Estaba asustada, jamás había visto a William tan enfadado.
Uno, dos, tres golpes en la mandíbula.
La sangre corría por el rostro de aquel muchacho de solo 17 años.
Otro golpe en el pómulo y una patada en el abdomen.
Él se lo había buscado, él conocía las reglas, me repetía una y otra vez.
William estaba más que enfadado y con razón, esa era su zona. Su padre debía estar muy molesto con él por no haberse anticipado a los hechos.
Estábamos en un pequeño callejón del pueblo donde crecí, las casas pintorescas que debieron haber visto mejores días estaban sucias y manchadas con los grafitis políticos de los niños de la calle. Nos encontrábamos en un barrio pobre pero seguro, mi familia se encargaba de eso.
William empujó al muchacho a una de las paredes mientras aún le sostenía la camisa y lo levantaba por el pecho.
William media 1.70 y era musculoso, así que hacía ver al muchacho más pequeño de lo que era.
-¿Te gusta pasar drogas no es cierto? ¿No conoces las reglas? ¿No sabías lo que te ocurriría?
Will estaba gritando mientras seguía golpeando al pobre. Unos puños en la cara, otros en el pecho, le partió un brazo y después siguió con la cara. Yo estaba en una esquina llorando con mis manos en la boca, cuando Will dio un golpe que le rompió completamente la nariz me llené de valor y lo tomé del brazo.
-Will por favor, déjalo en paz. Está asustado, no lo volverá a hacer.
-Deja de ser crédula Samantha. Lo único que queda limpio de la droga en este país es nuestro pueblo, brindamos paz y seguridad a las familias. Nos encargamos de las ratas sucias de la calle- Esto último le dio a Will el impulso que necesitaba para sacar su arma y apuntarle al joven.
El muchacho vio a Will asustado. La sangre hacía su rostro irreconocible, sus ojos estaban morados y su brazo no estaba en su sitio.
-¡Will no!-
Me puse en el medio de ambos mientras ponía mis brazos hacia arriba.
-Dale una oportunidad ¿sí? No lo volverá a hacer, te diste cuenta a tiempo, ni siquiera logró venderla- Dije desesperada.
Los ojos negros de William me miraban enojados, él se había opuesto a traerme a este ajuste y yo le había insistido a su padre que me dejara hacerle compañía. Se suponía que esto me haría ver lo fuerte que debíamos ser, en cambio, me hacía entender que éramos unos sádicos, yo no podía verlo como mantener la seguridad, lo veía como una barbarie. Era compasiva en ese entonces.
-Si lo dejo vivir, mostraré debilidad. Si muestro debilidad pierdo respeto. Si pierdo respeto en menos de un mes este barrio estará lleno de drogas, las niñas serán vendidas como prostitutas, comenzaran los robos y a saquear como en el resto del país. Y nosotros estaremos muertos Samantha-
Alcé el brazo para tomar el arma. Yo era de baja estatura y también era joven pero era valiente, William me amaba, yo era su debilidad, no me haría daño.
-Will por favor. Solo esta vez, no pongas otra vida en tu consciencia, sé que este es tu modo de hacer las cosas pero…-
-Ningún pero Sam, apártate -
Resiste Sam
-¡No!- Grité
-Apartarte o disparo-
-¡No!-
El sonido de mi celular me hizo despertar de mi sueño, estaba sudada y las sabanas estaban a mis pies. Mi corazón se me iba a salir mientras mis recuerdos me inundaban. Tenía ganas de llorar y me puse las manos en mi cabeza tratando de serenarme.
Los escalofríos comenzaron a estremecerme, iba a tener otro ataque de pánico, traté de hacer lo que decía mi psicólogo y buscar un punto en el cual concentrarme.
El timbre de mi teléfono volvió a sonar. Era una canción nueva de una banda que me gustaba, dejé que el sonido me hiciera olvidarlo todo.
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Editado: 10.11.2018