Azar: El Inicio de Todo

Capítulo II: Reunión Familiar

Narrador omnisciente 

En aquella mesa de seis puestos, cuatro de ellos ya habían sido ocupados por los invitados. Era increíble como, a pesar de hermanos, eran diferentes de una manera más allá de lo comprensible. 

Bahar era la tranquilidad personificada, se encontraba callada en su asiento, ignorando el revuelo de sus hermanos. Firuzeh era tranquila, pero igual de revoltosa e impredecible que la corriente de un río. Barahn, con su fría mirada, analizaba todo a su alrededor. Lo único que los tres hermanos tenían en común, era un odio desmedido por Azar. Todos eran conscientes de cuál era el favorito, menos el mismo. 

—Gracias por asistir a esta velada, hijos míos —ingresó el rey al comedor. 

—Padre —Se levantaron e hicieron una reverencia como muestra de respeto. 

—Pueden sentarse —Ninguno dudó en acatar la orden—. Azar, ven a mi lado —pidió Ahura sorprendiendo a sus hijos, incluso al mencionado. 

—Como ordenes —Nadie se atrevió a contradecirlo, por más que estuvieran molestos. 

El puesto al lado de su padre siempre se había mantenido vacío, hasta aquel día. 

Todos comían en silencio, tres de ellos experimentando la peor de las molestias, los otros dos sumergidos en su mente. Azar revivía una y otra vez el acontecimiento de hace unos días; seguía sin hallar una buena explicación para ese error que casi le cuesta la vida a una persona. El padre; por el contrario, se cuestionaba lo que había hecho mal durante el proceso de crianza de sus hijos, ellos estaban destinados para grandes cosas y tal vez les exige mucho, pero siempre trató de que la bondad estuviera en sus corazones. 

Solo uno de ellos había aprendido eso y por tal motivo, estaba sentado a su lado. 

—Estoy decepcionado de ustedes —Empezó a hablar una vez hubieron terminado los alimentos—. No me malinterpreten, hacen una buena labor en lo que les compete, pero son individualistas en lugar de compartir entre ustedes sus riquezas. —Los dioses se cruzaron de brazos mostrando su desacuerdo. 

»Son la parte de un todo, prosperarían más si estuvieran unidos. —aconsejó Ahura. 

—Te respeto como a nadie, padre. Sin embargo, no puedo hacerte caso, no con esto —Bahar fue la primera en tomar la palabra—. Estoy bien por mí misma —manifestó. 

—Concuerdo con mi hermana, mi reino es rico y no necesitamos de nadie más —secundó Firuzeh. 

Barahn soltó un gruñido, él estaba de acuerdo con sus hermanas. No requería a nadie más que a él mismo y su gente. Les iba bien y era demasiado ermitaño como para socializar. 

—Dime, Azar. ¿Opinas lo mismo que tus hermanos? —cuestionó el Rey de los dioses. 

—Yo… —Él no estaba seguro de que responder—. Me gustaría estar más relaciona con mis hermanos —comentó en un acto de osadía. 

Las miradas molestas no demoraron en posarse sobre él, agobiado por generar esas emociones negativas, agacha el rostro dejando atrás la audacia anterior. 

«Quisiera que fuera más seguro de sí mismo», pensó Ahura al ver la postura sumisa de su hijo. 

Ese pensamiento fue suficiente para motivar al rey a tomar una decisión que lo cambiaría todo. Era hora de que su hijo mostrará su potencial y se ganará el respeto de los demás. 

—De ahora en adelante, deberán convivir juntos en Enog. —ordenó—. Aquel que no cumpla mi mandato, será despojado de su posición, poderes y riquezas —Fue tajante. 

Bramidos en desacuerdo fueron soltados por los dioses, pero ninguno se atrevió a soltar una sola palabra. En el fondo, Azar estaba entusiasmado por la posibilidad de cohabitar más con sus hermanos, se esforzaría por ganarse su amor. 

Lo que aquel dios del fuego no sabía, es que sus tres hermanos estaban planeando algo en su contra. Algo oscuro que devastaría con toda la vida. 

 



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En el texto hay: fantasia, elementos naturales, dioses persas

Editado: 09.05.2024

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