Ayudante de Cupido

Capítulo 7°- ¿Qué es el Amor?

Avanzó quedamente permitiendo que la firmeza de sus pasos resonara con intensidad sobre aquellas paredes rebosantes en penumbras. Algo casi tan temible como esos extraños iris bañados por el rojo carmesí de la sangre que portaba sin descanso, dejándole ver así a todo el que le contemplara el aterrador infierno que día tras día lo consumía con sádica voracidad. Se detuvo sólo por un instante en aquel espacio, ese que por siglos le concedió la oportunidad de escudriñar a todas y cada una de las víctimas que fueron escogidas por su atroz mano con el transcurrir de los años.

Rio al evocarlas. Él había sido testigo de infinidad de aflicciones e innumerables lágrimas que aquellos patéticos seres derramaron una vez el pacto que habían aceptado llevar a cabo se viera concluido. Arrebatándoles de un solo tajo todas las mariposas, toda la magia y toda la falsa felicidad que por breve tiempo tuvieron el privilegio de experimentar. Quitándoles definitivamente todo el sentido a sus inservibles existencias.

Movió su brazo por el contorno del estanque de mármol provocando que un fluorescente resplandor en tono azuloso emergiera desde las profundas capas de agua. Sólo fue por un breve lapso, un diminuto momento en el que esos rasgos bestiales desaparecieron de su iris para darle paso a un oscuro brillante. El mismo cálido mirar que ella había conseguido arrancar de las tinieblas en esa sola noche en que la majestuosa melodía que interpretaba a los espíritus del bosque se colaba con una energía tan descomunal, que aún una eternidad no parecía bastar para desvanecer el recuerdo que a fuego la sellaron desde ese entonces a su alma.

—Aria... —murmuró Bastian con punzante pesar mientras admiraba a detalle como la imagen de la joven empezaba a tomar forma sobre las delicadas ondas de agua. Elevó su mano en su dirección con el anhelo de poder tocarla, de sentirla, aunque se tratase de una mera ilusión, siendo consciente de como su extremidad temblaba con ligereza debido a la angustiante ansiedad de saberla tan inmensamente lejana—. ¡Es inútil! —mencionó con ira contrayendo el miembro que había distorsionado la silueta de la mujer, apenas y sus dedos hicieran contacto con la líquida superficie.

Te amaré hasta que me duela el alma, hasta mi último aliento, y aún entonces, te juro que te seguiré queriendo.

Cubrió sus oídos al escuchar aquellas lastimeras palabras taladrar despiadadamente su subconsciente, las mismas que parecían haber perdido su sentido tras la muerte tan brutal a la que Aria había sido condenada sin siquiera merecerlo. Aún mantenía demasiado presente las condiciones tan infames en las que se mantenía su cuerpo ese desolado día en el que se extinguió su vida del mundo de los vivos. No quedando un solo mortal excluido de la furia que, tras sus estúpidos actos desataron catastróficamente. Exterminó a todos y cada uno de los involucrados, viendo inscrito en sus propios rostros el miedo, el terror y la inclemencia que Aria padeció en carne propia y la cual burdamente habían ignorado aún a costa de la agonía de alguien que era inocente.

No pude hacer nada por ella.

Fue la respuesta que con suma impotencia Blake le había comunicado tras intentar reavivarla con ayuda de sus poderes, sin embargo, todos y cada uno de sus esfuerzos fueron indiscutiblemente en vano. Las diversas heridas que abrían palmo a palmo su piel eran considerables, sin olvidar que las lesiones internas que dañaron su sistema fueron el catalizador de la hemorragia que se hacía notar, impregnando la tierra con ese espeso elemento que abandonaba a ese cascaron despojado de vida.

Tragó con pesadumbre al sentir el desagradable sabor de autodestrucción acariciar su paladar con sólo revivir aquel tormentoso pasado, presintiendo que sus habilidades sobrenaturales volvían a despertar de su letargo con un poderío aún más devastador. Sus venas palpitaron enloquecidas tras apreciar la peligrosa adrenalina desgarrar su interior, centrándose en aquel par de ojos que cual depredador tintinearon deseosos de probar a la presa que por largos años le concedió el privilegio de respirar. Giró su cabeza al divisar al recién llegado. Una respetuosa reverencia seguido por un cordial saludo fue lo que logró oír por parte de aquella híbrida, justo antes de hacer un cortante ademán con la mano para darle a entender que dejara de lado todo el ridículo numerito que degustaba llevar a cabo para fastidiarle.

—Habla de una vez —Bastian dijo retomando su posición en aquel peculiar estanque.

—Tus suposiciones eran acertadas —habló Kade con el desdén a flor de piel—. Esa miserable humana se ha convertido en algo tan primordial para Blake que este se niega a apartarse de su lado —concluyó con el orgullo herido, no pudiendo retener la mueca de irritación que surcó sus labios al vislumbrar las sospechosas reacciones del mayor de los dioses.

—Así que mi pequeño hermano fue cautivado por una humana, ¿eso es lo que insinúas? —demandó saber Bastian en tono neutral mientras aquellos imponentes orbes se colocaban precipitadamente sobre su rostro registrando todos los secretos que pudiera ocultarle su mente ordinaria.

Bajó su vista hacia el suelo negándose a encarar el caos tan devastador que por un santiamén, vio tatuado en ese rojizo mirar. Aguardó algunos segundos para poder recuperar la compostura, reteniendo el aliento fuertemente para así finalizar con el informe que, tras su visita al mundo de los humanos había recabado.

—Los sentimientos que Blake ha forjado por esa mortal están fuera de cualquier alcance —mencionó la semidiós con detalle, reviviendo cada fugaz mirada, cada tenue sonrisa y cada acción arrebata que el ayudante de Cupido, desarrollaba siempre que la castaña se mantenía en alguna extraña situación. Ratificando las conjeturas que anteriormente conocía—. Está decidido a protegerla aún a costa tuya —informó con rencor hacia el chico que había escuchado todas y cada una de las palabras que habían salido de su boca.




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