hablar, ¿puedes decirme algo?- agregó.

Bajé la mirada en señal de negación, evitando responder esa pregunta. Desde que murió mamá hace dos meses no había vuelto a decir ni una sola palabra, al menos no delante de él, sólo quiero que me dejen en paz, si tan sólo papá lo entendiera.

-Está bien- suspiró cansado-, iré a terminar de desempacar y luego comeremos algo- se despidió con un beso en la frente y se fue, dejándome sola en esa habitación tan monótona y vacía.

Me senté en la cama mirando hacia la ventana, sumergiéndome en mis pensamientos.

«A mamá le hubiera gustado mucho estar aquí» pensé. A ella le encantaba este tipo de cosas, ya saben, las cabañas deterioradas por la humedad, la lluvia, los bosques y los días fríos y nublados. Creo que...en eso nos parecíamos bastante, excepto ahora, comienzo a odiar este tipo de cosas, todo me recuerda a ella, a su esencia, una mujer que reflejaba tanta seguridad y belleza, y aunque el día fuera melancólico ella lo convertía en algo simplemente único y radiante.

Después de un par de minutos, papá volvió a mi habitación, dejando mis maletas en la puerta para que pudiese poner en orden mis cosas.

Puse mis maletas sobre la cama y las abrí, no habían muchas cosas, sólo ropa, un cuadro de mamá, otro cuadro donde salíamos papá, mamá y yo pasándolo muy bien en nuestras vacaciones de verano, una linterna, zapatos y un collar que me regaló mamá antes de morir.

Coloqué mi ropa en el armario, luego acomodé los cuadros en mi mesita de noche y junto a ellos puse mi collar.

Me senté sobre la cama y me quedé mirando el suelo ya que no tenía nada más que hacer. Después de un par de horas papá me llamó para cenar, fue una cena muy silenciosa e incómoda, él me hablaba, pero yo sólo le respondía con gestos sin expresar palabra alguna.

-Yo recojo los platos, no te preocupes, puedes ir a tu cuarto a descansar si lo deseas-dijo sonriéndome.

Volví a mi habitación exhausta, deseaba dormir, realmente no había hecho muchas cosas, pero aún así me sentía muy cansada. Me puse mi pijama y me acomodé en la cama, dejé la luz de mi lámpara encendida porque aunque no quisiera admitirlo, me aterraba la oscuridad. Un rato después sentí a papá subir las escaleras, fingí estar dormida para evitar que me hablara, él se acercó a mí y me dio un cálido beso en la mejilla.

-Buenas noches mi niña- susurró a mi lado, unos minutos después sentí que cerró la puerta y se fue.

Una lágrima cayó bruscamente sobre mi almohada haciéndome llorar en silencio, mamá solía venir a mi cuarto y decirme "Buenas noches mi niña" y papá me hizo recordar esos momentos que jamás volverían a repetirse.

-Mamá...¿por qué te fuiste?, me dejaste sola mami...¿qué voy a hacer ahora, mamá?- murmuré casi sin voz, me dolía tanto haberla perdido.

De repente un sonido llamó mi atención, era como si alguien golpeara la puerta, pero no venía precisamente de ahí, sino que, lo escuché detrás del respaldo de mi cama. Me senté en el colchón casi de un salto, estaba un poco asustada.

-¿Hola, hay...hay alguien ahí?- pregunté en voz baja para que papá no me oyera.

Me acerqué despacio al respaldo de la cama y apoyé mi oído en él, tratando de escuchar algo, lo que fuera. Levanté mi mano lentamente y golpee despacio la madera gastada del cabezal de la cama, algo me respondió imitando nuevamente el sonido que hice al golpear la madera, me asusté un poco, pero me parecía muy curioso y extraño que alguien me contestara del otro lado del cabezal.



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En el texto hay: suspenso, paranormal, terror

Editado: 17.08.2022

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