Ayudante de Cupido

Capítulo 6°- La Decisión Correcta

La fresca brisa matutina acariciaba con sutileza sus mejillas incitándola a levantarse de su profundo sueño, pero se sentía tan cansada que abrir siquiera sus parpados parecía una tarea titánica e imposible de cumplir. Su cuerpo dolía y sus músculos totalmente agarrotados le confirmaban que todo lo sucedido la noche anterior no había sido una alucinación de su mente. Su hermana, esa pequeña niña que vio crecer y con la que compartió tantos momentos importantes de su vida, fue la misma que sin miramientos había pisado el acelerador de aquel vehículo con el que intentó acabar con su vida. Traicionando así, los lazos de sangre tan irrompibles que las unían a ambas.

Aún en sus memorias le era posible recordar ese día en el que se pudo liberar de ese infierno terrenal que fue su anterior vida. Esa que estaba conformada por un padre que renegaba de su existencia y al cual jamás le incomodó tocarse el corazón para evitar echárselo en cara. Considerándola débil, ineficaz en todo lo que hacía y emprendía para poder ganar su aprobación y quizás, sólo quizás un poco de su cariño. Sin embargo, para alguien como él, todos sus intentos nunca fueron idóneos ni sus expectativas las que él deseaba, así que había optado por la decisión más ventajosa para su persona y desde luego para su poderoso imperio, entregarla al mejor postor... su primo.

Gala, te presento a Drake Brenton, tú prometido y dentro de algunos meses tú esposo.

Fueron las palabras que cual sentencia a muerte pronunció su padre aquella tarde en la que sorpresivamente su compromiso se dio a conocer ante todos los integrantes de su familia, sin tener ella la menor noción sobre el asunto, ya que su padre había tomado todas las decisiones sin tener en cuenta la suya, desencadenando así, a la más lóbrega de sus pesadillas.

Drake Brenton era su primo de sangre, el hijo primogénito concebido por parte del hermano menor de su padre, el cual tan solo algunos cinco años atrás había muerto trágicamente en un accidente aéreo junto a su esposa, dejando al chico huérfano y con la enorme responsabilidad de mantener por sí solo los negocios de su familia a flote. Brillante y astuto por naturaleza, Drake logró no solo salvaguardar las empresas de forma intacta, si no también incrementar su capital y el valor de sus acciones a cifras estratosféricas con ayuda de sus ingeniosos proyectos e ideas audaces y precisas, convirtiéndose en algunos meses en uno de los empresarios más jóvenes y exitosos del país.

A simple vista todo parecía señalarlo como el hombre ideal con el que toda mujer soñaría y estaría feliz por tener a su lado. No solo era atractivo, inteligente y benefactor de múltiples asociaciones de caridad, sino también era dueño y heredero directo de un emporio multimillonario. Así es, todas lo pensaban. Sus amigas, compañeras de escuela, hasta su propia hermana lo creía así... claro, todas menos ella, ya que en el mismo instante en el que sus orbes miraron de cerca aquellos ojos tan profundos, fríos y vacíos, lo supo. Drake Brenton no era la maravilla de hombre que se esforzaba en aparentar y reflejar con tanto ahínco ante el mundo entero. Su primo era un ser sombrío, tenebroso y sumamente aterrador. Muchas fueron las veces en que se decía a sí misma que estaba equivocada y que el rechazo natural que el chico le causaba era porque este había aceptado cumplir la absurda e incuestionable voluntad de su progenitor, pero desafortunadamente no fue así, siendo ese su primer error.

Ahora me perteneces y nada de lo que hagas podrá cambiar eso... tomó con fuerza su nuca echando un vistazo al bello perfil que poseía. Acarició su cuello con la ansiedad que traspasaba sus dedos, ardiendo en furia por no hacer con ella lo que esperaba al haberse infiltrado en su habitación a esas altas horas de la noche. Recuérdalo Gala, te guste o no, eres mía, ¡sólo mía! afirmó amenazante dejándola en aquel oscuro rincón sostenida solo por la fría pared que le servía como soporte con la ropa rasgada e inservible, el cabello revuelto por los constantes jaloneos, el cuerpo cubierto por diversas marcas rojizas que dolerían al día siguiente, el ardor incesante de su labio inferior que aún sangraba debido a la bofetada con la que había intentado silenciarla para que no fuera descubierto y esa mirada tan llena de terror que se había plasmado en sus húmedos y llorosos ojos al recordar lo que por un momento su "perfecto prometido" estuvo a punto de hacerle.

Para su desgracia aquel primer intento había sido el catalizador que impulsó el surgimiento de muchos más, siendo todos y cada uno de ellos peores que el anterior. Cada vez más violentos, impetuosos y fuera de sí. En pocas semanas, Drake se encargó de recluirla en una dimensión desconocida, una mucho más terrible que la que desde niña conoció, una en donde las amenazas y los maltratos eran vistos con frecuencia. Viéndose incluso en la necesidad de dejar la escuela para separarse de sus amigos de forma indefinida por su propio bienestar, ya que estos corrían el riesgo de sufrir la ira de su primo si permanecían con ella. Estaba sola, encerrada las veinticuatro horas en esas cuatro paredes que era su habitación, permitiéndole salir en situaciones especiales cuando su presencia era requerida por algún evento de la familia. Siendo su tutora su compañía y el aliciente que intervenía en su mente para no caer en la locura. Un estado mental que en demasiadas ocasiones le resultaba tentador, al menos de esa manera podía escapar de esa realidad que parecía engullirla con el transcurrir de los siguientes días.

¡No digas estupideces, deberías de estar agradecida de que alguien como él hubiese accedido a casarse contigo! —gritó colérico su padre arrojando los documentos que anteriormente descansaban sobre la madera reluciente de su escritorio. ¡Solo mírate! guardó silencio algunos segundos inspeccionándola de pies a cabeza como si no encontrara un calificativo adecuado para describirla. ¡Eres un ser patético, una vergüenza y una absoluta pérdida de tiempo!




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