—Uf, definitivamente fue el mejor día chicos, gracias—dijo Danielle, pero nadie respondió por lo cual ella preguntó:
—Hey ¿qué les pasa? ¿por qué andan tan callados?
—Eh... Nada, no es nada—dije.
—¿Y tú? ¡Nathaniel llamando a tierra!
—Nada, absolutamente nada—dijo él secamente.
—Ok, como sea, no me digan. —rodó los ojos—. Vayamos a casa.
Danielle tenía razón, le estaba ocultando algo, pero no sabía cómo tomar todo lo que había sucedido.
***
—Imagino que deben gustarte mucho las ferias—dijo Lucas
—En realidad, no. Vinimos a acompañar a mi amiga.
—Pero te gustan los libros, ¿no?
—Me fascinan, es mi escape perfecto, así como el de Nathaniel—dije con entusiasmo.
—¡Oh! Hablas de tu novio.
—No, en realidad él es...
—Elizabeth, mira este libro es asombroso sé que te encantará—dijo Nathaniel, para luego percatarse y añadir:
—¡Oh! Hola, no sabía que Eli tenía compañía— rodeo su brazo sobre mis hombros
—En realidad, ya me iba. Fue un gusto conocerte, Eli—contestó Lucas.
—Igualmente. —sonreí algo confusa ante la situación.
—¿Quién era él? —preguntó Nathaniel en cuanto Lucas se marchó.
—Ah, él se llama Lucas. Nos acabamos de conocer, sin querer lo confundí con el encargado del puesto, qué torpe fui. —sonreí ante el recuerdo.
—Mmm… está bien—dijo Nathaniel.
Sin más un silencio incomodo nos rodeó durante todo el camino hasta encontrar a Danielle.
***
—Bien, creo que he llegado a mi destino. Gracias por acompañarme, chicos.
—No hay de qué—contestamos al unísono.
Luego de ello continuamos nuestro rumbo, pues Nathaniel vivía cerca de mi casa. Sin embargo, él no dijo nada durante el camino hasta que llegamos a mi casa.
—Y bien—suspiré— parece que es hora de despedirnos.
—Sí, parece que sí.
—Bueno, nos vemos mañana en el colegio. —me dirigí hacia la puerta.
—Sí, nos vemos—dijo Nathaniel y se volteó sin más.
—¿Eli? —preguntó Nathaniel algo nervioso
—Sí, dime—contesté.
Parecía estar decidiéndose entre algo, pero al final solo supo decir:
—Saluda a tu mamá de mi parte—sonrío ligeramente y se marchó.
—Está bien—murmuré para mí misma.
Cuando abrí la puerta vi que mamá se había quedado dormida en el sofá, besé su frente, y empezaba a dirigirme mi habitación cuando escuché:
—¿Eli, eres tú?
—Sí, mamá. Recién acabo de llegar, disculpa, no quise despertarte.
—Eso no importa, ¿cómo te fue? —dijo cálidamente y sonrío.
—Estuvo bien, pude dirigirme a la sección de libros, ya sabes cómo me encantan. En cuanto a Danielle sabes cuánto ella ama ir.
—Me alegro de que les haya ido bien. Subiré a mi habitación a descansar. —se levantó del sofá—. Ah, por cierto, te deje comida en el microondas.
—Está bien, mamá. Ya mismo te alcanzo.
Luego de ello me dirigí a mi habitación y sin más me recosté en la cama, mirando fijamente hacia el vacío, una sonrisa indescriptible se apodero de mí. No podía olvidar a Lucas, quién diría que acompañar a Danielle a una feria marcaría este encuentro, me preguntaba si habría mal interpretado la situación. Había tantas cosas dando vueltas en mi cabeza, pero finalmente me quedé dormida.
Al día siguiente, mamá me despertó ante una llamada.
—Elizabeth—llamó desde las escaleras—es Danielle al teléfono.
—Ya voy mamá—contesté.
Me parecía algo inusual que Danielle llamará tan temprano por lo que cuando bajé a tomar el teléfono finalmente pregunté:
—Hola, Danielle, ¿qué sucedió?
—Eli, lo he olvidado por completo—dijo ella escandalizada—, pero, primero dime ¿ya hiciste la tarea que el profesor de historia nos dejó?
—¡Oh, por Dios! ¡Lo olvidé por completo!
—Es lo que imaginé, Nathaniel también lo olvidó. Así que acordamos reunirnos y hacer juntos aquello, así se nos pasa más rápido el tiempo, de solo pensarlo me da dolor de cabeza. Y entonces ¿qué dices?
—Claro, estaré ahí con ustedes, solo dime ¿dónde nos reuniremos?
—Mmm…estuve pensando que podríamos reunirnos en la nueva cafetería que abrieron y así aprovechamos y comemos algo.
—Listo, envíame la dirección y estaré ahí a las...
—Ah, cierto... a las 15:30 estará bien.
—Entendido, nos vemos entonces.
—¿Para qué llamo Danielle? —preguntó mamá
—Me llamó para reunirnos a hacer una tarea en la nueva cafetería que abrieron.
—¿Y a qué hora se encontrarán?
—A las 15:30, estaré ahí.
—Está bien. Ve con cuidado y no regreses tarde.
—Claro, mamá. Iré a alistarme para desayunar.
Estaba lista para salir cuando tocaron el timbre y me apresuré a abrir la puerta, era Nathaniel.
—Hola, no sabía que vendrías. Pensé que nos encontraríamos directo en la cafetería.
—Ehmm, sí. Fue una idea de último momento, espero no te moleste.
—No seas tonto ¿por qué me molestaría? —sonreí—, ¿vamos?
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Editado: 07.05.2022