Narrador omnisciente
La veneración hacia el dios Azar aumentó desde el día en que a todos salvó. La voz de su fuego sanador se corrió y ahora todos anhelaban que él pusiera sus manos sobre ellos y los sanara de aquellas enfermedades que los aquejaban.
Porque sí, Azar era capaz de eso y mucho más. La bondad en su corazón aumentó y se dedicó en vida a curar a los enfermos de su pueblo. No queriendo dejarlos desamparados, él y sus hermanos crearon descendientes directos que poseerían sus mismos dones.
Al fin tendrían humanos con capacidades superiores, y esta vez sin matar a nadie en el proceso. Aquellos herederos se encargarían de cubrir las necesidades de los habitantes de cada subreino.
Lo que aquellos cuatro dioses no imaginaron fue que, siglos más tarde, su linaje escasearía y sería la labor de sus últimos descendientes mantener con vida a Voulesh y librarlos de las nuevas amenazas que acecharían.
Siendo el fuego de Galena, el principio de aquel legado elemental.